Nota a pie de imagen: Aquí vemos una fotografía de Jesucristo, cuyo lema es: Acepta a Jesucristo. Sus ofertas son irrechazables. En la imagen vemos a una prostituta diciendo: "Por veinte euros te la chupo" a lo que Jesucristo le contesta: "Solo llevo 5 ¿qué me haces por ese precio?"
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: "No toleréis que nadie cuando os vea os pregunte: ¿Qué te cuentas? Pues vosotros sabéis todo de vosotros mismos y no es necesario que os contéis, a vosotros mismos, lo que ya sabéis. Ayudad al leproso, al paralítico, e intentad llevad a la senda de bien a las prostitutas, drogadictos y todos esos que les guste Amelie y la música de Pignoise, pero ignorar la pregunta del diablo: ¿qué te cuentas?"
En el Reino de los Cielos nadie pregunta a otro qué te cuentas, en el Reino de los Cielos, en reino de mi padre, se pregunta si viste el partido de ayer o si crees que este año ganaremos la liga, pero nada de preguntas vacías y sin fundamento.
Yo os digo que os améis los unos a los otros como yo os he amado, en el sentido de que os hagáis el bien, eh, que nos conocemos, nada de mariconeos y tocamientos, eso que cada uno lo haga en privado. Conocida es mi afición de frecuentar con prostitutas, leprosos y cobradores de impuestos, es decir: con la gente que todo el mundo odia, por eso estoy con vosotros, cabrones. Por eso si ahora mismo hubiera algún que otro terrorista entre nosotros también hablaría con él, y lo que es mejor: le perdonaría sus pecados. Y si hay algún gay tampoco pasa nada, yo mismo, con mis manos milagrosas los casaría, pues ellos también sienten el amor de Dios.
Sé que promulgo el perdón de los pecados y os prometo la vida eterna con eso de que pongáis la otra mejilla si os dan una bofetada. Eso es divertido. Pero creo que no resulta muy efectivo, he pensado que debéis de montar una institución que vele por el bien y el orden. Se podría llamar algo así como "La Santa Inquisición" y en mi nombre os doy permiso para quemar brujas, herejes y todo aquel sospechoso de practicar la sodomía y la concupiscencia. Y si algún día os cansáis de quemar personas pues las hacéis de cartón y los llamáis ninots. La fiesta se podría llamar las Fallas y me gustaría que la hicierais en honor de mi padre, el adoptivo digo, el bueno de San José, que siempre le perdonó a mi mamá que le pusiera los tochos, pobrecillo.
Y ahora que estamos aquí reunidos, vosotros doce y yo, os voy a pedir que me traigáis unas vasijas de agua que las voy a convertir en vino. Sí, sí, habéis oído bien: ¡Vino! ¡Esta noche habrá botellón!
Pero antes, tranquilos, amigos, tranquilos, os quiero contar un chiste"
Entre los discípulos hubo caras de preocupación que difícilmente disimulaban. Uno de los doce exclamó "¡otra vez no, por favor!".
"Esto es un borracho que le dice a su padre, papá, papá, dame tu herencia que quiero gastármela en putas, y el padre le dice: pero hijo, cómo te voy a dar la herencia si todavía estoy vivo, y contesta el hijo: porque si tengo que esperar a que mueras ya no se me levantará y no podré irme de putas. En esto que el padre le da el dinero, este se va, se lo gasta todo en putas, vuelve, y le dice, papá, papá, me lo he gastado todo en putas y luego he pasado hambre por ahí, ya no me des más dinero, sólo trátame como a un sirviente tuyo, y el padre le monta una fiesta, matan al cerdo mejor cebado, el hermano de él se pone celoso porque por él nunca han matado un cerdo y le dice al padre: ¿Por qué por mí nunca haces nada y ahora que viene este putero le celebras una fiesta? Y el padre le contesta: Esto no es una fiesta por él, esto es una fiesta para celebrar lo mucho que nos vamos a reír viéndole trabajar jajajajaja".
Los discípulos se miraron entre ellos, no les resultaba gracioso el chiste, pero fingieron la risa para quedar bien con su maestro. Mateo le comento a Lucas que si algún día escribían una biografía sobre su maestro deberían ocultar para la historia su faceta de contador de chistes malos y deberían darle un giro a sus historias y decir que eran parábolas para explicar enseñanzas espirituales.
"Y ahora, queridos amigos, comencemos con el botellón. Pero hoy molaría jugar a algo muy divertido para beber. Os voy a enseñar un juego, se llama yo nunca..."
- Ya sabemos jugar, imbécil -se oyó una voz entre los discípulos.
"¿Quién ha dicho eso? ¡Qué me ponga la otra mejilla si tiene huevos!"
Ambos se ensalzaron en una pelea absurda, los dos mostraban su mejilla y le decían al otro: pégame, pégame.
Acabada esta trifulca comenzaron a jugar al yo nunca. Santo Tomás, que siempre era el que más dudas tenía, comenzó el juego.
- "A mí nunca me han dado por el culo".
Los doce discípulos y el maestro bebieron un trago de vino.