08:28 De la mañana
Los días parecen instantes. Las agujas de los relojes se aceleran a un ritmo vertiginoso. Los coches rugen en el asfalto como una manada de rinocerontes alérgica al rojo de los semáforos y ceden el paso a una humanidad con prisa que se desliza hacia sus trabajos con pasos mecanizados. Han sido despertados por la estridente melodía de un despertador inhumano que rompe con un ciclo vital. La mayoría tienen un sueño inacabado, no descansan lo suficiente y nadie se levanta satisfecho con esa sensación de tener las pilas recargadas. Necesitan vivir más tiempo y se acuestan más tarde robando horas al sueño para prolongar unas vidas carentes de sueños. Son como teléfonos que se han puesto a cargar un corto tiempo para cumplir sus funciones vitales. Lo suficiente para vivir a secas.
En los trabajos se familiarizan con los faxes, ruidos de teléfono, ordenadores, fotocopiadores y cientos de máquinas. Aprovechan cualquier hueco para llenar sus estómagos de café; descafeinados de sobre, cortados, del tiempo, largos, cortos, hay para todos los gustos. Se integran como una pieza más en un pequeño reloj de precisión. Creen ser imprescindibles aunque saben que si muriesen hoy el mundo seguiría girando igual como una pelota que cae hacia la autodestrucción contaminante y tóxica.
Se sienten libres por tener un trabajo y un sueldo digno para pagar la hipoteca de su piso, la compra del supermercado, el teléfono, la televisión por satélite, internet, y las letras de su coche que se compraron precisamente para poder ir a trabajar para pagarse el propio coche. Tienen la nómina embargada y una disciplina mecanizada. En definitiva, unas vidas muertas que creen resucitar en ese mes de vacaciones que les dan y organizan viajes por el mundo como si fuesen presos con permisos penitenciarios de fin de semana. Han hipotecado su vida, su tiempo y sus sueños, para convertirse en una herramienta útil de esta pequeña maraña.
Prisa, prisa, prisa, todo es prisa en este mundo Hacen los coches cada vez más potentes, los trenes cada vez más rápidos, los aviones cada vez más grandes. Embotellan a la gente en grandes recipientes cuanto más grandes y rápidos mejor.
Todos se mueven como caracoles venenosos. Arrastran sus posesiones, sus pisos, sus muebles de caoba, sus televisiones de plasma. Se enorgullecen de ello, pues el hombre es un animal vanidoso, alardean de sus pertenencias en reuniones o bien tienen absurdas competiciones dialécticas, unos presumiendo de hijo con carrera y los otros, a modo de réplica, comentan la excelente situación económica de su futuro yerno, el cual es presidente de una importante entidad bancaria. Son como escarabajos peloteros, cada uno intenta hacer su pelota más grande a base de acumular porquería y mierda.
Creen ser dueños de sus posesiones, pero sin saberlo, las posesiones y el dinero son dueños de ellos. Son esclavos de su independencia y falsa libertad.
El tic-tac del reloj es la única música acompasada que nos acompaña a lo largo de nuestra existencia. Pero los ruidos de las fábricas y el ajetreo eclipsan el sonido del tiempo. Seguramente esas máquinas se crearon deliberadamente con ruido para que no se escuchase el ruido de nuestro reloj, de esta forma, la gran masa humana no es consciente del tiempo que deja escapar. Por eso, los más conscientes de tiempo son aquellos que viven en el silencio y soledad. Ellos son capaces de escuchar sus relojes y aunque estén también cerca de malgastar el tiempo, intentan dar pinceladas de arte a un mundo imperfecto con un arte imperfecto. El arte proviene de la propia mecanización del mundo. El arte es como la flor que crece en medio de un suelo urbano. Algunas veces, es pisoteada inconscientemente por una masa inexpresiva que deambula por las vidas como si nada. El arte es fruto de la agitación, es un intento de parar el tiempo, cada obra es una pequeña luz que surge en medio de la oscuridad para hacer la vida más fácil a los pobladores del planeta para que todo fluya más ligeramente.
Entre toda la agitación hay un transeúnte perdido en pleno corazón neurálgico de la ciudad. Una persona sosegada que contrasta con todo el apresuramiento. No forma parte del gran reloj, sin embargo, sabe que algún día se codeará con todos los viandantes en busca de su pan. Ayer era una pieza más y mañana probablemente deba reanudar su paso a la fuerza. Hoy, mientras tanto, se dirige a su casa en contra dirección. Se irá a dormir a las 08:28 de la mañana, sin ponerse el despertador y tras una noche de insomnio provocado por el martilleo insoportable del tic-tac irrefrenable de su reloj.
