Día 25 de Febrero del 2000. Era como otro viernes cualquiera. Pero ese día tenía señalado en la agenda que nos visitaría un escritor al que habíamos leído. Como siempre cogí el tren para ir clase. Al menos no daríamos clase durante una hora, pensé.
Se estaba retrasando. Llevábamos bastante tiempo esperándole en la biblioteca de aquel instituto de Gandia en el que se supone que estudiaba. Yo permanecía expectante y ansioso. Tenía ganas de conocerle. Me senté en la primera fila, justo en el asiento lateral que había junto al pasillo central. Al mi lado estaba Gonzalo, un compañero de clase con el que me llevaba muy bien. Como siempre, me puse a hablar con él de música, y en cierto momento me dijo:
- Por cierto, Fredy, ya te he grabado la cinta.
- ¿Y a qué esperas para dármela?
Se llevó la mano al bolsillo y sacó una cinta que se titulaba “Pop Pérfido en los riñones (volumen 3). San Fermines por experiencia”.
- ¿Por qué le has puesto de título San Fermines por experiencia? –pregunté.
- No sabía qué título ponerle, así que abrí un libro y copié la primera frase que vi.
- Fabuloso.
Gonzalo me estaba señalando un título que le gustaba mucho, y como si se tratase de un anuncio de perfumes la cinta cayó en el suelo por arte de magia. Un hombre que cruzaba el pasillo en ese momento se agachó a recogerla. Al incorporarse leyó uno por uno los títulos de las canciones que habían grabadas mientras asentía con la cabeza. Guiñó el ojo y nos devolvió la cinta haciendo un gesto cómplice con el pulgar. Parecía que le habían gustado las canciones. Tardé un poco en darme cuenta que aquel hombre era el mismo que salía en la foto del libro. Había cambiado bastante, de hecho parecía otro. Se llamaba Jordi Sierra i Fabra y nos iba a dar una charla.
Ya me había leído bastantes libros de él.
El joven Lennon ,
Malas tierras ,
Noche de Viernes y muchos más. El último que había leído era Balada de Siglo XXI. Me gustó bastante, trataba de un grupo de música compuesto por cuatro genios, los cuales, habían sido contratados por una discográfica con fines comerciales. Toda una crítica de lo que sucede con la música actual.
Jordi no se sentó. Permaneció allí de pie delante de todos.
- ¿Queréis que hable en catalán o en castellano? – preguntó.
- En castellano – contestó la profesora.
- En primer lugar, quiero presentarme: soy Jordi Sierra i Fabra y no me considero un escritor –se levantó la chaqueta y enseñó una chapa con una guitarra que llevaba en la solapa – Soy ante todo un rockero.
Genial. Había comenzado de forma fulgurante. Normalmente los escritores me aburrían bastante. Había escuchado muchas cosas de él, pero dudaba si eran ciertas. De momento mis mejores presagios se estaban cumpliendo.
- No he venido aquí a daros una charla soporífera. Quiero que paséis un rato divertido.
Comenzó a contar sus principios literarios y cómo de joven, estando hospitalizado, comenzó a escribir su primera novela. Contó que de pequeño se burlaban de él por ser tartamudo. Ahora ya había superado esa dificultad con mucha voluntad y esfuerzo. Pero entonces, en su clase, había un profesor que siempre le preguntaba cuánto eran dos más dos. Él, al intentar responder y debido a su problema contestaba: “cua... cua... cuatro”. Entonces el profesor decía en voz alta “¡parece un pato!” Y todos se reían de él. Nos hizo gracia la cruel anécdota. Pero de pronto adquirió un semblante serio, y con una gran compostura añadió en un tono irónico y a la vez vanidoso: “Pero ellos ahora están donde están y yo estoy aquí, siendo el escritor español vivo con más libros publicados”.
Una cosa que me llamó muchísimo la atención fue cuando contó su método para escribir.
