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En Tierra Firme

Relatos

El cántaro de oro


Cuenta la leyenda que un orfebre creó un cántaro de oro. Ese cántaro de oro cayó en manos de una escultora que lo utilizaba para transportar aguas y beber de él. El cántaro tenía unos poderes mágicos que hacía que todas las aguas que pasaban por su interior se depurasen. Todo el mundo quería un cántaro así. Pero un día, la escultora, decidió comprar otro cántaro porque pensó que ella no necesitaba un cántaro tan valioso porque con uno simple de barro le bastaba para satisfacer sus necesidades. Así que se deshizo del cántaro tirándolo por la ventana. El cántaro, pese a ser de oro, se rompió. Una artista que pasaba por allí lo recogió y se lo llevó a su casa, intentó repararlo, pero cuando fue al río a por agua apreció que por sus grietas se colaba el agua y no se podía guardar nada en él. Así que también lo tiró por la ventana. De este modo fue pasando de mano en mano sucesivamente. Todos los propietarios que tuvo apreciaron el valor de su material y todos coincidieron en que el cántaro era una rareza arqueológica excepcional, aunque rápidamente quedaban defraudados al ver que no podía transportar agua y ni aportarles nada útil. Nadie quería quedarse un cántaro tan caro y que no tenía ningún provecho. Sabían que repararlo resultaba más caro que comprarse uno nuevo. Como en aquel lugar todo se regía por la ley de la oferta, la demanda y el coste de oportunidad, todos preferían olvidarse del cántaro de oro y comprarse un cántaro de barro simple, práctico y útil.

Un día, unos expertos se reunieron para decidir cual sería el futuro de ese cántaro. Dieron por hecho que ese cántaro jamás podría ser útil aunque tenía unas características dignas de admiración. Concluyeron que lo trasladasen a un museo arqueológico de mucho prestigio donde quedaría expuesto al público y se custodiaría como patrimonio nacional. Acto seguido metieron al cántaro en el museo. Lo colocaron en una vitrina central donde fue admirado por muchos y querido por pocos. Esa noche llovía y hacía frío.

Un hombre con el alma corrupta defecando. (Platón nunca lo dijo)

Entró en el cuarto de baño, se situó delante del inodoro y se bajó los pantalones. A continuación, una persona aparentemente normal se hubiese sentado, pero nuestro personaje introdujo su cabeza en el inodoro e hizo el pino. Una vez consiguió el equilibrio con el culo en pompa apuntando hacia el techo, (hacia arriba, hacia la Idea de Bien) comenzó a hacer fuerza. De su culo iba apareciendo lentamente una figura cónica marrón que crecía como una flor, como una montaña que se levanta hacia el cielo, como una orca que sale del océano para dar un salto. En el momento en el que aquel cuerpo castaño estuvo medio fuera, el hombre dejó de moverse y la excrescencia abrió los ojos, miró a su alrededor y se vio atrapado en aquel ano. Haciendo gran acopio de fuerzas logró sacar sus extremidades superiores que estaban aprisionadas y pudo impulsarse para salir de aquel agujero negro. La caca caminó hasta el botón para tirar de la cadena, lo presionó y el cuerpo fue engullido por el inodoro y transportado hacia una mejor vida a través de las cañerías, que se amoldaban con la forma del sujeto por donde iba pasando.

Y así, queridos amigos, la mierda salió de aquel cuarto de baño dispuesta a encarar su nueva vida mostrándose tal y como era. El alma que habitaba dentro de él, la que daba movimiento a su cuerpo, se había desprendido de su disfraz.

Pareja de enamorados

Pareja de enamorados Había una vez una pareja de enamorados que se fueron de viaje a una isla muy lejana donde tenían 24 horas de Sol. En un arrebato de romanticismo incondicional y rutinario, los muy burros se fueron a ver una puesta de Sol.

Nunca más se volvió a saber de ellos.

¿Esperar o no esperar?

-Nunca esperes nada en el amor, ya llegará solo.- Le dijeron.

Días más tarde llamaron a su puerta. Se levantó del sofá desperezándose. Volvieron a llamar a la puerta.

- ¡Ya va joder!

Abrió la puerta y se hizo la luz. Era la mujer más hermosa del mundo, la más radiante y pura dama. Esa que había nacido sólo para él. Para vivir juntos durante el resto de sus vidas, para entregarse el uno al otro y formar un solo ser.

- Hola. – Dijo la más bella dama del mundo.
- ¿Qué quieres?
- Soy el amor de tu vida.
- Ah no no no, no espero nada ni a nadie. Te has equivocado de puerta. Adiós.

Y le cerró la puerta en las narices. Desperdiciando, una vez más, la oportunidad de encontrarse con el amor de su vida. Él seguía al pie de la letra los consejos de sus amigos, no debía esperar a nadie aunque, contradictoriamente, el amor llegaría solo.

El cuento que nunca acaba

Había una vez una persona que era infeliz porque se sentía sola, echaba de menos la compañía de alguien, el deseo de compartir todo con una persona especial, quería entregar su vida y su ser, tenía ganas de ser cómplice de unas miradas que sólo dos personas enamoradas pueden entender, de conectar con alguien que le aporte comprensión, cariño y amor. Quería tener una razón de ser, una persona por la que luchar, una ilusión por la que vivir, un puente por el que pasar. Necesitaba una persona que le apoyase, y que el apoyo fuese mutuo.... Entonces esa persona encontró pareja y fue feliz.

Pero pronto esa persona feliz empezó a añorar su soledad, echaba de menos cuando su vida no tenía destino, la libertad, poder viajar cuando le diese la gana, no tener que rendir cuentas a nadie, ser uno mismo, que nadie dependiese de sus decisiones ni de lo que hiciera, no tener que cargar con nadie ni con ninguna responsabilidad, entonces esta persona volvía a estar sola y fue feliz de nuevo.

Fue feliz, pero al cabo del tiempo, esta persona era infeliz porque se sentía sola, echaba de menos la compañía de alguien, el deseo de compartir todo lo que tenía con una persona especial, quería entregar su vida y su ser.......

Y este cuento nunca acaba.

El cuento de Fredyzzila.

Érase una vez un hombre muy pequeñito que se llamaba Fredyrico y vivía en un país muy lejano llamado Torolandia (porque habían muchos toros y toreros). Fredyrico no sabía torear y los toros que andaban sueltos por la calle siempre le pillaban cuando iba al colegio. Sus compañeros de clase siempre se burlaban de él por ir herido de cornadas y con las ropas rasgadas. Fredyrico no era feliz en su país y, por eso, un buen día decidió irse a vivir a Japón. Allí se instaló en una ciudad llamada Hiroshima. Un día, pasó por allí un avión llamado Enola Gay y arrojó una bomba atómica que destrozó toda la ciudad. Por suerte, esa mañana Fredyrico había ido a las afueras de la ciudad a robar naranjas y sobrevivió, aunque, eso sí, resulto malherido.

