Diario de un exiliado. Capítulo 7. Un día cualquiera
Me levanto confuso. Nunca sé bien dónde estoy. Lo primero que veo al despertarme es a Dalí, que me atraviesa con su mirada hipnótica desde el póster. Muchas veces me siento intimidado por él.
Me revuelvo en la cama. No tengo nada que hacer. He dormido más o menos bien, pero seguiría durmiendo. Escucho la puerta de casa. Alguien se ha ido. Debe ser tarde. Creo que ha llegado el momento de despertarme.
Miro la hora del teléfono y de pronto recuerdo que alguien me ha despertado con un mensajito a las cinco de la madrugada. ¿Lo habré soñado? Miro los mensajes para comprobarlo y efectivamente. Marcos, el de las gafas pasta y Amelie, me ha escrito diciendo que hoy hay partido a las tres de la tarde. ¿De verdad me ha mandado un mensaje a esa hora o es que mi móvil recibe los mensajes cuando le da la gana?
Son las 12. Anoche me acosté con una idea firme en la cabeza: conseguir el Football Manager y acabar de arreglar el ordenador. Lo tuve que formatear porque mi ordenador era un nido de virus. No guardé el Football Manager, pero he decidido que no voy a descargármelo, voy a comprármelo original. Es el juego al que más viciado estoy y lo mínimo que puedo hacer por la industria es comprármelo. Sólo cuesta 20 euros.
Otro objetivo del día es ir a la universidad. Configurar la conexión wiffi y descargarme un buen antivirus antes de que comience a llenarse el ordenador de mierda.
Desayuno tranquilamente un vaso de leche con un tercio de vaso lleno de nesquik. Veo un rato a Patricia Conde. Este programa parece que estén todo el día emitiéndolo en La sexta. Sea la hora que sea siempre estará puesto el “Sé lo que hicisteis”.
Me arreglo en dos minutos. Vaqueros y camiseta. Salgo a la calle, cojo el coche y me voy directo al centro comercial. Hay una tienda de videojuegos bastante grande. Por el camino pienso en cuando iba a ese centro comercial cuando me pelaba clases del instituto. También pienso en la película que vi anoche y trato de encontrarle significado. Era la película “Los idiotas” que hacen estos del dogma 95. Al principio estas películas me ponen muy nervioso. Estoy demasiado acostumbrado a ver películas con buena fotografía y cuando veo a estos hacer una película con una cámara de video me frena mucho. Pero por otro lado es bueno, demuestran que tan sólo con una cámara de mierda y unos cuantos actores son capaces de hacer una buena película. La película trata de un grupo de gente que se hace pasar por idiotas para burlarse de la gente, para no pagar en restaurantes y para luchar contra la vergonzosa clase media. En cierto momento me entusiasmé con la idea de combatir contra mi propia clase media, que son seres completamente ridículos… pero como siempre estás ideas se me van a los cinco minutos.
Llego a la tienda de videojuegos. Busco en las estanterías. No veo nada. Le pregunto a la chica que está allí si tienen el Football manager y me dice que no. Como es mujer no me fío de su criterio, puede que sea una dependienta ridícula que han contratado y no sabe distinguir entre el FIFA y el PRO. Le pregunto si tiene el juego para cualquier otra consola y me dice: No tengo el Football manager 2008 para ninguna consola. Entonces percibí que sabía de lo que hablaba.
Me voy a otro centro comercial. Allí hay otra tienda de videojuegos más pequeña. No veo nada por las estanterías y le pregunto al chico de la tienda que tiene pinta de gay. Mira en el ordenador y ¡eureka! Todavía le queda uno. Me lo da y entonces saboreo lo que es la felicidad. Por fin podré pegarme una buena viciada, por fin podré empezar una liga en condiciones y por fin, al ser original, podré jugar una liga on line, lo cual es lo más friki que puedo hacer en la vida.
Vuelvo a casa. Recojo el ordenador. Me voy a la universidad. Tengo que conseguir un antivirus como sea. Como sabía que mis compañeras de piso estaban por allí preparando un trabajo me fui a ver si tenían algún antivirus a mano. Pero me recomienda que me descargue el Avast, que hay una versión que puedes utilizar un año. Decido pasar olímpicamente de tener un antivirus con fecha de caducidad y comienzo a investigar. Busco con el Ares alguna versión con crack de Kaspersky, pero hay tantos y son archivos tan pequeños que estoy seguro que son virus. Lo mejor en estos casos es descargarse las cosas del emule. Así que me bajo el Emule, busco, pero no consigo conectar a ningún servidor. No sé si es por mi incompetencia absoluta o porque tienen el emule vetado en la universidad.
Decido bajarme una versión de prueba del kaspersky y cuando llegue a casa ya me bajaré algún código de activación. Es el antivirus que más me gusta. Suele estar callado ahí bajo y no jode demasiado.
Vuelvo a casa. Me pongo a probar el Football manager… y en fin… para qué contar más. No puede haber un juego más perfecto. Ahora he elegido al Barcelona, quiero tener dinero para fichajes, podría haber elegido al Madrid, pero es que a ese equipo no lo puedo ver ni en pintura pixelada de videojuegos.
Ya son las 14 y poco. Tengo que comer algo antes de irme a jugar a fútbol. Así que decido hacerme una lasaña al microondas. Me la como, reposo un rato, veo la tele y a las 15 decido llamar a Marcos para asegurarme que el mensaje de anoche se refería a hoy. Me contesta con una voz de dormido que no es normal. Le pregunto qué hace durmiendo y me dice que anoche se pasó haciendo el tonto toda la noche. “¿Pero qué hiciste?” pregunté, “Hablar y ver la tele”. Al final me dice que necesita dormir. Que se ha acostado a las diez de la mañana y necesita dormir un poco. Es de ese tipo de personas que necesita dormir diez horas para ser persona.
Me visto, me pongo las botas de fútbol sala y me voy a la pista. No somos bastantes. Falta gente. Nadie tiene el teléfono móvil para llamar a gente y hacemos jugar a dos niños que estaban allí con la pelota. Nos lo pasamos bien un rato. Una vez más dejo asombrado a todo el mundo que me ve jugar con mi estilo de juego directo, de samba brasileña y mi control de balón que el mismísimo Maradona envidiaría.
Estamos una hora jugando y nos echan. Tienen que jugar partido de liga. Decido volver a casa y antes de ducharme pongo otra vez la partidita del fútbol. Es un vicio demasiado bueno…
No me funciona bien la conexión a Internet y me paso más de una hora configurándola. Eso mientras mis compañeras de piso y su grupo estaban haciendo una exposición a toda la clase de un trabajo que tenían que hacer que era un coñazo.
No sé lo que es la felicidad, pero cuando uno gana al fútbol, cuando uno juega al Football manager, cuando siente la alegría completa del balón entrando en la portería… uno está seguro de tocar la felicidad con los dedos. Abrazarla debe ser una pasada.