- Cuando quiero escribir una novela, me encierro en casa, pongo algún disco de los más de 30.000 que tengo a todo volumen, me siento ante la máquina de escribir y comienzo a teclear sin parar. Me paso horas y horas allí metido y hasta que no acabo la novela no me detengo. Durante el proceso salgo muy poco, y normalmente en una semana más o menos tengo la novela hecha. No la releo, no me hace falta porque yo ya sé lo que pone. Después la mando a la editorial y la publican.
- ¡30.000 discos! ¿Tú sabes lo que es eso? – dije sorprendido a Gonzalo. La cifra me había dejado conmocionado.
Luego comenzó a hablar de su primera etapa como escritor, dijo que un buen amigo le aconsejó que para ser escritor primero debía darse a conocer y cuando tuviese un nombre conocido le publicarían. Siempre tuvo presente el consejo. Él continuó por otros derroteros. Era un apasionado de la música y todas las semanas escribía cartas a la radio comentando sus opiniones sobre los últimos discos que salían. Entonces no tenía dinero para comprarse discos y se iba a los centros comerciales donde se pasaba las tardes de pie escuchando los discos de muestra como si fuese un besugo. Cuando acababa de escucharlos, escribía críticas musicales y las mandaba a la radio. En la emisora, viendo la afluencia de cartas de que recibían se fijaron en él. Se pusieron en contacto y lo llamaron para trabajar, en principio para poner discos. Una vez allí, comenzó a destacar por su gran pasión musical y no tardó mucho en dar el salto a los micrófonos. Paradojas de la vida, decía, “siendo tartamudo acabé trabajando en la radio”. Aunque ya no tartamudeaba, lo tenía superado. Comentó que su afición por la escritura le vino cuando se dio cuenta que escribiendo no tartamudeaba. Esto era todo un claro ejemplo de constancia y demostraba que quién se propone una meta y lucha, puede conseguir lo que quiera, surjan las adversidades que surjan.
Estábamos muy atentos. La charla era diferente de lo que me esperaba. Jordi era divertido, gracioso y transmitía una gran fuerza. Yo sabía que era un genio con las palabras, pero hablando conseguía centrar la atención al igual que en sus novelas, que suelen ser de esas que no puedes dejar de leer hasta que no las terminas.
Siguió contando cómo fue su paso por la radio. Su vida cambió el día que escuchó la canción“Twist and Shout” de los Beatles. Dijo que aquella canción era distinta a todo lo que había escuchando hasta entonces y por eso le cautivó. Fue en ese momento cuando se dijo: “yo no me conformo con ver todo esto desde la tele, yo quiero estar allí y hablar con ellos” y viajó por el mundo para conocer a todos los artistas a los que admiraba. Comentó que escuchando los Beatles aprendió a hablar inglés. Un tiempo más tarde fundó el programa “El gran musical” que fue mítico en aquel tiempo, así tuvo ocasión de conocer, entre otros, a Michael Jackson, Eric Clapton, John Lennon, y se declaraba íntimo amigo de Madona y de Bruce Springsteen, al cual adoraba. A mí eso me dejó conmocionado. Confirmaba que todo lo que me habían contado de Jordi no era mentira.
Mencionó su gran adversidad a las drogas. Dijo que estuvo mucho tiempo investigando sobre el tema, e incluso, recorrió discotecas para conocer de primera mano el problema. Al principio no tenía ni idea sobre las drogas, pero al informarse tanto, al final, conseguía saber qué se había tomado una persona con tan sólo mirarla. Todo ese trabajo culminó con una novela dedicada exclusivamente al asunto. Afirmó que nunca se había tomado ninguna droga, a él no le hacían falta. Ni siquiera las tomaba en las fiestas que celebraban algunas estrellas de la música, entre otros, Clapton y Elton John, en las que paseaban señoritas en top less llevando bandejas repletas de rayas de cocaína para ofrecérselas a los invitados. Una vez, dice que estaba con Eric Clapton el cual iba cieguísimo y ya no podía ni levantarse y le preguntó a Jordi qué es lo que se tomaba para aguantar tanto. Él le contestó que nada, que tan sólo bebía agua. Entonces bebía un sorbo más y comenzaba a liarla más que cualquier otro que había tomado drogas.
