Entre olas azules y negras
Es fácil naufragar entre olas azules y negras, es difícil salir a flote cuanto te sumerges de lleno en unos mecanismos ajenos a ti. Cuando te alimentas de realidades que no soy tuyas.
A veces estamos en la estación esperando un tren que no sabemos cual es ni a donde nos va a llevar. Gente que ya subió me cuenta como les fue una vez en sus destinos, me encanta lo que cuentan y pienso. ¿Debí subir a aquel tren?
Escruto cada tren que pasa, cada tren que para, observo la gente que hay dentro para hacerme una idea del destino al que se dirigen, ¿Esa gente es como yo? Me pregunto para saber si debo subir. Y el problema no es saber si son como yo, el problema es no saber como soy yo, no saber ni quién soy.
Y es la sensación de sentirse como un eslabón perdido hace que me agite rápidamente, me precipite y quiera subir al tren cuanto antes. Una precipitación tan grande que a veces nos lleva a arrojarnos a la vía antes de que pare el tren. Parecen suicidios pero son precipitaciones involuntarias a causa de la prisa por llegar.
La calma y la paciencia es una de mis mejores virtudes, hasta que se me acaba.
¿Cómo saber a dónde ir después de tantas equivocaciones y rumbos errados? ¿Cómo saber dónde apearse si uno ya no atiende ni a las voces mecanizadas que indican cual es la próxima estación?
No hace falta que nadie me indique, no hace falta que nadie hable. En realidad nada hace falta. Lo malo que tiene esta vida es que todos queremos ponerle la guinda sin haber hecho antes la tarta.
A veces las señales deberían indicarnos el camino para perdernos.
Hoy no es un día cualquiera. El huracán ha venido a recordarme que la soledad es un lugar muy vacío sin ti.
A veces estamos en la estación esperando un tren que no sabemos cual es ni a donde nos va a llevar. Gente que ya subió me cuenta como les fue una vez en sus destinos, me encanta lo que cuentan y pienso. ¿Debí subir a aquel tren?
Escruto cada tren que pasa, cada tren que para, observo la gente que hay dentro para hacerme una idea del destino al que se dirigen, ¿Esa gente es como yo? Me pregunto para saber si debo subir. Y el problema no es saber si son como yo, el problema es no saber como soy yo, no saber ni quién soy.
Y es la sensación de sentirse como un eslabón perdido hace que me agite rápidamente, me precipite y quiera subir al tren cuanto antes. Una precipitación tan grande que a veces nos lleva a arrojarnos a la vía antes de que pare el tren. Parecen suicidios pero son precipitaciones involuntarias a causa de la prisa por llegar.
La calma y la paciencia es una de mis mejores virtudes, hasta que se me acaba.
¿Cómo saber a dónde ir después de tantas equivocaciones y rumbos errados? ¿Cómo saber dónde apearse si uno ya no atiende ni a las voces mecanizadas que indican cual es la próxima estación?
No hace falta que nadie me indique, no hace falta que nadie hable. En realidad nada hace falta. Lo malo que tiene esta vida es que todos queremos ponerle la guinda sin haber hecho antes la tarta.
A veces las señales deberían indicarnos el camino para perdernos.
Hoy no es un día cualquiera. El huracán ha venido a recordarme que la soledad es un lugar muy vacío sin ti.
4 comentarios
Fenix -
En Tierra Firme -
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Pastelera -