El genio

No hace mucho tiempo me ocurrió algo insólito. Fui a una tienda de antigüedades a buscar algún trasto útil para casa. Me puse a buscar en una caja entre un montón de chatarra y allí encontré una lámpara que tenía un brillo un tanto especial. La cogí fascinado. Sabía que tenía un valor incalculable, pero la roña la hacía pasar desapercibida entre tanta basura. Froté la lámpara con mucho entusiasmo y de ella salió un fabuloso genio.
Yo estaba boquiabierto.
-Te concedo tres deseos –me dijo.
No me lo podía creer. ¡Por fin se iba a hacer justicia conmigo! Hacía mucho tiempo que esperaba un golpe de suerte así. Siempre había estado convencido de que mi suerte cambiaría algún día, que las cosas no siempre me iban a salir mal. Por fin había llegado mi fortuna, sin duda alguna la merecía. Este genio me iba a hacer olvidar todos los años de angustia que he pasado, por fin conseguiría todo aquello que siempre he querido y alcanzaría las metas por las que siempre he luchado sin cosechar ningún éxito.
¿Pero qué era lo que quería?
Comencé a cavilar sobre el asunto. En lo primero que pensé fue en pedir dinero y mujeres. En llevar una vida lujuriosa y derrochar toda mi fortuna en fiestas, drogas, borracheras y putas. Pero no acababa de convencerme, siempre me prometí que cuando llegase el éxito (aunque no me imaginaba que iba a llegar así) nunca dejaría de ser yo mismo. Jamás había derrochado de ese modo, eso no iba con mi personalidad. ¿Qué sentido tenía pedir eso? Comprar cosas no me hacía feliz; mis posesiones terminarían por poseerme. Además, no quería depender del dinero. El dinero era una mierda, lo único que hace es corromper todo y jamás me iba a dar lo que buscaba. Así que descarté esta opción.
Después me vino a la memoria la típica trampa que siempre quise tenderle al genio; si realmente podía conceder cualquier deseo, también podría cambiar la norma de las tres concesiones, y en vez de tres, podría pedirle que las cambiase por las que a mí me diesen la gana. Pero haciendo esto estaría incumpliendo las normas del juego que hay que respetar. Estaría jugando sucio. En los cuentos siempre aparecen una serie de normas inexplicables que el protagonista debe cumplir, en cuanto se rompen estas normas se rompe el hechizo o aparece el lobo. Hay que respetar las normas de los cuentos, aunque no las entendamos, aunque sean una mierda. Por lo tanto también descarté pedirle eso, tenía miedo de cagarla.
Mis deseos más lujuriosos dejaron paso a otro deseo más vivo: encontrar el amor verdadero. Sería maravilloso encontrar, por fin, a esa otra persona que circula por algún lugar del mundo, a esa que todavía no has conocido pero sabes que está hecha para ti. Pero, ¿Qué iba a hacer el genio para darme a esa persona? Seguramente escogería a una chica y la sometería a un encantamiento que la haría enamorarse de mí enloquecidamente. Entonces la chica no estaría actuando bajo los efectos del verdadero amor, sino bajo los influjos de la magia de un genio. Ella tan sólo estaría cumpliendo órdenes. Eso no sería amor, sería un montaje. Yo quería que mi amada actuase por voluntad propia y no porque yo lo haya pedido. Eso sería lo mismo que obligar a una persona a que se prostituya. Y no, yo no quería eso.
Luego pensé en pedir la inmortalidad. Así alcanzaría esa vida eterna que ninguna religión me puede a dar, podría espantar el miedo a la muerte, podría conocer todas las culturas venideras y tener un amplísimo conocimiento del mundo. Pero enseguida me acordé de la película de “Los inmortales”, o de “Entrevista con el vampiro”. Vería a todas mis amantes morir con el paso del tiempo, vería a todos mis amigos caer generación tras generación. Estaría sufriendo constantemente porque nunca encontraría a nadie como yo. Además, también pensé en un futuro a largo plazo. ¿Qué pasaría con un inmortal cuando la Tierra fuese inhabitable? ¿Qué pasaría si el Sol se convierte en una supernova y destruye la Tierra? Mi cuerpo quedaría flotando vivo por los confines del universo y yo tan sólo desearía morir de una vez por todas , tan sólo querría acabar con mi sufrimiento. No, no quería ser inmortal, yo quería morir algún día.