Su casa fue reducida a cenizas y decidió irse a vivir a otra ciudad japonesa, concretamente a Nagasaki. Días más tarde, los americanos volvieron a arrojar otra bomba atómica reduciendo toda la ciudad a cenizas. Una vez más, por suerte o por desgracia, Fredyrico sobrevivió a la explosión. Pero resultó de nuevo malherido y estuvo expuesto durante muchos días a la radiación nuclear y a la lluvia radioactiva.

Pasó un tiempo y ,debido a la radiación nuclear, Fredyrico sufrió una mutación genética que lo transformó en un ser asquerosamente grande y peludo. Medía 350 metros de altura y fue expulsado de Japón por feo. Durante los meses siguientes de su metamorfosis se dedicó a surcar los mares como el patito feo de un lado para otro sin que nadie le hiciese caso. Ningún país quiso acogerlo porque no querían hacerse cargo de los gastos que suponían hacerle una casa a su medida y encima mantenerlo.

Fredyrico se sentía desgraciado y llegó a lamentar no haber muerto en ninguna de las dos explosiones.

Durante un tiempo vivió en el mar alimentándose de orcas y ballenas. Luego se convirtió en una leyenda para los pescadores al que lo bautizaron como: Fredyzzila.

Un día, Fredyzzila, que estaba hastiado y aburrido, decidió vengarse de los americanos a los que consideraba responsables de su desdicha, así que cruzó el océano hasta llegar a Nueva York.

Cuando llegó no fue bien recibido por la población que huía despavorida al ver al gigante pasear entre los rascacielos de la Quinta Avenida. Varios aviones kazas aparecieron en escena y le dispararon algunos proyectiles sin éxito alguno. Fredyrico había mutado a prueba de bombas y se deshizo de los kazas de un manotazo como si fuesen unas moscas cojoneras.

Fredyrico se acercó al Empire State y lo escaló, alli vio que había gente que se arrojaba desde lo alto, de pronto, vio a una hermosa mujer en una ventana, la cogió con la mano y continuó trepando hasta arriba del todo. Una vez arriba se puso a hacer el paripé y a gritar como un mono, se pensaba que era King Kong en vez de Fredyzzila. Cuando se cansó de hacer el idiota observó a la mujer que tenía en la mano y se dio cuenta de que era muy bella, se le empezó a poner morcillona, y entonces, le asaltaron unas ganas terribles de penetrarla y utilizó su fuerza bruta para hacerlo. Cogió su polla erecta de 35 metros y se la intentó meter a la mujer hermosa que gritaba horrorizada. La abrió de piernas y le dio una embestida que la mató en el acto de un pollazo. Hizo un boquete de 7 metros de profundidad y 5 de diámetro alrededor del cadáver. Fredyrico rugió de rabia por haberla perdido.

El problema al que se enfrentaba Fredyzzila es que todavía estaba erecto y no sabía como atajar sus ardores. Así que, sin ningún tapujo, empezó a masturbarse con rabia, dolor y amor mientras pensaba en la mujer que acababa de perder ante la mirada atónita de los ciudadanos de Nueva York y ante las cámaras de la CÑÑ que emitían en directo lo que estaba sucediendo para todo el mundo.

Los ciudadanos de todo el mundo estaban aferrados a sus televisores, comiendo palomitas y todos los informativos hicieron conexiones especiales para narrar la masturbación en directo de Fredyzzila. Las madres tapaban los ojos a los niños para que no viesen la escabrosa escena. Ancianas de todo el mundo murieron de infartos al ver tal polla descomunal y hubieron varios intentos de suicidio de algunos varones que, después de haber visto la polla de Fredyzzila, consideraban que tenían el pene pequeño.

De pronto Fredyzzila empezó a decir algo:

- ¡Dios! ¡Dios! ¡AHHHHH!

Y aceleró vertiginosamente el ritmo de su mano y empezó a surgir del diabólico miembro una eyaculación descomunalmente caudalosa, un auténtico torrente de semen que era arrojado sobre la ciudad de Nueva York con saña y alevosía. Un chorro a presión de una sustancia acumulada por años y años de sequía sexual que formó un gran tsunami de lefa que avanzaba amenazante por las calles hacia una población que huía corriendo delante de la gran ola lechosa que se tragaba a los coches, los taxis y a los negros mártires de las películas, pero esto no era una película. La riada de lefa tenía más fuerza que las olas del diluvio universal, ante la cual, la que la mismísima arca de Noe hubiese naufragado.

Desde las imágenes del satélite parecía que sobre Nueva York hubiese caído una gran nevada.

Mientras Fredyzzila continuaba eyaculando y gritando con una voz atronadora y cavernosa:

- ¡¡Tomad hijos de puta!! ¡¡AHHH!! - y cada vez gritaba más.

Una pareja de jóvenes mancebos, permanecía en un primer piso ajenos a toda la hecatombe que estaba aconteciendo en su ciudad mientras hacían el amor. En el momento álgido del orgasmo de ella el chico le pregunta:

- ¿Hoy me dejarás correrme encima de ti? Porfa, porfa, porfa, porfa, es mi mayor deseo.
- ¡Te tengo que dicho que no! ¡que sólo de pensarlo me da asco! ¿Pero de qué vas? ¿A ti no te daría asco que se corrieran encima de ti? ¡Venga! ¡Sigue moviendo el culo imbécil!

Entonces estalló la ventana estrepitosamente a causa de la presión de la ola de lefa y entró toda la secreción manchando las cortinas, los cuadros de la familia, la cama entera y a la pareja entera, que se ahogaron entre el semen y espermatozoides del tamaño de una serpiente.

Tras la torrencial eyaculación, la ciudad de Nueva York se convirtió en zona catastrófica. Fredyzzila se perdió por el mar y se escondió en paradero desconocido.

Pasaron unas largas horas de incertidumbre la CÑÑ empezó a entrevistar a los primeros supervivientes:

- ¿Dónde estabais en el momento de la eyaculación?- preguntó el periodista.
- Estábamos en la calle asustados viendo al monstruo, no sabíamos de qué se trataba, por un momento pensamos que estaban rodando una película pero cuando vimos la ola venir hacia nosotros nos fuimos corriendo y conseguimos aferrarnos a un semáforo, no sé todavía como no hemos muerto, hemos tragado mucho semen. Ha sido horrible- Comenta una chica con su cara todavía llena de heridas y de lefa.
- Oye ¿Ves cariño? Has tragado bastante semen y no te has muerto, no te pasará nada si te tragas un poquito a partir de ahora.- Le dice el novio intentando consolarla.
- ¿Hemos estado a punto de morir y tú sólo piensas en sexo? ¡VETE A LA MIERDA INÚTIL! - Respondió ella.

Semanas más tarde Fredyzzila repitió el proceso en varias ciudades norteamericanas. Las ventas de máscaras anti-lefa se dispararon en todo el país. Al cabo de unos meses Fredyzzila había eyaculado en todo el territorio de los Estados Unidos echando a perder millones de toneladas de cosecha, burlando a todo el ejercito americano y haciendo tragar semen a la mayoría de sus habitantes.

