Henry Miller, Anaís Nin, Salvador Dalí y Gala conviviendo en una mansión
Leyendo el título cualquiera podría pensar que se trata de un relato de ficción que me acabo de inventar. Pero estos ilustres personajes que tanto me fascinan estuvieron conviviendo juntos en Hampton Manor, una mansión de Caresse Crosbi. Esta se alzaba en medio de doscientas hectáreas de campos y bosques. Corría el año 1940 y los Dalí se encontraban en Estados Unidos, huyendo de la miseria y tensión que todavía se vivía en Europa y concretamente en España.
En el magnífico libro “La vida desaforada de Salvador Dalí” Ian Gibson nos cuenta cómo fue este curioso y accidental encuentro entre estas dos parejas tan peculiares.
“Anais Nin y Henry Miller pasaban una temporada con Caresse cuando se presentaron los Dalí. A Nin no le cayó bien Gala en absoluto, pero llegó a sentir cariño por Dalí, y él por ella. A Miller, que en estos momentos ampliaba la segunda parte de Trópico de Capricornio, no le gustaron ni Gala ni Dalí. En su opinión la obra del pintor era “el Estigio, el río de la neurosis que no fluye”. Más tarde Nin recordaría su primer desayuno con Dalí y su musa:
“Los dos eran bajitos y estaban sentados muy juntitos. No llamaban especialmente la atención ni el uno ni la otra, ella, vestida en tonos muy quedos, un poco apagada, y él dibujando al carbón como el dibujo que haría un niño de un español, de cualquier español, salvo los bigotes increíblemente largos. Se volvían uno hacia el otro como en busca de protección, de apoyo mutuo, no abiertos, confiados o cómodos”
Gala se encargó pronto de dejar bien claro que Dalí era el principal invitado de la casa, y que era el deber de todos los demás satisfacer sus necesidades. Le mosqueaba que Dalí y Nin se hablaran en castellano (idioma que nunca aprendería Gala), y cuando Anaís preparó un plato español, creyendo que así la pareja no sentiría tanta nostalgia de su país, Gala exclamó que por lo que a ella le tocaba no le gustaba nada la cocina aquella. Lo extraordinario era que nadie protestaba…, por lo menos al principio. “Y cada uno realizó las tareas que se le asignaron”, sigue Nin. “La señora Dalí nunca alzaba la voz, nunca se preocupaba por seducir o agradar. Daba por sentado, sin decirlo, que todos estábamos allí para servir a Dalí, el gran e indiscutible genio.” Al poco tiempo, Gala irritaría profundamente a cada integrante de la concurrencia sin excepción.
En septiembre, durante una ausencia de Caresse, su marido apareció inesperadamente una noche con una amiguita y, en un estallido de rabia, amenazó con destruir los cuadros de Dalí. El pintor y Gala, asustados, salieron enseguida para Washington.
2 comentarios
Wendy! -
Uauuh no savez como amo
esa foto de ellos 2. Espero alguna vez llegar a sentir el amor que ellos sentìan por alguien màs, se les ve tan contentos!
bueno dejo mi correo
Jaredmaniaka@hotmail.com
En Tierra Firme -