No sabía qué pedir. Era una decisión muy difícil. ¿Yo qué quería? De pequeño siempre soñé en ser una estrella de rock y ahora sueño con ser escritor. Podría pedirle al genio que me concediera el deseo. ¿Pero qué haría el genio por mí? Seguramente convencería a un gran productor musical para que se fijase en mí y me lanzara a la fama mundial. ¿Era eso lo que yo quería? Siempre había despreciado a esos productos de marketing de la MTV que no tenían talento y que lo único que tenían era a un multimillonario pagándole una gran campaña de publicidad. Yo tan sólo admiraba a los artistas que se habían trabajado su carrera con esfuerzo. Yo no iba a convertirme en uno de esos pidiéndoselo al genio. Tampoco me conformaría con que todo el mundo se volviese loco comprando mis libros. Yo todavía no era un buen escritor y el genio no me iba a ayudar a serlo. Era imposible ser un buen escritor por obra y gracia de un genio porque no existe la perfección en ese terreno. A la mierda con el genio, yo quería convertirme en un genio y no en un pedo de un genio.
¿Qué más podía pedir? ¿La paz mundial? ¿El cese de las guerras? ¿La erradicación del hambre? ¿Quién era yo para decidir sobre el devenir de la humanidad? La humanidad es así porque la gente lo quiere así. Los que ostentan el poder, los que pueden cambiar las cosas, nunca hacen nada por combatir las injusticias sociales. Los dirigentes de los países más ricos tienen poder para acabar con el hambre en el mundo y no mueven un dedo por hacerlo. Y lo que es peor: a esos dirigentes los han elegido sus pueblos de una forma democrática. Si yo impusiera mi criterio estaría obrando contra todos esos que quieren que las cosas sigan así. Estaría convirtiéndome en un dictador antidemocrático. Y yo, ante todo, repudiaba a los dictadores.
Estaba ante el planteamiento más difícil de toda mi vida. No sabía qué pedir, o tal vez sí. No, no, a mí no me hacía falta que un genio me conceda lo que quiero. No me gusta que nadie me dé las cosas hechas. No tiene ningún valor conseguir lo que quieres si no es con tu esfuerzo.
¿Qué me faltaba? ¿liberar al genio? ¡Qué cojones! ¡El genio era libre y todavía no se había enterado!
El genio me miraba impaciente, yo no quería hacerle perder más tiempo, me sentía presionado. Así que le dije:
- Oye genio, mejor métete en la lámpara, descansa y que te encuentre otro.
El genio se quedó con semblante estupefacto y yo me fui convencido de que nunca más jugaría a la lotería.
Ya no me hacía falta.
Yo estaba boquiabierto.
-Te concedo tres deseos –me dijo.
No me lo podía creer. ¡Por fin se iba a hacer justicia conmigo! Hacía mucho tiempo que esperaba un golpe de suerte así. Siempre había estado convencido de que mi suerte cambiaría algún día, que las cosas no siempre me iban a salir mal. Por fin había llegado mi fortuna, sin duda alguna la merecía. Este genio me iba a hacer olvidar todos los años de angustia que he pasado, por fin conseguiría todo aquello que siempre he querido y alcanzaría las metas por las que siempre he luchado sin cosechar ningún éxito.
¿Pero qué era lo que quería?
Comencé a cavilar sobre el asunto. En lo primero que pensé fue en pedir dinero y mujeres. En llevar una vida lujuriosa y derrochar toda mi fortuna en fiestas, drogas, borracheras y putas. Pero no acababa de convencerme, siempre me prometí que cuando llegase el éxito (aunque no me imaginaba que iba a llegar así) nunca dejaría de ser yo mismo. Jamás había derrochado de ese modo, eso no iba con mi personalidad. ¿Qué sentido tenía pedir eso? Comprar cosas no me hacía feliz; mis posesiones terminarían por poseerme. Además, no quería depender del dinero. El dinero era una mierda, lo único que hace es corromper todo y jamás me iba a dar lo que buscaba. Así que descarté esta opción.
Después me vino a la memoria la típica trampa que siempre quise tenderle al genio; si realmente podía conceder cualquier deseo, también podría cambiar la norma de las tres concesiones, y en vez de tres, podría pedirle que las cambiase por las que a mí me diesen la gana. Pero haciendo esto estaría incumpliendo las normas del juego que hay que respetar. Estaría jugando sucio. En los cuentos siempre aparecen una serie de normas inexplicables que el protagonista debe cumplir, en cuanto se rompen estas normas se rompe el hechizo o aparece el lobo. Hay que respetar las normas de los cuentos, aunque no las entendamos, aunque sean una mierda. Por lo tanto también descarté pedirle eso, tenía miedo de cagarla.