Pero lo peor estaba por llegar. A los 9 meses de los acontecimientos las mujeres que fueron bañadas por la ola de lefa empezaron a tener hijos ya que fueron fecundadas involuntariamente y el aborto había sido prohibido en todo el país. Nacieron más de tres millones de niños varones que sufrieron la misma mutación genética.

A los 2 años, las criaturas ya median más de 100 metros de altura y a los 8 todos querían ser compositores, pero al no recibir la educación adecuada, las criaturas empezaron a componer canciones de reaggeton y se expandieron por todo el mundo con ritmo sabrosón y cantando temazos como "Ay ven báilalo, ay ven báilalo, ven gosalo, ven gosalo". Los pesqueros no podían salir a faenar porque estaban más amenazados que Ulises con los cantos de sirena.

A los 12 años, la nueva generación de Fredyzzilas ya se la cascaban y pronto empezaron a eyacular sobre la humanidad. Se repartieron por todos los los contiententes e inundaron el mundo de lefa mientras cantaban canciones de reaggeton. La odisea continuó durante años, los mares y los océanos estaban viscosos, los barcos y los trasatlánticos se quedaron encallados en medio del mar y el mundo entero estaba pringoso mientras continuaban naciendo millones y millones de nuevas generaciones de Fredyzzilas.

Y así, queridos amigos, confirmando los peores presagios de Nostradamus y San Malaquías, bajo una nieve blanca que hacía parecer que estábamos ante la segunda glaciación navideña y con la música reaggeton de fondo, fue como llegó la destrucción del planeta Tierra, que a partir de entonces, fue un lugar en paz y seguro, donde no habían infelices ni se comían perdices... y colorín colorado este cuento se ha acabado.

FIN

- Dedicado con todo el cariño a Daniel Zamora y a Belén (mi hija), que me inspiraron para escribir esto. Visitad su isla del mediodía en: www.danielzamora.net

- Dejo a los lectores que discurran cual es la moraleja de este cuento, así que espero vuestras aportaciones a esta historia delirante.

Cualquier sábado por la noche en Cullera

Me hacía falta salir. Necesitaba huir de la rutina y de la dinámica monótona de trabajar y volver a casa, trabajar y volver a casa...
Era la una de la madrugada y recibo una llamada de un número desconocido.

- Hola, soy Angel, ¿Cómo te va tío? (...) Ya estoy en Cullera, (...) podríamos quedar, estoy aquí instalado, tenemos que contarnos 5 años de nuestras vidas. ¿Habrá mucho que contar no? (...) tengo una guitarra acústica (...) tenemos que recuperar el tiempo perdido (...)¿Te apetece salir? ...
- De acuerdo, te llamaré más tarde cuando vaya a salir. – Y no le llamé.

Ángel era un antiguo amigo, hacía 5 años éramos inseparables, nos conocimos un verano, nos unía la música y el deseo de componer canciones, hicimos un proyecto de grupo, compusimos canciones, yo cantaba y escribía y él tocaba. Ángel me enseñó a tocar los primeros acordes de guitarra. Era el amigo perfecto.... hasta que se echó novia. Dos años de una amistad verdadera para que luego, cuando estaba con su chica, se mostrase como un completo imbécil. Cuando quedaba con ellos él no era el mismo, intentaba dar una apariencia de chulería y prepotencia delante de ella, todo ello causado por un claro complejo de inferioridad. Tenía que dar la nota para creerse superior. Cuando ella estaba delante no me hablaba igual ni me escuchaba igual. Yo le decía las cosas y él las comentaba con ella. Hacía sentir a la gente como títeres, o como los bufones de la corte que entretenían a la pareja. Yo no soportaba tanta estupidez y lo envié a la mierda sutilmente. Desde entonces, ya no quedé con él, ni le llamé y no me interesé por su vida. Hoy, 5 años después me llama, cuando ya ha cortado con la novia para recuperar tiempos que ya forman parte del pasado e intentar rescatar sueños de adolescente.

Quedé con mis amigos a las 2 de la madrugada. Estaban en plena calle Barcelona, allí está toda la zona de ocio de Cullera. Está todo lleno de bares y pubs. Toda la gente va peinadita, las chicas van con sus vestiditos y con sus minifaldas. Caminan igual, y todas parecen ir al mismo peluquero. Todas se juntan de dos en dos o de tres en tres. Cada grupito de chicas va a un ritmo y todas parecen tener la misma expresión de cara. Vi a un trío de chicas, todas serias y caminando con paso firme y tocándose constantemente el vestido como asegurandose de que permanecía ahí o no se ha subido un poco la falda. Suelen llevar sus bolsos pequeñitos como una pequeña carga.

Yo hacía contraste con tanta pijería, todos llevaban ropas de marca, todos peinaditos a lo metrosexual, depiladitos, con sus perfumes y yo sin embargo había salido sin peinar, sin ducharme y sin afeitarme. Pasando de todo.

Cada vez que me cruzo con un grupo de estas se me clavan en el cerebro los sonidos de los 6 u 8 tacones que suenan cuando ya quedan a mi espalda. Parece que no hablen entre ellas y si lo hacen suele ser sobre alguna banalidad, “Juanito me ha llamado y me ha dicho que le esperemos en la puerta de Ruta”, “Tía, que fuerte, luego le llamé y me dijo que quería hacer las paces” “Tíaaaa (voz pija) que estaba bailando y se me ha acercado el de la barra porque quería invitarme a un chupito”. Parece que hablen solo de gilipolleces.
Por fin me reuní con mis amigos.

- ¡Ya era hora que aparecieses! – Dice Carlota
- ¡El desaparecido! – Dice Helen
- Parece que os sorprendáis de verme.- dije.
- ¡Ayer estuvimos esperándote y no apareciste!- comenta Carlota
- Eso no es verdad, en verdad no me esperabais a mí.
- Una hora de reloj esperándote. Y hasta que no mandaste el mensaje diciendo que no ibas a venir no nos fuimos. ¿Cómo puedes ser así?
- Os digo en verdad que eso no puede ser, yo os envié el mensaje a los cinco minutos, además, ¿Para qué me esperabais?
- ¡Pues para hablar contigo!
- ¿Para qué?
- Pues porque teníamos ganas de estar contigo
- ¿Por qué?
- Porque te echábamos de menos y teníamos ganas de “enfredyzarnos”.
- Pues es que ayer no existía, no era yo, aunque hubiese aparecido no hubieseis estado conmigo. Deje de existir durante unos días.
- ¡Venga ya! No empieces.
- Lo digo en serio. Sólo hubieseis visto una parte de mí física.
- ¡Suficiente para cortarte los huevos por habernos hecho esperar tanto!
- ¿Me hubieses cortado los tres huevos?
- ¡Sí! ¡Mala persona!
- ¿Y hubieses hecho tortilla francesa o huevos revueltos?
- Lo que sea. ¡Pero te hubiese cortado los huevos!
- Total... para lo que me sirven...

Y en ese momento apareció Ángel en escena. Se cruzó justo por delante de dónde estábamos.

