Diario de un exiliado. Capítulo 17. Ardiente
Lo peor que podía ocurrir ocurrió: el Rastafari se echó novia.
Era la típica imbécil sin personalidad con la cara llena de piercings que llevaba rastas en la cabeza, en los sobacos y seguro que hasta en el coño. Pero no eran unas rastas normales, sino de las que sólo pueden formarse cuando alguien no se lava el pelo en un año. Era realmente asquerosa, por eso mismo hacía buena pareja con el Rastafari.
Debería haberme alegrado cuando me la presentó si no fuera porque la noche anterior estuvieron follando a grito pelado sin dejarme dormir. Yo intentaba conciliar el sueño y cuando creía que por fin iba a dormir comenzaban de nuevo: venga el ruidito del colchón, los golpes contra la pared, los gemidos y los múltiples orgasmos en estéreo. Yo tapaba mi cabeza con la almohada pero no podía dejar de escucharlos. Me levanté y pasee por la habitación para pensar qué hacer. Por un momento quise llamarles a la habitación, ¿pero qué iba a decir a dos personas que están follando como conejos? Disculpad ¿podéis follar con un poco más de discreción? Es que no puedo dormir. Pero no hubiese sido buena idea.
Así estuvieron durante toda la semana. Yo trataba de permanecer en el piso el menor tiempo posible. Siempre que podía me quedaba en casa de algún compañero a dormir. Se pasaban día y noche follando. A veces hasta se lo montaban en el cuarto de baño. Parecían tener la receta del viagra en su sangre. Creo que les daba morbo que les escucharan, otra explicación no me cabe en la cabeza. Entre polvo y polvo salían de la habitación sonrientes, medio en pelotas y se bebían mi botella de agua de la nevera. Yo los miraba y pensaba que el futuro de la Tierra a largo plazo estaría lleno de rastafaris fumaporros. Dentro de 1000 años, en las típicas fotos en las que aparece un mono que evoluciona hasta el homo sapiens sapiens aparecerá un eslabón más: el rastafari fumosapiens marihuanensis. En momentos así uno piensa que la eugenesia y el exterminio no es una opción tan descabellada como parece.
Pero llegó el día de San Juan. Fui con los amigos a comprar bebida para el botellón nocturno. Cuando volví a casa todo estaba lleno de humo y de gente . Tenía miedo. Cada vez que el rastafari montaba una fiesta sucedía algo paranormal. El humo era exagerado. Pensé que se estaban haciendo un submarino con una cachimba del tamaño de un botafumeiro. No conocía a la mayoría de gente que estaba allí, algunas caras me sonaban del día que el rastafari montó la fiesta en la que me robaron la tarjeta de la cámara. Nadie me decía nada. Todos estaban bebiendo o fumando. De pronto se acercó uno que no sabía quién es.
- ¿Tienes papel? –me pregunta.
- No, no tengo papel. ¿Se puede saber qué está pasando aquí?
- Nos hemos comido setas. Estoy de un buen rollo que flipas. Todavía quedan unas cuántas raciones. ¿Quieres? En serio tío, te da un buen rollo... yo estoy de puta madre ahora mismo.
- No, no, gracias... es que me tengo que ir ahora mismo a la playa.
Salí de la cocina y entré en el comedor. Entonces vi al Rastafari junto a un montón de chusma y su novia multiorgásmica. Todas las mesas y sillones estaban apartados. Mire hacia arriba y había una mancha negra en el techo. En el centro del comedor había un montaña de ceniza.
Era la típica imbécil sin personalidad con la cara llena de piercings que llevaba rastas en la cabeza, en los sobacos y seguro que hasta en el coño. Pero no eran unas rastas normales, sino de las que sólo pueden formarse cuando alguien no se lava el pelo en un año. Era realmente asquerosa, por eso mismo hacía buena pareja con el Rastafari.
Debería haberme alegrado cuando me la presentó si no fuera porque la noche anterior estuvieron follando a grito pelado sin dejarme dormir. Yo intentaba conciliar el sueño y cuando creía que por fin iba a dormir comenzaban de nuevo: venga el ruidito del colchón, los golpes contra la pared, los gemidos y los múltiples orgasmos en estéreo. Yo tapaba mi cabeza con la almohada pero no podía dejar de escucharlos. Me levanté y pasee por la habitación para pensar qué hacer. Por un momento quise llamarles a la habitación, ¿pero qué iba a decir a dos personas que están follando como conejos? Disculpad ¿podéis follar con un poco más de discreción? Es que no puedo dormir. Pero no hubiese sido buena idea.
Así estuvieron durante toda la semana. Yo trataba de permanecer en el piso el menor tiempo posible. Siempre que podía me quedaba en casa de algún compañero a dormir. Se pasaban día y noche follando. A veces hasta se lo montaban en el cuarto de baño. Parecían tener la receta del viagra en su sangre. Creo que les daba morbo que les escucharan, otra explicación no me cabe en la cabeza. Entre polvo y polvo salían de la habitación sonrientes, medio en pelotas y se bebían mi botella de agua de la nevera. Yo los miraba y pensaba que el futuro de la Tierra a largo plazo estaría lleno de rastafaris fumaporros. Dentro de 1000 años, en las típicas fotos en las que aparece un mono que evoluciona hasta el homo sapiens sapiens aparecerá un eslabón más: el rastafari fumosapiens marihuanensis. En momentos así uno piensa que la eugenesia y el exterminio no es una opción tan descabellada como parece.
