Genealogía
Estaban sentados el padre y el hijo ante la comida. Llegó la madre y los tres comenzaron a comer. El padre tenía semblante serio, era un cabeza de familia respetable con un trabajo envidiable con el que podía mantener a toda la familia. La madre era una fiel ama de casa que ponía lo mejor de sí en cada tarea que hacía. El hijo tenía diez años y daba muestras de una inteligencia y curiosidad impropias de su edad.
El hijo comía ensimismado, sin quitar la mirada de la sopa. De pronto miró a su padre por encima de esas gafas que le daban aspecto de empollón.
- ¿Cómo os conocisteis? – preguntó el niño.
El padre se iba a llevar una cucharada a la boca pero se quedó inmóvil ante la pregunta. Dirigió la mirada hacia su esposa. Ella dejó la cuchara en el plato y con un gesto nervioso se limpió la boca con una servilleta.
Ambos recordaban aquella noche hacía ya 12 años.
Él caminaba por el paseo marítimo y una chica que iba con unas amigas se le acercó.
- Oye guapooo, ¿Tienes porros? – dijo en un tono que evidenciaba su estado de embriaguez.
- No, no tengo. Pero tengo otra cosa –contestó él para insinuar que tenía unos gramos de coca en su bolsillo y con la esperanza de comerse un rosco si la invitaba.
- ¿Sí? ¿Qué pasa? ¿Tienes la polla gorda? – Ambos estallaron en una carcajada.
- ¿Qué tal si vamos ahí a la playa y lo compruebas por ti misma? – dijo mitad en broma mitad en serio.
Ella sonrió maliciosamente y le guiñó un ojo.
El padre se llevó la cucharada a la boca, miró a su hijo de reojo y con la boca llena le dijo:
- ¡Come y calla, joder!
El niño reanudó la comida sin entender nada.
El hijo comía ensimismado, sin quitar la mirada de la sopa. De pronto miró a su padre por encima de esas gafas que le daban aspecto de empollón.
- ¿Cómo os conocisteis? – preguntó el niño.
El padre se iba a llevar una cucharada a la boca pero se quedó inmóvil ante la pregunta. Dirigió la mirada hacia su esposa. Ella dejó la cuchara en el plato y con un gesto nervioso se limpió la boca con una servilleta.
Ambos recordaban aquella noche hacía ya 12 años.
Él caminaba por el paseo marítimo y una chica que iba con unas amigas se le acercó.
- Oye guapooo, ¿Tienes porros? – dijo en un tono que evidenciaba su estado de embriaguez.
- No, no tengo. Pero tengo otra cosa –contestó él para insinuar que tenía unos gramos de coca en su bolsillo y con la esperanza de comerse un rosco si la invitaba.
- ¿Sí? ¿Qué pasa? ¿Tienes la polla gorda? – Ambos estallaron en una carcajada.
- ¿Qué tal si vamos ahí a la playa y lo compruebas por ti misma? – dijo mitad en broma mitad en serio.
Ella sonrió maliciosamente y le guiñó un ojo.
El padre se llevó la cucharada a la boca, miró a su hijo de reojo y con la boca llena le dijo:
- ¡Come y calla, joder!
El niño reanudó la comida sin entender nada.
5 comentarios
Bandini69 -
Las Otras -
Entérate Miriam, eso que dices lo habíamos descubierto nosotras hace días. Qué desfasada estás siempre, chica! Aunque dicen que el cuernudo, en este caso la cuernuda, es el/la último-a en
enterarseee, Jajajaja, qué alegría nos hemos llevado!
Miriam -
Carol -
estoy debil como para comentar, solo queria pasarme por aqui y dar señales de vida.....
voy a dormir
besos, muchos besos
Rosicky -
¿Eso qué es? ¿Lo que le dijo la chica cuando ya estaban en la playa? ajajajaja
Un abrazo! :D