- ¡Ye tío! ¿Qué haces aquí? ¡No me has llamado!
- Iba a hacerlo ahora mismo, es que acabo de llegar y estaba hablando aquí apalancado.
- Sí, sí, ¡Pero no me has llamado!
- Sí pero te tenía que llamar ahora mismo.- Volví a mentir como un hipócrita.
- Bueno, ¿Qué vais a hacer ahora?
- No lo sabemos.- Y dirijo la mirada hacia el resto de la manada, dando a entender que dependo de otras personas para tomar mis propias decisiones y así quitarme la responsabilidad de decir a donde ir.
- Tío, tenemos mucho de qué hablar. Mañana traeré la guitarra acústica, tenemos que juntarnos y volver a tocar, he mejorado muchísimo con la guitarra.- Dice orgulloso.
- Pues si ya eras buenísimo antes no quiero imaginar ahora, yo por el contrario no he mejorado nada.
- ¿No tío?
- No.
- ¿Y qué haces ahora?
- Nada interesante.
- ¿Habrá mucho que contarnos después de tantos años no?
- Pues sinceramente, no me ha pasado nada especial en todo este tiempo.
- ¿No? ¿Y eso que me comentaron que ibas a vender una letra de una canción?
- Joder, como vuelan las noticias. No es exactamente eso ... pero bueno.
- ¡Sí! Fredy es un fenómeno. Está por encima de todos nosotros. – Dice Helen.
- Sí, Sí, por encima – Digo irónicamente.- Yo no estoy por encima de nadie.
- Bueno Fredy, yo me voy que tengo que acompañar a este, luego te llamaré y quedamos.
- Vale. Hasta luego

Ya no me volvió a llamar en toda la noche.

Tras quedarnos de pie mirándonos las caras decidimos ir a Fantasía que es una chupitería muy conocida, allí trabaja una camarera que se llama Luci, es una chica a la que llevamos frita porque le hacemos la vida imposible. Nos divertimos puteándola y quedándonos con ella. Cada vez que entramos al local y nos ve a Alvariño y a mí parece que se le cae el mundo a los pies. Cuando la veo agitada detrás de la barra atendiendo a los borrachos de última hora como yo me gusta hablarle. La última vez que fuimos, le recomendé en medio del jaleo que se apuntase a clases de relajación tántrica, allí le enseñarían a relajarse en momentos tensos como esos mediante una buena respiración en siete tiempos. Ella me miró con cara de quererme degollar, la estaba estresando más y eso me divertía.

Pero hoy Luci parecía haberse alegrado al verme, me vio a través del espejo que está justo detrás de las botellas. Tenía ganas de atenderme. La veía cambiada, se había tintado el pelo y parecía que le habían crecido las tetas. El hecho de que estuviese feliz de verme no me gustó, soy consciente de que no soy su típico cliente habitual, así que propusimos ir a otro lado y dejar a Luci con dos palmos de narices.

Salimos de aquel lugar que apestaba a alcohol y nos dirigimos a la cantina. Un lugar lleno de billares y de dardos, con una gran barra, mesas para sentarse y una gran afluencia de gente. Pero por el camino vi una cara conocida, se trataba de Lena, la notaba cambiadísima, ¿Hoy notaba a todo el mundo cambiado? Me levanta la mano para saludarme y me acerqué.

- Hola ¿Qué tal? – Dije
- Bien ¿y tú?
- Yo bien ¿Y tú?
- Yo bien ¿Y tú?
- Bien ¿Y tú?
- También bien ¿y tu?
- Genial ¿Y tú?
- Bien ¿Y tú?
- Bien, bien, bien. Oye, te noto cambiada.
- ¿Sí? ¿Para bien o para mal?
- Ni bien ni mal, te noto cambiada, será que hace tiempo que no te veo.
- Yo a ti te noto cambiado para bien.
- Me alegro.
- Claro, te vi en la tele y desde que te vi... te veo mejor. Parece que se te haya subido la fama a la cabeza ¿No?
- ¡Ah sí me viste!, Ahora soy famoso ¿no me ves? Ahora sólo me junto con la élite y sí, sí que se me ha subido a la cabeza con tanto éxito.
- Sí, ya te veo ya....
- A ver si te veo más.
- Eso, a ver si te veo más y hablamos más. Que por lo visto ya no te conectas al messenger.
- Perdona que te diga, la que no te conectas eres tú.
- Sí, es verdad, yo tampoco me conecto mucho.
- Pues yo lo tengo conectado casi todo el día, así que ya me dirás.
- Pues espero hablar contigo pronto que ya casi no hablamos.
- Pues a ver si es verdad.
- Bueno, yo estoy bien ¿Y tú?
- Yo bien ¿Y tú?
- Yo bien ¿Y tú?
- Yo bien bien. Me alegro de verte Lena.
- Me voy que me están esperando mis amigas y se van. Hasta pronto.
- Hasta pronto, ya hablaremos.

Mientras se iba pensaba en lo guapa que es, creo que nunca me había fijado tanto en sus ojos hasta hoy, son asombrosamente preciosos. Para colmo, según me habían comentado, es muy inteligente, aunque yo ya lo había comprobado, noto cuando hablo con alguien inteligente y a ella se le nota. ¿Qué tipo de chicos le gustarán a ella? Ojalá yo tuviese una novia así, pero bueno, seguramente se fijará en los más idiotas, como suele ocurrir siempre.

Al despedirme de ella vi a otra cara conocida, se trataba de Kaiku, es un amigo, pero es como si formase parte de mi familia, desde pequeño nos hemos criado juntos, hemos sido como hermanos. Entonces intercambio unas sabias palabras con él:

- Ye Fredy ¿Dónde vas? – me pregunta.
- Yo bien. ¿Y tú?

Llegamos a la cantina aproximadamente a las 2:30 y estaban cerrando la puerta. La dueña que cerraba la puerta nos dice:

- No entréis, vamos a cerrar y ya y no os van a servir. Además, ha venido la policía y nos ha multado por no cerrar a tiempo.

No le hicimos caso y entramos.

Me hacía gracia que les multasen por no cerrar el local cuando les corresponde, es entonces me acuerdo del alcalde cuando sale en televisión o en el periódico hablando de la gran oferta de ocio que tiene Cullera diciendo es una atracción para los jóvenes etc., etc. Sí, señor alcalde, una oferta de ocio para jóvenes, usted siga diciendo que cierren los bares a la una de la madrugada y siga diciendo que hay una necesidad urgente por crear campos de golf en nuestra ciudad, por lo visto el golf se ha convertido en el deporte local.

Una vez en la barra Alvariño me pregunta:

- ¿Una cerveza?
- Sí.

Estuvimos esperando diez minutos de reloj a que nos atendieran, la camarera estaba saturadísima, yo que soy una persona comprensiva con el cansancio de la gente que trabaja cara al público le propuse a Alvariño:

- Le pedimos lo que sea y nos vamos sin pagar ¿Vale?

Pido dos cervezas. La camarera me las trae, Alvariño pide lo suyo y la camarera se da la vuelta a por las botellas. Yo aprovecho para coger las cervezas y sentarme en una mesa sin pagar. Con suerte no se daría cuenta de que no he pagado. Y así fue, bebí cerveza gratis.