También hizo una crítica de la música de entonces. En aquel tiempo estaban muy de moda los Backstreet boys y se burló de las fans que los seguían imitando sus histéricos gritos que emitían cuando iban a los conciertos. Esto me hizo bastante gracia porque allí estaba presente mi hermana, que era una de esas fanáticas y me reí muchísimo viendo su cara de circunstancias al sentirse insultada.
Quiso comentar una anécdota del libro que habíamos leído. En la balada de Siglo XXI aparecía una cantante que estaba liada con un periodista y estaban enamorados, él le propuso casarse, pero ella le dijo que no podían porque en el contrato musical que ella firmó figuraba una cláusula en la que decía que no podía casarse. Dijo que ese periodista era él y que eso le había pasado de verdad. Eso sí, no dijo con qué cantante le pasó. ¿Sería Madonna? También comentó que cuando conoció a Jonh Lennon habló mucho con él y, de hecho, el libro de El joven Lennon, lo escribió con la información que él le había dado.
Al final, cuando dio paso a las preguntas, nadie quería preguntar. Pero yo tenía muchas dudas y levanté la mano y me dio la palabra.
- En tu libro describes la música a la perfección, parece que al leerlo se escuchen esas melodías. Si te apasionaba tanto la música, ¿nunca te planteaste tocar o hacer un grupo para dedicarte a eso?
- No, nunca pensé en dedicarme a la música. Pero muchas veces he escrito letras para grupos. Cuando asistía a grabaciones de algunos amigos , a veces me pedían que escribiese una letra para rellenar la cara B del disco que estaban grabando. Entonces sólo importaba el tema principal y en la cara B ponían cualquier tema improvisado.
- ¿Y tú crees que una estrella del rock nace o se hace?
- Es muy complejo, desde luego tienes que luchar por lo que te propongas. A uno no lo coronan estrella del rock porque sí. Tú imagina a Pedro Duque cuando era pequeño y decía que quería ser astronauta, seguro que sus padres le dirían que estaba loco, pero él estaba seguro de lo que quería. Es muy importante tener claro lo que uno quiere, y se tiene que trabajar y luchar por eso. Si ves que tienes una posibilidad entre 200, debes creer en tu posibilidad y pensar que te sobran 199. Si uno está seguro de sí mismo y lucha, puede. Yo desde pequeño tenía claro que quería escribir, a mí padre le disgustaba tanto que escribiese, que cuando me veía hacerlo se ponía a llorar diciéndome que me moriría de hambre e insistía en que estudiase algo de provecho. Pero eso es un error, siempre he dicho que vale la pena ganar un duro haciendo lo que te gusta, que dos a disgusto. La mayoría de gente trabaja en cosas que le disgustan. Todo por culpa de ese pragmatismo irracional que quieren infundar los padres. ¿Por qué no dicen a sus hijos que simplemente traten de ser felices? Yo lo pasé mal durante toda mi adolescencia, leía mucho y, para colmo, cuando escribía los profesores de literatura me ponían ceros debido a mi desbordante imaginación.
Cabe destacar que yo en aquella época tenía obsesión por montar un grupo. Quería componer canciones, tocar la guitarra, triunfar, hacer giras, y convertirme en una eminencia de la música. Pensaba en las respuestas provocativas que daría en las entrevistas que me harían en televisión y en la casa que tendría. Imaginaba que las fans me perseguirían, me adorarían, se pelearían por tocarme y lucharían por conseguir un autógrafo mío y dormirían en la puerta de mi casa con la esperanza de verme asomado al balcón. Estaba sumido en plenos delirios de grandeza.
Mientras respondía a una pregunta que le habían hecho, Jordi cogió un libro de una alumna que estaba allí sentada para dar una explicación de ese libro y, como si estuviese preparado, cayó del libro una hoja, la recogió y él la comenzó a leer en voz alta:
Hola Jordi: Soy una gran admiradora tuya y me encantaría conocerte. Tus libros han significado mucho para mí. Quiero darte mi número de teléfono por si algún día quieres conocer a una persona que te aprecia muchísimo... el número es... bla, bla, bla. Evidentemente todos comenzamos a partirnos de risa ante la declaración de intenciones de ella. Jordi también hizo bromas con la notita fingiendo que estaba abrumado.
