Navidad es amor que viene de Dios.
No me gustan las navidades, es más, odio las navidades. No me gustan las lucecitas parpadeantes, no me gusta ver en las bolsas de plástico de los comercios un “Feliz Navidad”. No me gusta la artificialidad de la que está hecha la sociedad, que se ve reflejada en los mismos árboles de plástico. No me gusta ver en la tele los logotipos de las cadenas cubiertos de nieve, cuando por aquí no cae ni un sólo copo de nieve. No me gustan los vulgares anuncios de perfumes que hablan francés, como si les diese un toque de distinción decir “Agua del water”, y en los que siempre sale una hembra desesperada al oler al chico que lleva esa colonia. No me gustan los dibujos de los trineos de Papa Noel, ni los reyes, ni los villancicos, ni esas estúpidas bombillas de colores que forman una campana e inundan las principales calles de mi ciudad. No me gustan los belenes que representan una historia mitológica de un niño que nació acompañado de unos animales y que dormía en un pesebre, historia que luego utilizó la Iglesia para sacar partido e imponer en los temerosos cristianos sus absurdas doctrinas conservadoras, en las que dicen, por ejemplo, que se amen unos a otros y más adelante puntualizan que no lo hagan entre seres del mismo sexo. No me gusta que me feliciten por inercia la Navidad, ya sea gente conocida o desconocida que durante todo el año no te han deseado ningún bien, ni se han interesado en saber cómo estás o si realmente eres feliz o no, sólo te lo desean, como quien tira la basura a un contenedor y espera que los empleados de sanidad pública los vacíen por la noche. Mucho menos me gusta que feliciten el nuevo año, ni ver que todos se vuelven locos por hacer planes durante esa noche como si se acercase el fin del mundo. No me gusta ver a la gente hacer esfuerzos por emborracharse o por drogarse más de la cuenta y que luego te digan que hay empezar con buen pie el nuevo año, sí señor. No me gustan los regalos de Navidad y por eso no hago ni recibo. No me gusta ver a los dependientes de las tiendas estresados ante la avalancha de consumidores frenéticos que no saben ni qué quieren. No soporto acompañar a nadie a comprar regalos o ropa y estar esperando más de dos horas ante su indecisión y donde compruebas que sus compras no les nacen del corazón y son más bien regalos por compromiso. Por supuesto que tampoco me gustan las grandes cenas familiares en las que se nota que se reúnen más por obligación que por devoción, en las cuales nadie quiere verse en realidad, de hecho no pueden ni verse. En ellas debes saludar a familiares a los que no has visto desde hacía exactamente un año y luego a ellos se les despierta un insolente interés en tu porvenir y tu situación conyugal, no por curiosidad, sino para criticar a tus espaldas lo que haces y que dejas de hacer. No me gusta soportar la ostentación y alarde que se ve en esas cenas, donde informan a su supuesta familia de sus nuevas adquisiciones en forma de coches, inmuebles o donde los solteros presentan a su nueva parejita de turno y la exponen como un animal exótico para esperar la aprobación del resto de la manada y se sientan importantes cuando lleguen a sus oídos los comentarios que han hecho los demás, sobre la primera buena impresión que les ha dado su nueva pareja. Toda la navidad es una gran hipocresía, en la que se acentúa la insensatez del ser humano. Parece, que el frío navideño congele la parte más interna de nuestro cerebro, donde se aloja la avaricia, la territorialidad y los instintos primarios más miserables. En definitiva, no me gusta la navidad, pero tampoco me gusta nada en general.
Lejos de felicitar las fiestas os deseo mucha mierda por largo tiempo, y si queréis ser feliz navidad... no me leáis.
6 comentarios
azul rivera -
Fenix -
Rosicky -
Celia -
De pequeña me gustaba la Navidad, la veía toda llena de luces, de villancicos, me encantaba montar el Belén con mi madre y quedarme hasta las tantas jugando a las siete y media, pero lo que más me gustaba de las navidades era que nos juntábamos en Nochebuena unas diez personas...
Pero este año nos vamos a juntar 4 cuatro personas: mi madre, mi abuela, mi hermano y yo... sólo cuatro personas porque el resto se quedó en el camino, y todos por la misma enfermedad... Por eso, la Navidad para mí no es de colores, sino gris plomo...
Un beso, y que pases buena noche, aunque sea la fecha que es.
lu -
Un beso
fliss -
parece que existan múltiples realidades, pero no es cierto:
la física y la química de los cuerpos...
:-)