Mis deseos más lujuriosos dejaron paso a otro deseo más vivo: encontrar el amor verdadero. Sería maravilloso encontrar, por fin, a esa otra persona que circula por algún lugar del mundo, a esa que todavía no has conocido pero sabes que está hecha para ti. Pero, ¿Qué iba a hacer el genio para darme a esa persona? Seguramente escogería a una chica y la sometería a un encantamiento que la haría enamorarse de mí enloquecidamente. Entonces la chica no estaría actuando bajo los efectos del verdadero amor, sino bajo los influjos de la magia de un genio. Ella tan sólo estaría cumpliendo órdenes. Eso no sería amor, sería un montaje. Yo quería que mi amada actuase por voluntad propia y no porque yo lo haya pedido. Eso sería lo mismo que obligar a una persona a que se prostituya. Y no, yo no quería eso.
Luego pensé en pedir la inmortalidad. Así alcanzaría esa vida eterna que ninguna religión me puede a dar, podría espantar el miedo a la muerte, podría conocer todas las culturas venideras y tener un amplísimo conocimiento del mundo. Pero enseguida me acordé de la película de “Los inmortales”, o de “Entrevista con el vampiro”. Vería a todas mis amantes morir con el paso del tiempo, vería a todos mis amigos caer generación tras generación. Estaría sufriendo constantemente porque nunca encontraría a nadie como yo. Además, también pensé en un futuro a largo plazo. ¿Qué pasaría con un inmortal cuando la Tierra fuese inhabitable? ¿Qué pasaría si el Sol se convierte en una supernova y destruye la Tierra? Mi cuerpo quedaría flotando vivo por los confines del universo y yo tan sólo desearía morir de una vez por todas , tan sólo querría acabar con mi sufrimiento. No, no quería ser inmortal, yo quería morir algún día.
No sabía qué pedir. Era una decisión muy difícil. ¿Yo qué quería? De pequeño siempre soñé en ser una estrella de rock y ahora sueño con ser escritor. Podría pedirle al genio que me concediera el deseo. ¿Pero qué haría el genio por mí? Seguramente convencería a un gran productor musical para que se fijase en mí y me lanzara a la fama mundial. ¿Era eso lo que yo quería? Siempre había despreciado a esos productos de marketing de la MTV que no tenían talento y que lo único que tenían era a un multimillonario pagándole una gran campaña de publicidad. Yo tan sólo admiraba a los artistas que se habían trabajado su carrera con esfuerzo. Yo no iba a convertirme en uno de esos pidiéndoselo al genio. Tampoco me conformaría con que todo el mundo se volviese loco comprando mis libros. Yo todavía no era un buen escritor y el genio no me iba a ayudar a serlo. Era imposible ser un buen escritor por obra y gracia de un genio porque no existe la perfección en ese terreno. A la mierda con el genio, yo quería convertirme en un genio y no en un pedo de un genio.
¿Qué más podía pedir? ¿La paz mundial? ¿El cese de las guerras? ¿La erradicación del hambre? ¿Quién era yo para decidir sobre el devenir de la humanidad? La humanidad es así porque la gente lo quiere así. Los que ostentan el poder, los que pueden cambiar las cosas, nunca hacen nada por combatir las injusticias sociales. Los dirigentes de los países más ricos tienen poder para acabar con el hambre en el mundo y no mueven un dedo por hacerlo. Y lo que es peor: a esos dirigentes los han elegido sus pueblos de una forma democrática. Si yo impusiera mi criterio estaría obrando contra todos esos que quieren que las cosas sigan así. Estaría convirtiéndome en un dictador antidemocrático. Y yo, ante todo, repudiaba a los dictadores.
Estaba ante el planteamiento más difícil de toda mi vida. No sabía qué pedir, o tal vez sí. No, no, a mí no me hacía falta que un genio me conceda lo que quiero. No me gusta que nadie me dé las cosas hechas. No tiene ningún valor conseguir lo que quieres si no es con tu esfuerzo.
¿Qué me faltaba? ¿liberar al genio? ¡Qué cojones! ¡El genio era libre y todavía no se había enterado!
El genio me miraba impaciente, yo no quería hacerle perder más tiempo, me sentía presionado. Así que le dije:
- Oye genio, mejor métete en la lámpara, descansa y que te encuentre otro.
El genio se quedó con semblante estupefacto y yo me fui convencido de que nunca más jugaría a la lotería.
Ya no me hacía falta.
