Entre el clavel y la rosa su majestad escoja
Hacía tiempo que no le veía. La última vez que me encontré con él yo estaba en el supermercado con unos amigos. Habíamos llenado el carro de bebida para un botellón que íbamos a celebrar con motivo de un cumpleaños. Sus conversaciones con él siempre eran inquietantes, nunca sabía por dónde iba a salir. Tenía un poder mental que me subyugaba. Cuando me formulaba una pregunta él ya sabía la respuesta y cuando le contestaba siempre me replicaba algo. Tenía un nivel intelectual infinitamente superior al mío.
- ¿Dónde vas? – me preguntó al verme con la bebida.
- Pues aquí estamos, comprando bebida.
- ¿Comprar bebida para qué?
- Vamos a celebrar una fiesta.
- ¿Una fiesta? ¿Por qué necesitas comprar bebida para celebrar una fiesta? ¿Es que la vida en sí no es una fiesta?
- Pues tienes razón...
- Lo mejor que podrías hacer es quitarte esas cervezas del carro y comprarte de esta marca que son mucho más baratas y mejores –y se marchó sin decir nada más.
Me quedé mirando las botellas y con la sensación de ser un borrego. Tenía el don de hacerme parecer idiota cada vez que hablaba con él. Pese a eso siempre le admiré.
Dos años después lo volví a ver. Nos veíamos de higos a brevas. Él iba en bici y yo caminaba con un refresco y una napolitana que me acababa de comprar.
Se acercó con sus formalismos
- ¿Cómo está caballero? –me preguntó.
- Muy bien –le dije mientras le extendía mi mano para dársela.
- ¿Me das la mano derecha? ¿Ahora somos de derechas?
- Hoy sí, mañana no lo sé.
- ¿Y qué está haciendo?
- Estudiar.
- ¿Estudiar para qué?
- Pues para aprender, para mejorar, para ser mejor persona...
- ¿Mejor persona? ¿Para qué si luego no hacemos nada? Podrías estar luchando por cosas nobles. Nosotros teníamos mucha esperanza en vuestra generación pero habéis sido un completo fracaso, creíamos que tendríais ideales, pero no hacéis nada, lo queréis todo hecho. Tan sólo os importa inyectaros Internet en la vena, como todos.
- Yo intento mejorar, quiero cambiar las cosas. No me gusta cómo están las cosas.
- A mí tampoco me gustan. Pero sigo en pie de guerra. Llevo 40 años disfrutando de los 18 años. ¿Sabes lo que eso significa?
- No me hagas pensar ahora.
- Que ya tengo 58 años años y no se han movido ni un pelo mis ideales. Sigo como en los 18.
- Ni los míos. Pero tampoco sé muy bien qué hacer para luchar. No sé si con el voto es suficiente, a veces pienso que debería ir a lanzar piedras contra alguien.
- No, no, todavía no sabes cómo hacer las cosas. Una piedra no sirve para reforzar una idea. No hace falta aportar pruebas para demostrar que alguien es un hijo de puta. Él sólo se desacredita y se deja en evidencia. Lo que tienes que hacer es volver la vista atrás y saborear a los grandes. Tienes que luchar desde la elegancia. Vuelve a Lope de Vega y a Quevedo.
- O a Blasco Ibáñez o Pérez Galdós.
- También. Aunque el primero fue un incomprendido por haber tenido una educación burguesa, escribir en castellano y estar siempre del lado del pueblo debido a ese sentimiento rebelde.
- Sí, yo intentaré hacer las cosas como él.
- ¡Pero las tienes que hacer ahora! ¡Luego será muy tarde! Ya sabes: No llores como una mujer lo que no supiste defender como un hombre.
- Lo tendré en cuenta.
- Y recuerda, utiliza la elegancia y la inteligencia. No se te olvide la famosa anécdota de Quevedo con la reina –dijo mientras se incorporaba en su bici.
- ¿Qué anécdota? No la recuerdo.
- Él fue capaz de decirle a la reina que era una coja en una época en la que nadie se atrevía a mirar su forma de caminar, pero cuando se lo dijo ella ni se enteró. ¿Lo recuerdas?
- No.
Y mientras comenzó a pedalear me dijo:
- Entre el clavel y la rosa su majestad escoja.
No respondí.
- Me alegro de haberte visto –dijo sin volver la vista atrás.
Y como siempre me dejó pensando.
Nota:
Este mes salgo en la revista Fotogramas con motivo de un concurso de cortos hechos con el móvil que promocionaban Isabel Coixet, Julio Médem, Nacho Vigalondo, Borja Cobeaga y Daniel Sánchez Arévalo. Sorprendentemente me premiaron. El concurso lo organizaba Nature Movies y se tenían que denunciar agresiones medioambientales en menos de un minuto. Yo no me lo curré mucho. Mandé el corto como quien manda un insulto a una institución sin la esperanza de ser premiado. Por eso, cuando recibí la noticia del premio me lo tomé a risa. ¿El premio? Un móvil nokia n95. Aquí os dejo el recorte de la revista en el que explico por qué se me ocurrió hablar del urbanismo.
9 comentarios
............... -
Pensamiento -
No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos
Santa Inquisición de la RAE -
Corrige tu lengua o morirás torturada
Carol -
Buen post y felicidades por el celular ;)
Un abrazo
Andrea -
Bueno, será que a Fredy le ha salido mucha lectora tocaya.
En cuanto al post, tu amigo es un señor listo que ha aprendido de la vida. Me ha gustado su observación por lo bajo sobre fiesta=cervezas.
Yo también le vistaré más. Las dos tenemos nombres italianos, a ver quién se lo folla primero, se ve que le van. Si hay algún problema, nos hacemos un trío.
Adriana -
Sherezade -
Rosicky -
Hernan -
Si podes hace correr la voz de este epacio