Humanos, cerdos, libélulas y mariposas.
Por las noches suelo despertarme de sopetón y con la respiración acelerada. No sé si estoy vivo o muerto, no recuerdo los sueños, pero deben ser horribles. Me despierto y no siento mi cuerpo, estoy convencido de que estoy muerto. Creo que ahora soy un espíritu que flota. Para comprobarlo me levanto de la cama y la miro con la esperanza de ver mi cuerpo postrado sin vida y lamentar mi desdicha. Oh, Fredy, que murió mientras soñaba, lo mató un cliente que quería que le devolviesen su dinero, qué pena más grande, tan joven que era, con toda la vida por delante y todos los proyectos e ilusiones que tenía...
La gente comenzaría a decir lo buena persona que era, tan amigo de sus amigos (esta cualidad siempre me ha parecido la peor que se le puede decir a una persona, es lo típico que se dice de la gente de la que no hay nada que destacar) y el profundo vacío que el mundo siente sin mí. Sin embargo, apuesto a que si me muriese en casa, nadie se daría cuenta de que me he muerto hasta que mi cuerpo no comenzase a apestar a todo el vecindario. Los bomberos tirarían la puerta abajo y me encontrarían allí, en una cama, con un libro de Bukowski abierto en el pecho, y ellos se taparían la nariz.
- Cómo apesta este tío –diría uno.
- Y encima se muere leyendo.
Los vecinos, tan listos como siempre, saldrán de sus casas para hablar con los reporteros de turno y dirán que ellos ya lo sospechaban, sabían que el pobre acabaría así, vivía solo aunque tenía familia con la que no mantenía una buena relación, era muy raro, nunca lo veían acompañado y no sabían a lo que se dedicaba. Mi casa sería un nido de cucarachas y de termitas, de las que yo no me diferencio mucho salvo por mi tamaño. Tampoco nadie se extrañaría de que no contestase al teléfono mientras yo estaba muerto.
- Este Fredy... Otra vez no contesta al teléfono. Seguro que atraviesa una de esas fases que él denomina “retiro voluntario” –dice uno tras llamarme.
La gente comenzaría a decir lo buena persona que era, tan amigo de sus amigos (esta cualidad siempre me ha parecido la peor que se le puede decir a una persona, es lo típico que se dice de la gente de la que no hay nada que destacar) y el profundo vacío que el mundo siente sin mí. Sin embargo, apuesto a que si me muriese en casa, nadie se daría cuenta de que me he muerto hasta que mi cuerpo no comenzase a apestar a todo el vecindario. Los bomberos tirarían la puerta abajo y me encontrarían allí, en una cama, con un libro de Bukowski abierto en el pecho, y ellos se taparían la nariz.
- Cómo apesta este tío –diría uno.
- Y encima se muere leyendo.
Los vecinos, tan listos como siempre, saldrán de sus casas para hablar con los reporteros de turno y dirán que ellos ya lo sospechaban, sabían que el pobre acabaría así, vivía solo aunque tenía familia con la que no mantenía una buena relación, era muy raro, nunca lo veían acompañado y no sabían a lo que se dedicaba. Mi casa sería un nido de cucarachas y de termitas, de las que yo no me diferencio mucho salvo por mi tamaño. Tampoco nadie se extrañaría de que no contestase al teléfono mientras yo estaba muerto.
- Este Fredy... Otra vez no contesta al teléfono. Seguro que atraviesa una de esas fases que él denomina “retiro voluntario” –dice uno tras llamarme.