21 comentarios
ELVIS LEON -
1 HOY DIA INVITA AL AMOR AL EXITO ALA FORTUNA ALA PROSPERIDAD HUMILDA ABUNDANCIA AMIS ARMAS QUE HOY DIA ESTE EN MI PAIS DE PERU
500 FRAGATAS DESTRUTORES
347 RAMFLAS ELECTROMAGNETICAS
DESTRUCTORES ONDAS OCILADOR
5000 CINCO MIL TANQUE LOCO
TANQUE ESCARABAJOS TANQUES ORUGAS
347 CAÑONES DESTRUTOES SIMBOLO QUE PODER MILITAR QUE FLAMEN ANTE CUALQUIER EVENTUALIDAD
349 FRAGATAS DESTUSTRORES MODELO EDRAGONES
7 PORTAVIONES MODELO EDRAGONES COMPRA PAIS
EL AMOE DEMI VIDA GENI
TODO PARA PERU PARA RENOVAR MI ARCENAL MILITAR
HOY SOLO SON SIMPLES PALABRAS UN SIMPLE PEDIDO DELA IMAGINACION ALA REALIDA ERES TU MI MAYOR GALARDON TENER TODO ESTO EN PODER DE DIA AGENCIA DEINVESTIGACION DE DEFENZA CONOCIDO COMO DIA ES 27 ENE 2008
SIN PERDON -
Aún así suerte (que falta te hará)
Denisa -
Como comenté esta mañana en el foro, me paso a visitar este blog que me ha sido recomendado.
Reconozco que tiene un buen estilo, fino y que la historia está bien llevada. Pero el tema me resulta bastante empalagoso. Creo que la última parte del relato la estiras mucho.
Por lo demás, y por el contrario de lo que dicen por ahí, el diseño me parece muy bueno.
Saludos, Denisa.
PePoRRo -
Por cierto, voy a empezar una historia curiosa en el blog de mierda, el primer capítulo no tiene casi nada mierdoso, pero es sólo un preámbulo, ya llegará la caca, a ver si te mola, jejeje. SALUD.
Kathy Rosales -
Gregorio Verdugo -
Suerte y adelante.
Si quieres visitar mis blogs, te los dejo aquí:
http://www.enunblog.com/Aguirre y http://territoriocervantes.blogspot.com
ajara -
Basta ver la gran cantidad de correos que circulan por la red con el "tópico" genio que te ofrece tres deseos y el último anula los dos primeros e incluso te perjudica.
Mar -
Lo más probable hubiera sido que pidiera lo mismo que pide el personaje (es decir tú?). Así sin genios ya estamos tan compilcados.. que para qué complicarse más.
Besos:Mar.
Carol -
Vas muy bien fredy, me va gustando cada vez mas lo que escribes, mucha suerte!
En Tierra Firme -
Yolanda Smith -
Su -
Un abrazo Fredy
En Tierra Firme -
ola -
1- http://ysiestaveztequedaras.wordpress.com/
2- http://lostiposdurosnoescribenblogs.blogspot.com/
3- http://www.lacoctelera.com/lema
4- http://www.blogs.ya.com/kementasun/
5- http://selenitasensodoma.blog.com/
ADEMAS_DE_ESO_PUEDES_LLEGAR_A_FORMAR_PARTE_DE_NUESTRO_LISTADO_DE_WEBS_QUE_INCLUYE_ALTA_GRATIS_Y_POSICIONAMIENTO_EN_LOS PRINCIPALES_BUSCADORES_GRATIS.
Piensatelo. HASTA_PRONTO_Y_SUERTE.
el_Vania -
Puedes estar seguro de una cosa: Si tu salud es buena, todo lo demás no importa. Como dices, te tocó la lotería!
Tatu -
En Tierra Firme -
Rosicky -
¡Ojo con el le!
entusiasmo y de ella salió de ella un fabuloso genio.
¿?
aquello que he siempre he querido y
¿?
me dé las cosas echas
¿echas?
Y vigila ciertas redundancias y ciertos cambios de registro que haces a lo largo del texto.
Por lo demás es fabuloso.
Yo sí que pediría los tres deseos. O más bien uno; tener dinero infinito. El dinero es una mierda, pero en este mundo se necesita. Con dinero infinito podría dedicar mi vida a las orgías más sórdidas, a la lectura, a la poesía, a vivir, a viajar, a no trabajar nunca, a tener todos los días de mi vida para mí sólo y no para ser un esclavo de otro.
¡Un abrazo!
Sabio Blanco -
Es la primera vez que leo tu blog, me ha gustado, puedes contar con mi voto.
PePoRRo -
¡¡¡Salud!!!
Nadie regala nada, y los posibles regalos nunca satisfacen totalmente, es mejor no buscar genios.
Betote -
Un saludo.