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En Tierra Firme

La memoria del tacto

La memoria del tacto

Me preguntas qué es eso que escribo. Te lo enseño. Lo lees con indiferencia y no dices nada. No te gustan mis poemas y no quieres decírmelo. Piensas que pierdo el tiempo escribiendo textos que no sirven para nada, dices que vale, que es una buena historia, pero ¿y qué?

Me pides que salgamos a dar una vuelta y yo te sugiero que vayamos a la Albufera. Tú me dices que está muy lejos y al final no salimos. Nos quedamos otro día más en casa sin hacer nada. Tú miras en la tele estúpidos programas de cotilleos y a mí no me gusta la tele. Tú quieres ver una película y a mí no me gusta el mismo cine que a ti, te sugiero ver alguna peli de los años cuarenta y me contestas que odias ver películas en blanco y negro. A ti te gustan Los piratas del Caribe y yo los odio.

Ni siquiera sé por qué estamos juntos. Parece que hablemos en idiomas distintos y cuando trato de explicártelo me dices que no empiece con mis filosofías, que deje de decir lo que dicen esos libros que leo y que me están comiendo la cabeza. Me dices que tenga pensamientos propios y no copiados de otros autores. Yo te digo que tengo pensamientos propios, que los libros no sirven para darme ideas, sino para ayudar a conocerme. Tú contestas irónicamente que nunca llegarás a mi nivel, que seguirás siendo una cateta y serás feliz así, que sientes no cumplir las expectativas de un sabio como yo. Luego me preguntas que si tan listo soy por qué no me presento a presidente del gobierno. Yo no contesto. Me quedo mirando la tele callado. Hay un hombre que habla de Julio Iglesias, ¿A quién coño le importará la vida de Julio Iglesias?

Me gustaría poder mandarlo todo a la mierda.

Le pido el mando distancia para cambiar el canal y ella me dice que ni lo sueñe, que si no me gusta el programa que me vaya al cuarto a ver lo que quiera.

Me voy a al cuarto sin darle un beso de buenas noches. Enciendo la tele y mientras hago zapping me acuerdo de ella. Me acuerdo de sus caricias y de sus besos. Recuerdo el tacto de sus manos como si me acariciasen ahora. Su tacto está grabado en fuego en mi piel y sin embargo apenas consigo recordar su cara, que a medida que pasan los años se va desdibujando más y más en mi memoria. Me pregunto dónde estará ahora.

En la tele no hacen nada interesante y la apago. Me tapo con la manta. Saco mi brazo para alcanzar la luz de la mesita. En ella hay un portarretratos de nosotros dos felizmente casados. La miro unos segundos con nostalgia. Apago la luz y me quedo a oscuras.

Dicen que mañana será otro día, pero yo no lo creo.

2 comentarios

vix -

Bonito y agridulce relato. Espero que no sea autobiográfico. Igualmente, no importa que tu mujer sea un clon tuyo en cuanto a aficiones. Los parecidos deben venir en temas más de fondo.