Pero luego recobro el sentido, pasan los minutos y no sé ni cómo me he podido plantear la posibilidad de estar muerto y mucho menos pensar que de mi cuerpo saldría un alma. Si realmente tuviésemos un alma yo sería inmortal, pues la mía está tan sucia de pecados mortales y benignos que no podría salir por ningún orificio de mi cuerpo, algo así como lo que pasa en las propagandas con la cal de las lavadoras. Debería ir a confesarme un día de estos, creo que me fatigo mucho y es por culpa del peso de los pecados que arrastro encima. Si le digo al cura que he utilizado la palabra de dios en vano más de cien mil veces no querrá perdonarme. Si le hago un listado de pecados que he cometido, ya no me quedaría suficiente tiempo para rezar hasta que se limpie mi alma. Me abrasaré en el infierno o me pudriré en el purgatorio. No quiero morir, no quiero morir así. Yo no elegí ser un humano, a mí me gustaría ser un animal, me gustaría no tener que ir a trabajar, me gustaría alimentarme de los frutos que me da la naturaleza o cazar con mis propias garras y no tener que ir al supermercado a comprar trozos de animales con un dinero que he ganado vendiendo teléfonos. Quiero ser una mariposa o una libélula, quiero volar por el mundo, por los prados, reposar en las florecillas, conocer a otras mariposas, mantener charlas agradables sobre lo bonito que es el Sol que nos calienta. No quiero tener cerebro. Quiero sonreír y ser feliz. Me gustaría ser un cerdo ignorante que vive en su piara sin saber que lo van a matar y que lo van cortar en lonchas finas de jamón york empaquetado y que sus despojos serán anunciados como una oferta exclusiva en un catálogo de Carrefour. Pero no, aquí estoy yo, con semblante antropomórfico, trabajando ocho horas al día para poder comprar un trozo de cerdo feliz empaquetado, y con lo que me sobra poder pagar la hipoteca de cuarenta años. ¿Por qué tienen que existir los horarios para ir a trabajar? Lo ideal sería que uno fuese a trabajar cuando le viniese en gana. ¿Necesitas 20 euros? Pues te vas y trabajas dos horas cuando te apetece y que te paguen cuando acabes. ¿Qué quieres ganar mucho dinero? Pues trabajas todos los días si te da la gana. ¿Qué sólo quieres pagarte el alquiler y la comida? Pues trabajas una semana al mes y ya está. Sé que es imposible, pero el mundo sería superbonito y la gente no sufriría estrés laboral. Humanos, cerdos, mariposas y libélulas revolotearíamos por los montes y seríamos tan felices que, para celebrarlo, haríamos una gran paella con leña y nos emborracharíamos tanto, que acabaríamos con un coma etílico que no nos permitiría apagar las brasas de la parrilla. Entonces provocaríamos un incendio forestal y nuestros cuerpos acabarían calcinados. Al fin y al cabo, no es tan grave como morir en un sueño o de un ataque al corazón mientras lees un libro.
12 comentarios
M- -
sueños de cualquier tipo, prefiero los eróticos pero si son como este que
cuentas, ni modo..no me queda de otra que mientras te acaricio me coma un pedazo
de loncha de jamon serrano...
besitos.
malevolia -
Es una pena no ser un cerdo.
Me gusta tu casa.
Un saludo ;)
Lectora -
Mueve el culo ese, chicooo, a la silla y a escribirrr jaja.
Rosicky -
Leí tu historia... ¿Y qué decir? Creo que necesitas cambiar de lavadora :D
Mañana comento mejor :D
Un abrazo maestro! :D
Carol -
y el poema de bukowski me ha gustado mucho, gracias por ponerlo.
besos.
Celia -
Estaría bien eso de ir a trabajar cuando te venga en gana, pero la clientela se volvería loca si, por ejemplo, todos los vendedores de pan deciden no ir a trabajar... O se tendrían que recorrer media ciudad en busca de un establecimiento abierto...
Ahora que lo dices, no me importaría ser un animal, por ejemplo mi gato, que el cabrón vive mejor que quiere.
Besos!
En Tierra Firme -
poema navideño para un hombre encarcelado
hola Bill Abbott:
me parece muy valioso que distribuyas mis libros
allá en la cárcel, mis poemas y cuentos.
si puedo aligerar la carga de algunos de los tipos con
mis libros, bárbaro.
pero la literatura, sabés, es difícil de asimilar
para el hombre ordinario (y para el extraordinario también);
a mí no me gusta la mayoría de la poesía, por ejemplo,
por eso escribo la mía de la manera que me gustaría leerla.
la poesía pareciera que se está volviendo mejor, más
humana,
la claridad del lenguaje tiene algo que
ver con eso (w. c. williams vino y le pidió
a todos que aclararan el lenguaje)
luego
vine yo.
pero escribir es una cosa, y la vida
otra, pareciera
que hemos mejorado la escritura un poquito
pero la vida (nuestra y ajena)
no pareciera estar mejorando gran
cosa.
quizás si escribiéramos lo suficientemente bien
y viviéramos un poco mejor
la vida mejoraría un poquito
como para que no dé vergüenza.
quizás los artistas no han sido lo suficientemente
poderosos,
¿quizás los políticos, los generales, los jueces, los
curas, la policía, los cafiolos, los hombres de negocios han sido demasiado
fuertes? no me
gusta esa idea
pero cuando miro a nuestros pálidos y preciosos artistas,
actuales y pasados, me parece que es
posible que sí.