Allí dentro del local vi a un amigo que es policía bebiendo como un cosaco, era curioso, él hoy no estaba de servicio pero sus compañeros estaban multando al local, aun así, la barra seguía abierta al público, imagino que tendrían que hacer más caja para pagar la multa. Los policías de Cullera son lo peor. Meten a trabajar ahí a la peor calaña, muchos de ellos a los cuales conozco me cuentan como muchas veces confiscan Hachis a la gente y luego van a fumárselo. Así va España.

- Carlota, tengo que contarte muchas cosas, estoy asqueado del mundo en general.
- Yo también Fredy, cada vez se me va más la cabeza.
- Pero bueno, eso no es nada nuevo, ya lo sabemos todos.
Se ríe.
- Carlota, ¿Por qué cuando deseas una cosa con más fuerza más se aleja de ti? O lo que es peor ¿Por qué nos pillamos y nos enganchamos de la persona menos conveniente? ¿Por qué cuando más pasan de nosotros más nos pillamos? ¿Alguna vez te ha pasado?
- ¿Sinceramente? Nunca me ha pasado.
- Sin embargo has vivido en tus carnes lo que es pasar de alguien y que ese se cuelgue más de ti ¿No?
- Sí, muchas veces, es desesperante.- dijo resignada.

Carlota es una chica guapa, estaba seguro que miles de hombres perdieron el culo por ella a lo largo de la historia, sin embargo, ella nunca había atravesado por el tormento y suplicio de enamorarse de alguien que no le correspondía.

- Pues en realidad tienes suerte Carlota, pero te deseo que algún día te pase, verías como todo lo que haces no tiene sentido, fingirías encuentros casuales con esa persona, la llamarías, harías las mayores estupideces de tu vida y te odiarías por ello.
- Pues la verdad me gustaría experimentar esa sensación, pero no lo he conseguido, y te digo muy en serio que me gustaría.

Era normal, a Carlota le haría caso cualquier hombre, jamás podría vivir esa situación.

Habló Helen:
- Fredy, ¿Por qué no sales más?
Helen siempre que puede me da un abrazo, estoy seguro que muchísima gente que no nos conoce pensará que somos pareja, pero me da igual, somos amigos y ella tiene su pareja.
- No me gusta mucho salir, ya lo sabes, ¿No ves a tu alrededor? ¿Qué ves? Yo sólo veo gilipollas, estupidez, falsedad, hipocresía. Todo el mundo se traiciona entre si. A quién le guste salir y ver todo eso debe estar muy mal de la cabeza. Por eso yo estoy muy mal, a parte de no gustarme vengo.
- Jo Fredy, no quiero abrazarte mucho porque te cojo cariño y luego te voy a echar de menos toda la semana y todo el tiempo que esté sin verte.

Helen es mi mejor amiga.

Tras estar sentados allí durante largo tiempo decidimos irnos, salí por la puerta con la cabeza bien alta, esperaba que en cualquier momento alguien me tocase el hombro para decirme que pagase, pero no, salí triunfante.

Al salir volvimos a hacer un círculo para mirarnos las caras, al mirarnos podemos determinar el estado de ánimo de la manada en general y decidimos que es lo que nos hace falta y cual es el lugar más apropiado para ir.

Al salir vi un carro de la compra abandonado al lado de un contenedor, Alvariño también lo divisa.
- ¡Un carro!
- Carlota, ¿Alguna vez te has subido en un carro?
- ¡No¡ ¡Quiero subir!
- ¡Pues sube!
- Yo conduzco.- Dice Alvariño.
- ¿Tú siempre conduces eh?
- Sí.
- Alvariño, ¿Alguna vez has subido en un contenedor de basura y te han arrastrado por la carretera?
- Sí, muchísimas veces, pero yo soy el que lo suele empujar.
- Yo también he subido y me han arrastrado, era como hacer surf sobre el asfalto, que memorables noches de borrachera

Carlota intentaba subir al carro, pero su minifalda era tan corta que no podía subir sin que se le viese todo, así que subió al carro por la parte de delante. Una vez arriba la paseó por la carretera y yo le dije:
- ¿Ahora sabes como se siente un bote de lentejas en un supermercado verdad?
- ¡Síiiiiii!

De pronto, mientras estaba arriba del carro empezó a sonarle su teléfono.
- ¡Para para! ¡Que me están llamando!
- Eso para, que no se puede hablar por teléfono mientras se conduce.

Le llamaba su exnovio, todo un personaje del que prefiero no hablar.

Pasaron unos diez minutos en los que estuvimos caminando hacia el peor lugar del planeta Tierra, si existe un infierno debe ser como aquel lugar, se llama Tanguería, un sitio lleno de marujonas, cuarentonas, chusma, extranjeros, busconas y buscones. Eso parece un circo. Ir allí es un auténtico espectáculo digno de los sadomasoquistas más osados. Entrar allí tiene más mérito que traspasarse todo el cuerpo de alfileres como los fakires de la India. Pero yo tengo cierto morbo por lo asqueroso e ignominioso porque ese asco extremo que siento allí hace que aflore en mí la poesía más desgarradora y asquerosa desde lo más profundo de mi rabia.

Una vez dentro no parecía tan asqueroso, simplemente era porque es verano y se llenó de turistas, de gente diferente, no estában los mismos personajes que hay durante todo el año. Me llevé una pequeña decepción porque de este modo no pude intercambiar con nadie ningún tipo de impresión sobre el desarrollo de la noche.

¿Qué sería de un verano sin el chiringuito? Ya sólo quedabamos tres personas:Alvariño, Carlota y yo. Así que nos fuimos al Chiringuito y bebimos más cerveza.
Finalmente Carlota se hartó y se fue a su casa. Ya eran las 4 de la madrugada. Le propuse a Alvariño irnos a otro chiringuito más céntrico, allí veríamos a alguien conocido y quién sabe qué podríamos conseguir.

Ya en el otro chiringuito nos sentamos en unas hamacas, cerveza en mano y contemplando las estrellas fugaces rezagadas que no cayeron ayer, que era el día de las estrellas. Evidentemente no pedía deseos a las estrellas. ¿A quién se le ocurriría pedir un deseo a una estrella fugaz rezagada? No hace mucho yo deseaba con intensa vehemencia que la Luna fuese mía, y las estrellas o los dioses concesores de deseos pensaron que merecía algo mejor y me trajeron el planeta Marte. Creyeron que así cumplirían mi deseo y que me satisfacería aun más, pero no fue así. Marte se me quedaba grande y yo seguía deseando la Luna. El resto de astros, por más grandes y mejores que fuesen, no me atraían.

- Si tu fueses alcalde de Cullera. ¿Te dejarías sobornar y concederías licencias de obras a todos esos constructores?- Pregunto a Alvariño
- No, yo haría cosas buenas por Cullera.
- Pero Cullera... ¿Tú crees que tiene remedio?
- Así como va no, pero hay muchísimas carencias aquí.

Alvariño era de Madrid, pero se había venido a vivir a Cullera desde hacía un par de años, pasaba muchas noches hablando con él.