Pero llegó el día de San Juan. Fui con los amigos a comprar bebida para el botellón nocturno. Cuando volví a casa todo estaba lleno de humo y de gente . Tenía miedo. Cada vez que el rastafari montaba una fiesta sucedía algo paranormal. El humo era exagerado. Pensé que se estaban haciendo un submarino con una cachimba del tamaño de un botafumeiro. No conocía a la mayoría de gente que estaba allí, algunas caras me sonaban del día que el rastafari montó la fiesta en la que me robaron la tarjeta de la cámara. Nadie me decía nada. Todos estaban bebiendo o fumando. De pronto se acercó uno que no sabía quién es.
- ¿Tienes papel? –me pregunta.
- No, no tengo papel. ¿Se puede saber qué está pasando aquí?
- Nos hemos comido setas. Estoy de un buen rollo que flipas. Todavía quedan unas cuántas raciones. ¿Quieres? En serio tío, te da un buen rollo... yo estoy de puta madre ahora mismo.
- No, no, gracias... es que me tengo que ir ahora mismo a la playa.
Salí de la cocina y entré en el comedor. Entonces vi al Rastafari junto a un montón de chusma y su novia multiorgásmica. Todas las mesas y sillones estaban apartados. Mire hacia arriba y había una mancha negra en el techo. En el centro del comedor había un montaña de ceniza.

- ¿¿Pero qué coño es esto??
- ¡¡Fredy!! –dijo el rastafari– ¡nos hemos comido setas y hemos hecho una hoguera!
Me quedé de piedra.
- ¿Una hoguera? –pregunté.
- Sí, sí. Carí –dijo girándose hacia donde ella estaba la multiorgásmica–. Enséñale a Fredy el video que hemos grabado. –Se volvió a girar hacia mí– Ahora verás que cafrá.
Ella se levantó y se acercó con su cámara digital. Me puso el video que acababan de grabar. Y... en fin... ¿para qué les voy a contar? Me quedé tan impresionado que le pedí que me lo copiara para luego poder colgarlo. Le he puesto música para darle un mayor patetismo a la escena. Vean, vean:
Al acabar de ver el video no sabía qué hacer. La gente ya estaba flipando demasiado con las setas y decidí irme a la playa aunque faltaba una hora para el botellón. Pasé la noche de San Juan consternado. Al saltar las olas deseeé con todas mis fuerzas que se incendiara el piso y se murieran todos. Pero volví a casa y todos los amigos del Rastafari seguían allí, algunos en coma etílico tirados por el suelo, otros durmiendo en el sofá, otros en la terracita del balcón hablando de cómo rentabilizar el THC de una planta...
Al día siguiente llamé a la casera.
- ¿Oiga? Soy Fredy, quería hablar con usted.
- Sí, dime.
- La última vez que vino a cobrar nos preguntó si queríamos seguir en el piso el año que viene.
- Sí.
- Yo quería decirle una cosa: el año que viene o sen van mis dos compañeros o me voy yo.
- ¿Por qué no vienes aquí y lo hablamos?
- Vale.
Y me fui a hablar con la casera.
Al día siguiente llamé a la casera.
- ¿Oiga? Soy Fredy, quería hablar con usted.
- Sí, dime.
- La última vez que vino a cobrar nos preguntó si queríamos seguir en el piso el año que viene.
- Sí.
- Yo quería decirle una cosa: el año que viene o sen van mis dos compañeros o me voy yo.
- ¿Por qué no vienes aquí y lo hablamos?
- Vale.
Y me fui a hablar con la casera.
17 comentarios
presunta -
jajajajaj
Ornitomono -
chivato!!!!
Gus -
A pesar de que es una animalada, tengo que reconocer que me he reido un monton al ver el video. Supongo q es como cuando ves que alguien se da una hostia... te hace gracia... pq no te pasa a ti.
Un saludo tio, ya nos vemos este finde por las playas de Cullera.
Marta -
Luna -
Luna -
noshow -
Largate, Fredy!!
juan rafael -
el_Vania -
Menuda paciencia que tienes, amigo.
Salud/OS!
kike -
guixots -
alvean28@hotmail.com -
Marquitos -
Sherezade -
Hay gente para todo, eh? Yo casi hubiera preferido que siguieran follando.
maurizio -
Lo que no entiendo es lo del carton... es que era ignifugo? ... o qué?
Venga suerte con la casera.
Celia -
Eso de la hoguera en el salón me ha recordado a Lola Flores, que no tuvo otra idea mejor, que en el hotel de Nueva York donde se alojaba, tender la ropa interior por fuera del hotel, y hacer una hoguera en el salón de la suite. Y lo hizo sin tomar setas ni nada... a saber que hubiesse llegado a hacer con las setas...
Un besote!
P.D. me alegro de que siga el Fredy de siempre.
Carol -