Violada
Sucedió bastante rápido. Era una tarde soleada de verano. Yo volvía de casa de una amiga. Mientras caminaba alguien me cogió por detrás, me levantó, me llevó hasta un coche, abrió la puerta y me metió dentro a la fuerza. En ese momento me pareció que la calle estaba vacía... o que la gente no quiso ver nada. ¿Quién eres? ¿Qué haces? Tengo miedo. Déjame irme. Me retuvo. Estate quieta hija de puta. Me dio una bofetada. Quiero salir de aquí. Comencé a llorar. Llevó el coche lejos de la ciudad. Se detuvo en un descampado. El miedo me había inmovilizado. No sabía qué hacer.
Salió del coche.
Abrió la puerta donde yo estaba.
Me sacó del coche a trompicones.
No me hagas nada por favor. Lloraba mucho, no podía contenerme. No sabía quién era aquel hombre que hablaba con un acento extranjero. Me daba mucho miedo.
Me tiró al suelo.
Quítate la ropa.
No me moví. Sólo caían mis lágrimas.
¡He dicho que te quites la ropa!
Temblaba de miedo.
Me dio una bofetada que me tumbó en el suelo.
Yo sólo tenía 13 años.
Comencé a sangrar.
¿Te lo tengo que decir otra vez?
Tenía miedo. Movida por el miedo me quité la parte de arriba. No quería que aquel hombre malo me pegase más.
¡Quítate el sujetador!
Lloré más. Socorro. Qué alguien me ayude. Que alguien venga.
Pero estábamos en las afueras de la ciudad.
¡Hija de puta!
Se precipitó contra mí y me arrancó el sujetador. Me tumbó contra el suelo. Comenzó a besarme los pechos. Estaba inmovilizada. No podía hacer nada contra toda su fuerza. ¿Por qué me haces esto?
Después me quitó el pantalón. Me tumbó boca abajo. Me metió su cosa. No sé cuánto tiempo estuvo así. Sentía que me estaba muriendo. Si no moría ahora estaba convencida que luego me mataría. Estuvo así hasta que se cansó. Yo me debilitaba cada vez más.
Ahora me la vas a chupar.
Me la puso delante, en la boca, pero yo la cerré. No quería. No. Me pegó. No lo hice. Insistió. Ya estaba segura de que iba a morir. El hijo de puta se enfadó y me volvió a tirar contra el suelo. Me volvió a meter su cosa. Esta vez lo hizo con tanta fuerza que mi rodilla estuvo tan presionada contra el suelo que comencé a sangrar. A cada empujón la herida de mi rodilla se abría cada vez más. No tenía ni fuerzas para gritar. Estaba prácticamente inconsciente. Me costaba mantener abiertos los ojos. Sólo quería que aquello terminase. Quería que me matara de una vez, aunque yo creía ya estar muerta.
Cuando terminó me volvió a meter en el coche. Yo no podía hacer nada. Miró lo que tenía en el bolsillo. Cogió mi teléfono. Hizo algo con él. Ya me daba igual. Quiero morir. Quiero que esto pase. No quiero que me pegues.
El cobarde me llevó de nuevo a la ciudad, en las afueras abrió la puerta, me sacó, y me dejó allí tirada.
Estaba débil. Todavía no sé de dónde saqué las fuerzas para llegar hasta casa. Nadie me vio entrar y me metí en mi habitación.
Durante unos días no hablé. Mis padres me preguntaban constantemente qué me pasaba. Yo les dije que había discutido con mis amigas. No quería contarles nada. Me sentía sucia. Ninguna ducha podía limpiar lo sucia que me sentía. Durante mucho tiempo no le conté nada a nadie. No lo denuncié. Yo sólo tenía miedo.
Fue al cabo de mes. Cuando sonó mi teléfono móvil.
Hola.
Era él. Era su voz. La tenía grabada en mi mente. Era la voz que asociaba con la cara que protagonizaba todas mis pesadillas. ¿Colgar? Si le cuelgo vendrá y me violará de nuevo. Me dijo que si le denunciaba me mataría. Que a mis amigas y seres queridos les podía pasar cosas muy malas. Que de mí dependía que mi familia estuviera bien. Si denunciaba y les pasaba algo iba a ser por mi culpa.
Yo no quería que les pasara nada malo a mis seres queridos. Ya lo sé. Llámame tonta. Llámame imbécil. Llámame lo que quieras. Pero jamás querría que mi prima, por ejemplo, pasase por lo que yo he pasado. No le deseo a nadie eso. Yo ya lo he sufrido y no quiero que lo sufra nadie más. Ya ha pasado y no puedo hacer nada.
Con el tiempo pude contárselo a un novio que tuve. Me dijo que lo denunciase, si no lo hacía lo mataría él con sus propias manos. Me decía que no fuese idiota. Podría llevarlo a la cárcel y que se pudriera allí. Pero yo tenía demasiado miedo. No podía denunciarlo. ¿Cómo me sentiría si a alguien cercano a mí le pasase algo? No puedo y no puedo.
Comencé a salir con chicos pero no podía mantener relaciones sexuales con nadie. Cada vez que un chico me acariciaba me venía la imagen del violador. Les decía que no podía continuar y se enfadaban. No entendían que tenía miedo. Aunque sabía que ellos no me harían daño, el recuerdo de aquel momento me impedía seguir. Nunca he podido quitarme la ropa delante de un chico, cuando lo hacía me acordaba del momento en el que aquel cabronazo me obligó a quitármela.