- Los campos de golf son una puta mierda, si los hacen luego podrán urbanizar todo el término. Sólo llenarán de hormigón este puto pueblo y lo convertirán en una ciudad fantasma improductiva.
- Lo sé, todos lo sabemos.
- Encima ahora intentan vender Cullera en Tele 5, se ve que tienen algún convenio, sólo hablan bien, pero esto es una puta mierda. Todavía no entiendo como hay tantos turistas sin escrúpulos que vienen aquí a veranear. Esto está hecho sólo para viejos.
- Encima la oferta de ocio sólo se basa en los chiringuitos.
- ¿Por qué mandarán cerrar todos los pubs tan pronto y los chiringuitos no?
- Porque seguramente el dueño de los chiringuitos sea amigo del alcalde, o hijo del alcalde o ha sobornado al alcalde. Aquí todo funciona igual, tienes cuatro contactos o cuatro amistades y te conceden lo que quieras. Todo se desarrolla en función de un interés económico o amistoso, y no a raíz de una necesidad.
- Puto capitalismo y puta sociedad de consumo. Acabarán mordiéndose su propia cola.

Dos chicas se sentaron en la mesa de al lado, Alvariño tenía ganas de fumar y no tenía tabaco.
- Voy a pedirles tabaco a esas.
- Vale.

Se levantó y le vi hablar con ellas y le digo desde mi sitio:
- ¡¡Sonríe che!!
De la forma que se dirigía a ellas parecía que en vez de pedirles un cigarro iba a atracarlas.
Se pusieron a hablar y yo miraba sin saber qué decían. De pronto Alvariño se gira y me dice:
- ¡Fredy ven y nos sentamos aquí, tráete la hamaca!

Cogí la hamaca y me senté enfrente de ellas. No nos presentaron.
- Nada, que me ha dicho que le queda poco tabaco pero que nos sentemos aquí y me dará de fumar.
Las chicas hablaban entre ellas.
- ¿Y no te sientes un poco gorrón?- Le pregunto a Alvariño en voz baja,
- Da igual.

Observo a las dos. Parecían receptivas.
- ¿De dónde sois?- Les pregunto.
- Yo de Madrid.- Dice la morena
- Yo de Cullera.- Dice la rubia.
- Yo también soy de Cullera.
- ¡JA!- dice la rubia- ¡No me lo creo! ¡Yo soy de aquí y no te he visto en la vida!
- Pero es que yo no soy conocido, vivo en las cloacas con las ratas y sólo salgo a la superficie de vez en cuando.
La morena, que parecía estar en un avanzado estado etílico se descojona.
- ¡Tío! ¡Qué no me lo creo!
- ¡Qué sí! ¿Tú a qué escuela has ido?
- ¿Eso de preguntar a que escuela has ido no queda muy infantil?
- Es por saber si hemos tenido un pasado en común.
- Ya, un pasado... ¿pero de qué año?
- No importa. ¿Sabes qué? En el fondo me siento orgulloso de que no me reconozcas como alguien de Cullera, me avergüenzo de este sitio.
- Pues tienes razón.
- Soy el típico al que nadie conoce, y eso me satisface. Siempre que están hablándome de gente, “Conoces a la prima de la Gema que salía con no sé quién que su padre tiene una tienda en no sé donde” siempre que me dicen eso jamás conozco a nadie.... y ni ganas...- le digo.
Me pareció asquerosa y prepotente la chica. La morena habló:
- ¿Tenéis coche?
- Yo no lo he sacado, prefiero ir a pie en verano a los sitios.
- Pero es que ahora para ir a Arenas de Sal está lejos.
Pensamiento de Fredy: Típicas busconas de tios con coche para que las lleven a donde ellas quieran a cambio de generarles unas falsas esperanzas de que se van a comer un rosco con ellas.
- Mi casa está mucho más lejos que Arenas de Sal y aun así prefiero ir a pie a los sitios.- dije.
- Además,él bebe y piensa. Si bebe no conduce, así que por eso no conduce.- Aclara Alvariño que sale en mi defensa.
- Ya pero caminar cansa.
Pensamiento de Fredy: Y las cerdas como tú también cansan.

- Bueno chicos, vamos al servicio, luego volvemos.- Dice la morena.

Sabía que no volverían y así fue. Pero luego las volvimos a ver.
Nos metimos más cerveza en el cuerpo.

Nos fuimos a la barra del chiringuito, allí Alvariño vio a un viejo conocido personaje de Cullera, intercambian saludos y se preguntan por sus conocidos.

- ¿Qué sabes de David el Loco?- Pregunta Alvariño.
- David el Loco va a ser padre.
- ¿¿¿Qué David el loco va a ser padre???- me meto yo en la conversación.
- Sí Fredy, yo también lo sabía, de todas formas ahora lo veo más centrado que nunca, me hablaba de la ilusión que tenía por ver la ecografía de su hijo hace unas semanas.
- ¡Pero qué fuerte! ¿Cómo va a tener un hijo ese?
- ¡Ey ya ves! Dejó preñada a la chica con la que está ahora y lo quiere tener....
- Qué mal está el mundo.

Descripción rápida de David el Loco: Perdido de la vida, aunque hay que reconocer que ahora está muchísimo más centrado, boxeador, expresidiario, agresivo, paranoico (ya que cree que le miran mal y quiere pegarse con todo el mundo), hablar con él es un espectáculo.

He llegado a creer que así como antes se practicaba la eugenesia, ahora sucede lo mismo pero al revés, sólo los descerebrados, los desquiciados, los tarados van a dejar descendencia en este mundo, por lo tanto, no tengo ningún tipo de esperanza en las generaciones futuras y apuesto por una rápida destrucción del mundo en pocos siglos.

De pronto, casi una hora después de haberse ido al servicio aparecen de nuevo las dos “buscatiosconcoche” y se ponen a hablar con nosotros.

- Pues yo ahora estoy de vacaciones. Soy socorrista y ahora que tengo un tiempo pues vengo a Cullera a relajarme.- Me dice la morena entre otras cosas.
- A ver... ¿Eres socorrista y estás de vacaciones en Agosto? ¡Si los socorristas sólo trabajan dos meses al año!
- Bueno, pues yo sólo trabajo en Julio de socorrista. El resto del año estudio.
- ¿Y qué estudias?
- Magisterio, este año acabaré.
- Tía, eres mi ¡ídola! ¿Se puede decir ídola? ¿Es correcto? Usted señorita con magisterio lo sabrá
- JAJAJAJA, me parece que no.
- ¡Pues te idolatro! Eso de ser socorrista, trabajar dos meses y uno de vacaciones me parece ejemplar.
- Idolatro si que está bien dicho.,
- Gracias señorita.- dije con recochineo, como llamábamos antes a las profesoras.
- JAJAJA. –estaba borracha perdida.- Mira, yo vivo ahí enfrente, en primera linea de la playa.
- ¿En primera línea de playa no? Eso es que tienes pelas. – Le dice Alvariño.
- Ella no ha trabajado duro en su vida, no sabe lo que es trabajar. Lo ha tenido todo hecho en su vida.- Digo yo.
- ¡Oye!- Se ofende la borracha “buscatiosconcoche”
- Ella no lo puede entender Alvariño, ¿Cómo hablarle de colores a un ciego? ¿Cómo hablarle de música a un sordo?
- ¡Oye! Tengo familia invidente, a dos familiares. De hecho uno está aquí en Cullera.
- Perdone señorita por no haber empleado el término correcto, diré invidente, pero en ningún momento pretendía ofender, además son sinónimos. ¿Qué más dará?