En los trabajos se familiarizan con los faxes, ruidos de teléfono, ordenadores, fotocopiadores y cientos de máquinas. Aprovechan cualquier hueco para llenar sus estómagos de café; descafeinados de sobre, cortados, del tiempo, largos, cortos, hay para todos los gustos. Se integran como una pieza más en un pequeño reloj de precisión. Creen ser imprescindibles aunque saben que si muriesen hoy el mundo seguiría girando igual como una pelota que cae hacia la autodestrucción contaminante y tóxica.
Se sienten libres por tener un trabajo y un sueldo digno para pagar la hipoteca de su piso, la compra del supermercado, el teléfono, la televisión por satélite, internet, y las letras de su coche que se compraron precisamente para poder ir a trabajar para pagarse el propio coche. Tienen la nómina embargada y una disciplina mecanizada. En definitiva, unas vidas muertas que creen resucitar en ese mes de vacaciones que les dan y organizan viajes por el mundo como si fuesen presos con permisos penitenciarios de fin de semana. Han hipotecado su vida, su tiempo y sus sueños, para convertirse en una herramienta útil de esta pequeña maraña.
Prisa, prisa, prisa, todo es prisa en este mundo Hacen los coches cada vez más potentes, los trenes cada vez más rápidos, los aviones cada vez más grandes. Embotellan a la gente en grandes recipientes cuanto más grandes y rápidos mejor.
Todos se mueven como caracoles venenosos. Arrastran sus posesiones, sus pisos, sus muebles de caoba, sus televisiones de plasma. Se enorgullecen de ello, pues el hombre es un animal vanidoso, alardean de sus pertenencias en reuniones o bien tienen absurdas competiciones dialécticas, unos presumiendo de hijo con carrera y los otros, a modo de réplica, comentan la excelente situación económica de su futuro yerno, el cual es presidente de una importante entidad bancaria. Son como escarabajos peloteros, cada uno intenta hacer su pelota más grande a base de acumular porquería y mierda.
Creen ser dueños de sus posesiones, pero sin saberlo, las posesiones y el dinero son dueños de ellos. Son esclavos de su independencia y falsa libertad.
El tic-tac del reloj es la única música acompasada que nos acompaña a lo largo de nuestra existencia. Pero los ruidos de las fábricas y el ajetreo eclipsan el sonido del tiempo. Seguramente esas máquinas se crearon deliberadamente con ruido para que no se escuchase el ruido de nuestro reloj, de esta forma, la gran masa humana no es consciente del tiempo que deja escapar. Por eso, los más conscientes de tiempo son aquellos que viven en el silencio y soledad. Ellos son capaces de escuchar sus relojes y aunque estén también cerca de malgastar el tiempo, intentan dar pinceladas de arte a un mundo imperfecto con un arte imperfecto. El arte proviene de la propia mecanización del mundo. El arte es como la flor que crece en medio de un suelo urbano. Algunas veces, es pisoteada inconscientemente por una masa inexpresiva que deambula por las vidas como si nada. El arte es fruto de la agitación, es un intento de parar el tiempo, cada obra es una pequeña luz que surge en medio de la oscuridad para hacer la vida más fácil a los pobladores del planeta para que todo fluya más ligeramente.
Entre toda la agitación hay un transeúnte perdido en pleno corazón neurálgico de la ciudad. Una persona sosegada que contrasta con todo el apresuramiento. No forma parte del gran reloj, sin embargo, sabe que algún día se codeará con todos los viandantes en busca de su pan. Ayer era una pieza más y mañana probablemente deba reanudar su paso a la fuerza. Hoy, mientras tanto, se dirige a su casa en contra dirección. Se irá a dormir a las 08:28 de la mañana, sin ponerse el despertador y tras una noche de insomnio provocado por el martilleo insoportable del tic-tac irrefrenable de su reloj.
5 comentarios
Desertora -
Desertora -
Polen -
EFESOR -
Epoca de examenes, así que me encuentro fenétrico, buscando piso... y además sin internet en casa. Cuando todo se solucione, tendré el tiempo q necesitas de mi en tus palabras.
Un abrazo.
Hank -
a) La gente no trasnoche para robarle horas al dia y poder vivir mas. Trasnocha normalmente para ver mierda en una cajita cuadrada.
b) PRISA es quien manda, no la prisa.