Durante mucho tiempo no he dormido. Aquello que me pasó me daba vueltas y vueltas en la cabeza. Hoy en día me sigue costando dormir. ¿Por qué me tuvo que pasar eso? A veces me siento culpable. Él hizo que odiase mi cuerpo, que odiase que fuese fruto del deseo. A veces pienso que yo hice algo mal en esta vida y por eso yo merecía que me pasase todo aquello. Me he sentido una desgraciada. Hoy en día lo sigo pensando, sigue costándome mantener relaciones sexuales con un chico. He conseguido hacerlo, pero sólo cuando he tenido plena confianza como para contarles mi problema y ellos han sido pacientes conmigo. Necesito mucha confianza en una persona para seguir adelante. Incluso, a veces, sólo me siento una estúpida imbécil violada que no puede hacer nada. A veces mi autoestima llega a estar a grados bajo cero. ¿Qué tipo de justicia me podría devolver la seguridad en mi misma? Cada vez que me desnudo y me miro al espejo veo las marcas que me quedaron en la rodilla y recuerdo otra vez aquel fatídico momento.
El rostro del miedo.
Mi torturador.
Desde entonces nunca he podido caminar sola y tranquila por la calle. A veces me da la sensación de que me persigue, que va a salir de un lugar u otro y me volverá a violar. Tengo que volver la vista atrás para asegurarme y, a veces, confundo otros rostros con los de él y me invade el pánico.
Años después lo volví a ver. Me reconoció. Me paró. Sentí que no había pasado ni un segundo desde la última vez que lo vi.
Has sido buena. No me has denunciado. Así me gusta.
Se fue. No me hizo nada. El hombre aún tenía mi teléfono y me llamaba para recordarme que no lo denunciase y para amenazarme en caso de que lo hiciera. Una vez me propuso volver a vernos y, a cambio, dejaría de amenazarme y toda mi familia estaría bien. Todo se acabaría. ¿Sabes? Estuve a punto de decir que sí. Que hiciese de mí lo que quisiera si a cambio dejaba en paz a mi familia. Ya lo sé. El pensamiento fue una locura. Pero no me importaba lo que me pasase a mí, no me tenía ningún aprecio. La poca gente que sabe todo de mí me dijo que estaba loca por pensarlo. Pero en ese momento sólo quería que acabase todo. Pensé en cambiarme el número, en colgarle cuando me llamase, pero tenía miedo de que hiciera algo a mi familia. Sigo teniéndole miedo y no creo que lo denuncie nunca. Ya sé, sé que te dará rabia. Todo el mundo me dice que lo haga, me dicen que tienen ganas de matar a ese hijo de puta. Pero no puedo. Lo siento. No puedo. Tengo miedo.
Yo sólo espero perder el miedo algún día. Sólo espero poder mantener relaciones sexuales satisfactorias sin que me asalte el recuerdo de lo que pasó. Sólo quiero pasear tranquila por la calle. Quiero mirarme al espejo sin ver esas marcas en mi rodilla que me hacen recordar aquella fatídica tarde de verano en la que yo tenía trece años. Quiero que se borre la herida de mi carne, quiero dejar de mentir a la gente que me pregunta por esas marcas y les digo que me las hizo un perro.
Pero sobre todo quiero que algún día desaparezcan las heridas de mi alma.
Aquellas que no se ven.
Foto: Extraída de aquí.
17 comentarios
Nadia -
....nomimporta -
te keria decir, ke Dios es el uniko ke te puede sacar las herdias en el alma, en la cuerpo y en la mente
te unvito eva peron 1040 cap.fed.
sabados a las 16 hs
es un lugra ke realmente kiere ke estes bien
espero volver a entrar y ver su felicidad, tu alegria al saber ke despeus de todo lo ke pasaste encontraste ahi lo ke estuviste buskando por todos lados.. la paz
Desconocida -
Santa Zita -
Mirna de Jule -
Fenix -
Celia -
Ojalá se le cangrene la polla y lo sodonomicen hasta que se quiera morir.
Besos.
Rosicky -
Enfermo paranoico y traumado (Rosicky) -
Rosicky -
Pssst...
Y que tu Dios te queme como a Sodoma y Gomorra.
P.D: Pobre chica, de verdad... El género humando debería ser violentamente extinguido. Yo el primero.
Gregor -
buenas noches.
jose belteton -
En Tierra Firme -
Gregor -
En cuanto al miedo que has vivido...es horrible y tan comprensible que, jamás debes sentirte culpable, ni responsable de lo que te pasó. Ese hijo de puta debería estar donde se merece, pero algún día pagará caro lo que ha hecho. La vida se encargará de ello.
Si me lees, confía en que será así y solicita ayuda terapéutica que te ayude a superar, si es que se puede, algo tan terrible. Lo siento muchísimo. No te rindas e inténtalo; mientras mi apoyo de corazón y un beso.
No todos los hombres somos monstruos humanos.
D Z -
En Tierra Firme -
En Tierra Firme -
Lo que más me jode de todo es que aquel hijo de puta siga suelto.