Me recordaba a la estupidez de llamar a los negros negros, en vez de decir hombres de color. ¿Estoy ofendiendo a alguien diciendo que es negro? ¿O es que los blancos no tenemos color o somos transparentes?

- No pasa nada, no me ofendo.- Dice la morena.

La morena y la rubia se volvieron a sentar en una mesa. Al poco rato se fueron a sus casas o a buscar algún chico con coche que las llevase a Arenas de Sal. Daba lo mismo. Yo me iba a casa. O eso creía.

De vuelta a casa me sentía asqueado, caminando solitario veía los coches pasar con su música, la mayoría de coches llevan puesta la canción “la tortura” de Shakira y Alejandro Sanz. ¿Por qué todos escuchaban lo mismo? ¿Por qué todos los veranos hay alguna canción que parece sonar en la mitad de los coches que pasan? Sentía un asco indescriptible al ver cada coche que pasaba y viendo a cualquier persona con la que me cruzaba. Chulos, gilipollas, malas zorras, malfolladas, cretinos que me daban agonía.

Pero no era hora de volver a casa, abandonar a las 6 de la madrugada era una huida. ¿Quién iba a hacerme compañía a esas horas? La única persona que podía encontrar a estas horas era a Ariel.
Ariel trabajaba de panadero en un horno durante toda la noche, de día trabajaba en un mcdonals. Necesitaba verle, es la persona que más cerca del infierno ha estado. Ir en ese momento al horno era como acercarse al punto más próximo de la desesperación de un individuo. Allí sabía que todas mis injurias y maldiciones al mundo serían escuchadas, comprendidas y afirmadas. Juntos poníamos de vuelta y media a toda la humanidad. No lo haciamos desde la altura de un gobierno, sino en el punto más bajo que puede llegar un ser humano. Desde el extremo más bajo de una sociedad desgastada.

Llegue al horno, en la puerta estaba Jose cargando pan en la furgoneta , tenía 27 años y era el dueño del horno, trabajaba todos los días del año durante todas las noches. Nunca tenía vacaciones, su vida era el horno, descansar y de vez en cuando hacer escapadas para creer que la vida no es tan asquerosa.
- Hola Fredy – Me dice Jose.
- Hola Jose. ¿Qué tal?
- Bien, ahí dentro está Ariel viendo un documental de Nazis.
- ¿Ah sí? Pues voy a entrar.

Entré al horno y allí estaba él. Al verme hizo un gesto desagradable con la cara como diciendo “Al que me faltaba por ver hoy”. Pero en el fondo sé que se alegró de que le visitara. Estaba sentado con el mando distancia en la mano, esperando que se cociera un carro de pan, en la tele aparecían los créditos del documental.

- Mira Fredy, ahora mismo se ha acabado un documental de la segunda guerra mundial que te hubiese encantado.
- Ariel, hoy he venido a verte porque necesitaba ser escuchado y comprendido.
- ¡Bueno.... bueno... bueno! Si tu supieras como estoy hoy, mira, no tengo ganas ni de hablar, en Mcdonals me han pasado mil historias. ¿Para qué contarte Fredy? Es siempre lo mismo.
- Todo ahí fuera es asqueroso, haces bien trabajando y perdiendo el tiempo aquí.
- ¿Sabes de que me he dado cuenta? Que la única forma para eliminar los males mentales es trabajar, trabajar, trabajar y trabajar hasta caer reventado. No hay más. Así por lo menos ganas dinero.- Cada vez que pronunciaba la palabra trabajar apretaba el puño y lo agitaba hacia abajo, me recordaba a un dictador.
- Te entiendo Ariel.
- ¿Qué me cuentas Fredy? ¿Qué has hecho hoy? ¿Cómo que has venido?
- Pues me dijeron que ya estabas trabajando aquí este verano y ya era hora que me pasase ¿no? Además, mañana no tengo nada que hacer y estoy asqueado de salir por ahí y quería encontrar refugio por aquí.

Le conté en líneas generales todo lo que había hecho en toda la noche, todos mis asqueamientos y todos mis sufrimientos.

- Mira Fredy, cuando estoy en mcdonals, cuando más trabajo hay, cuando más agobiado estoy pienso en lo increíblemente enorme que es el universo, en lo inmenso que es. Luego pienso en lo insignificante que es la Tierra comparada con el universo. Luego pienso en lo insignificante que es el ser humano comparado con el universo. Luego pienso lo insignificante que es mcdonals comparado con el universo. Y luego pienso en lo mal que estamos por culpa de algo tan insignificante como son los sentimientos. Estamos tan mal que todos esos malos sentimientos cubren el universo entero. ¿Te das cuenta?
- ¿Sabías que eres un sabio Ariel? Tu dolor es auténtico, por eso me encanta hablar contigo. El resto de la gente solo tiene preocupaciones estúpidas.
- ¡Gracias Fredy!

Me choca la mano.

- Mira, ya estoy a punto de cumplir 26 años y ya no estoy para tonterías. ¡Por favor! -dijo.

Y ahí estuvimos hablando y hablando durante horas mientras veíamos la tele, de vez en cuando ponían al horno algún carro de pan. Pusimos verde a la sociedad.

Sé que Ariel tiene unas ideas muy radicales, pero en el fondo todo lo que dice me hace gracia, tiene un sentido del humor negro y lunático. Es una fuente constante de inspiración.

- ¡Mis compañeros de trabajo son inútiles! – Decía.- Mira, hace poco le dejé 10 euros a una compañera, ya ha pasado el día 3 que es cuando cobramos todos y todavía no me los ha devuelto. ¿Pero sabes qué? Yo todos los días se los pido. Y así voy a estar día tras día hasta que se canse y me los dé. ¡No hay nadie con mas persistencia que yo! Cuando llego al trabajo no digo ni buenos días ni nada. Directamente le digo ¿Ya tienes los 10 euros? A la otra se lo pensará 2 veces antes de pedirme nada. ¿Pero eso que significa? ¿Qué falta de educación es esa? A mí si me dejan algo, enseguida que cobro ya lo estoy devolviendo porque para mí el dinero es SAGRADO. ¿Y estos paletos pueblerinos por qué no tienen que hacer lo mismo?

Yo me reía. Siempre me rió cuando se pone a hablar así.