(a la gente no le gusta cuando hablo así.
Chinaski, cortala, dicen,
no sos tan grandioso.
pero
carajo, no estoy hablando acerca de ser
grandioso.)
lo que estoy diciendo es
que el arte no ha mejorado la vida como
debería, ¿quizás porque ha sido algo demasiado
privado? y a pesar del hecho que los viejos poetas
y los nuevos poetas y yo
hemos tenido todos problemas idénticos o parecidos
con:
las mujeres
el gobierno
Dios
el amor
el odio
la indigencia
la esclavitud
el insomnio
la deportación
el clima
las esposas, y así
sucesivamente.
ahora me escribís
que al hombre de la celda de al lado tuyo
no le gusta mi puntuación
como pongo las comas (especialmente)
y también la manera en que divago
para decir algo con precisión.
ah, él no se da cuenta de la intención
la cual es
liberar, humanizar, relajar
y aún así hacerla tan real como sea posible
a la palabra en la página. la palabra debe ser como
la manteca o la palta o
el churrasco o los biscochitos calientes, o los anillos de cebolla o
cualquier otra cosa que sea realmente
necesaria. debería ser casi
posible que agarres las palabras y
te las comas.
(debe de haber algún vivo en alguna parte
por allí
que dirá
si es que lee alguna vez ésto:
"¡Chinaski, si quisiera una cena voy y
la pido!")
como sea
un artista puede divagar y aún así mantener
la forma esencial. Dostoievski lo hacía. él
normalmente contaba 3 o 4 historias marginales
mientras contaba la que era
central (en sus novelas, claro está).
Bach nos enseñó como poner una melodía encima de
otra y otra melodía encima de
esa y
Mahler divagaba más que ninguno que yo conozca
y yo encuentro gran significado
en su pretendida falta de forma.
no dejés que los chicos de la forma y la regla
como el tipo de la celda contigua
te las pongan encima tuyo. sólo
dale un ejemplar de Time o Newsweek
y estará feliz.
pero no estoy defendiendo mi obra (ni de vos ni de él)
estoy defendiendo mi derecho a hacerla de la manera
que me hace sentir mejor.
siempre pienso que si un escritor se aburre con su obra
el lector va a
aburrirse también.
y no creo en la
perfección, creo en mantener los
intestinos libres
por lo que coincido con los que me critican
cuando dicen que lo que escribo es un montón de mierda.
estás condenado a 19 años y 1/2
yo vengo escribiendo desde casi 40.
seguimos adelante con nuestras cosas.
seguimos adelante con nuestras vidas.
a veces escribimos mal
o a veces vivimos mal.
todos tenemos malos días
y noches.
a ese tipo de la celda al lado de la tuya debería mandarle
Las Obras Selectas de Robert Browning para Navidad,
eso le daría la forma que él está buscando
pero necesito la guita para el hipódromo,
Santa Anita abre el
26, así que dale un ejemplar de Newsweek
(los muertos no tienen futuro, ni pasado, ni presente,
sólo se preocupan por las comas)
y ¿puse adecuadamente las comas
aquí,
Abbott?
En Tierra Firme -
Mararía -
En Tierra Firme -
Creo que tienes futuro montando una secta de lavados de cerebro. Con frases como esa y el ladrillo que acabas de poner tienes el éxito asegurado.
En Tierra Firme -
A ver si nos vemos pronto! que hace lustros que no nos vemos che!
Noel -
Esta de PM lo article!
A fore si ens veiem, cabró! Stas pagant una hipoteketa?
Ya te contarás algo perrako!
Salu2 , de aquel que solias llamar Noelet