La hora pasó volando y todos estábamos encantados con la presencia de Jordi. Transmitía mucha energía y esperanza a todos los jóvenes que teníamos algún sueño. Todas las cosas que él dijo nunca nos las decía nadie. En el instituto impartían clases de matemáticas, física, historia, pero no nos enseñaban a ser nosotros mismos y a luchar por lo que queríamos. La charla de Jordi valía muchísimo más que todas las reprimendas que nos daban nuestros profesores. Todos nos sentíamos en plena comunión con él aunque el tipo tuviese la edad de nuestros padres. El secreto estaba en que él no hablaba como un adulto que considera bobadas las preocupaciones de los jóvenes, tampoco era de esos que intenta restar importancia a nuestros sueños. Él era más bien un hermano que nos comprendía y nos daba ánimos para seguir por nuestro camino. Comprendí que ese era su secreto para triunfar con la literatura juvenil.
Cuando terminó la charla, me dirigí donde él estaba para que me firmase el libro. Me acerqué a su mesa y unos le estaban preguntando si era verdad que tenía un Ferrari. Cuando acabaron de hablar me acerqué con el libro y se lo di.
- ¿Cómo te llamas? – me preguntó.
- Fredy, una futura estrella del rock.- dije.
- ¿Ah sí? Espero que me mandes una maqueta cuando la grabes.
- Eso está hecho.
Miré cómo me dedicaba el libro y mientras lo hacía no pude resistirme.
- ¿Es cierto que conociste a Kurt Cobain? –lo habíamos leído en algún sitio y queríamos confirmar si eso era verdad.
- Sí, éramos amigos – dijo mientras firmaba – nos telefoneábamos y todo. Una cosa curiosa que me pasó con él es que le dije una vez: “tío, tú eres demasiado triste, acabarás muriéndote”. Y mira... al poco tiempo se suicidó –lo dijo con cierto toque de humor negro. Yo estaba alucinando, estaba ante una persona que había hablado con Dios –te recomiendo que leas un libro que escribí después de su muerte. Se llama “Nunca seremos estrellas del rock” y me inspiré en Kurt para escribirlo. –No tardé ni una semana en comprármelo.
- Jordi, tenemos que quedar un día para hablar de música.
- Claro que sí, cuando quieras te vienes a mi casa en Barcelona y estaremos horas y horas hablando de música.
Nunca fui. Pero algún día iré a verlo y le contaré todo esto. Después nos hicimos una foto que todavía hoy tengo colgada en la habitación. Al salir de la biblioteca me sentí distinto. Os parecerá una tontería, pero a partir de ese día tenía más claro que había que creer más en uno mismo y luchar por lo que uno quería. Se tenía que estar seguro de lo que se hace y era muy importante soñar. Cuando acabó todos comentábamos nuestros planes de futuro y queríamos poner más empeño en cumplir nuestros objetivos. No quiero exagerar, pero aquella charla con Jordi me ayudó a lo largo de mi vida a la hora de tomar decisiones. Me transmitió su espíritu de lucha y su pasión por lo que hacía. Aquello era mejor que acabar de ver una película de esas que te cambian, o que terminar de leer un libro de los que te dejan una sonrisa de oreja a oreja y te despierta unas ganas incontenibles por comerte el mundo.
Estoy seguro que hoy en día no estaría haciendo lo que hago si no hubiese sido por esos consejos. Seguramente ahora no estaría luchando por mis sueños y por lo que quiero. Gracias a aquello ahora estudio algo que me motiva y estoy intentando hacer lo que me gusta de verdad. Soy feliz haciéndolo y siento que tengo un futuro, no sé si prometedor, pero al menos lo tengo.
Gracias Jordi.