- ¿Tú sabes todo lo que tengo que llegar a soportar allí? Es inimaginable Fredy. A Noemí, cada vez que le llama su novio le suena la melodía en el teléfono de “me gusta la gasolina” y allí estamos todos limpiando a punto de cerrar y cuando escuchan eso ¡Toda la plantilla de mcdonals se pone a bailar! ¿Y sabes en qué estoy pensando yo mientras tanto?
- No
- Estoy pensando en hornos crematorios, en como se desintegraría esa gente a 4000 grados.
- JAAJJAAJJAAJ
- Hay que rehabilitar los hornos crematorios Fredy, o bueno, ni eso, deberían construir nuevos hornos crematorios. ¿Te imaginas los nuevos hornos de la era digital? Un botoncito y ale. Eso sí, deberían hacerlos inmensamente más grandes. Así poder meter a toda África y a toda Sudamerica allí dentro.
- Estás loco.

No comparto ni una idea con él. Pero me destornilla escucharlo hablar y decir tantas barbaridades. En realidad, él habla con toda la agresividad del mundo, pero conociéndolo tan bien como yo lo conozco sé que él es incapaz de matar a una cucaracha. Todo lo que él dice es de boquilla, simplemente se le va la olla de tanto trabajar y de no dormir. Expresa su odio despotricando contra el mundo entero.

- Ya sé que estoy loco. Pero al menos esa gente aprovecharía para algo. ¿No se puede hacer nada con las cenizas? ¿No se puede hacer jabón con ellos? ¡Hacer algo con ellos! ¡Algo productivo! ¡O que manden sus cenizas al espacio! ¡Lo que sea!

Así pasan las horas y por fin llega la dependienta de la mañana, cuando ella llega Ariel la saluda.

- ¿Qué tal Rufina? ¿Todo bien?
- Sí bien, gracias.
- Ahora verás- me dice en voz baja. - Pues como te iba diciendo- Vuelve a su tono normal- Yo lo que quiero es suicidarme de una vez.

Hace un gesto con la cara señalándola a ella, esperando ver su reacción. Ella suspira implorando paciencia a Dios.
- Eso te lo dice para ver como reacciono yo- Dice Rufina.
- ¿Qué pasa Rufina? ¿Por qué ves tan mal el suicidio?
- Yo soy católica practicante, y ya sabes lo que pienso del tema.
- ¿Los católicos odiáis a los judíos? – Pregunta Ariel
- Yo no odio a nadie.

Por fin Ariel acaba su jornada de trabajo. Me propone que vayamos a desayunar a alguna parte, pero antes quería ir a su casa para darme unos libros y luego tenía que resolver un asunto, me propuso que le acompañase.
Fuimos hasta su casa y una vez allí me da una bolsa llena de libros y me dice:
- Toma, todos para ti, yo no los quiero.
- ¿Por qué?
- Son para aprender a escribir, y son en español, yo no quiero aprender a escribir en español, en el idioma de Arévalo ¿Qué quieres? ¿Qué lo único a lo que me dedique sea a escribir chistes? Yo lo único que quiero escribir en inglés como Stephen King.
- Estos libros valen mucho dinero Ariel.
- Me da igual, no los quiero, además, a ti te harán más falta que a mí.
- Estás loco.
- ¿A que sí?

La bolsa contenía toda una colección de 15 libros de “curso de teoría y práctica del relato”, y otros libros sueltos “el oficio de escribir cine y televisión” , “Escribir, manual de técnicas narrativas”, “Desarrolla una mente prodigiosa”, “Guía para una puntuación más rica y consciente”, “El millonario instantáneo (un relato claro y estimulante para TRIUNFAR)”, “Ortografía fácil para la E.S.O.”
Sin duda alguna todos esos libros me podrían ser útiles, aunque soy partidario de que hay ciertas cosas que no se pueden aprender, simplemente se sabe o no se sabe.

- Gracias Ariel, pero estos libros, aunque los tenga yo ahora en mi casa, seguirán siendo tuyos.
- Yo no los quiero para nada
- Pero son tuyos.
- ¿Me acompañas ahora a un sitio?
- ¿Dónde?
- A casa de Noemí a pedirle los 10 euros.
- Vale

Eran las 8:30 de la mañana, Ariel iba a llamar a su casa a esas horas sólo para joder.
- Así aprenderá a devolver el dinero cuando toca.
- Estás loco. Eres un puto crack.
- Si en realidad los 10 euros me da igual, pero es que ella me cae como el culo. Lo que quiero con esto es que me deje de hablar para siempre, así tengo un problema menos.

Llegamos hasta el portal de ella. Ariel le timbra.
- ¿Sí? – Una voz masculina, posiblemente el padre.
- ¿Está Noemí?
- Espera un momento.

Tarda un par de minutos en ponerse al teléfonillo
- ¿Quién es?
- Noemí soy Ariel ¿Tienes los 10 euros?
- ¿Pero tú te crees que estás son horas de llamar? ¡Ahora no es el momento! ¡He venido hace un rato de fiesta y todavía no he dormido!
- ¿No es el momento? Sin embargo yo sí que supe cuando era el momento de dejarte el dinero. ¿Y cuando me lo piensas dar?
- No lo sé, el jueves creo.
- ¿El jueves?
- Síiiiii Ariel! ¡QUIERO DORMIR!
- Ya hablaremos.

Y colgó el telefonillo.
- Mira Fredy, todos los días acabo de trabajar a estar hora. Mañana a la misma hora pienso timbrarle. ¡Así todos los días hasta que me de mis putos 10 euros!

Yo todavía estaba partiéndome de la risa. Todo eso me resultaba cómico y extremadamente entretenido.
- Di que Sí Ariel, ¡Con tu dinero nadie juega!
- Sinvergüenzas que son. ¿Quién se ha creído que es?
- ¿Pagarías 10 euros porque te dejase de hablar para siempre?
- Sí.
- JAJAJAAJAJ
- Es más, mañana voy a estar comentándole a toda la plantilla de mcdonals que ella no me devuelve el dinero porque no le da la gana. ¡Te lo digo yo como que me llamo Ariel que esa se va a arrepentir de haberme pedido dinero! ¡A la otra se lo pensará dos veces!

De pronto pasamos por delante de la iglesia.
- ¿Vamos a misa como en los viejos tiempos?
- Vamos.- contesté.

Eran las 9 de la mañana, entramos y ya habían empezado a rezar. Me encantaba hacer cosas de ese tipo, yo con mis pintas rockeras metiéndome en la misa de las 9 con todas las viejas beatas. Nos sentamos en la última fila. Ese día había una gran afluencia de gente, sería por la cantidad de turistas que hay ahora en la ciudad. También me sorprendió ver a muchísima gente joven entre 15 y 20 años. Serían pijos repipis criados en escuelas del Opus Day. El cura estaba en el altar. Nos vio enseguida, ya nos conoce. Somos como su peor pesadilla. Estuvimos alli un rato entre risas viendo la cantidad de gente estúpida que va a misa a tragarse todas las tonterías que decían.

“Señor misericordioso, tú que quitas el pecado del mundo ten piedad de nosotros”

- Mira Ariel ¡Esa era mi profesora de literatura! ¿Qué hace aquí en misa? ¡No quiero que me vea! Esa conoce a mi madre. Encima me da un asco impresionante, aunque un día le recité todo el romancero gitano “Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir” Y varios poemas de Alberti. Me tenía manía y consideraba que yo era un inútil.

Empecé a sentirme incómodo.
- Oye Ariel, hoy no voy a aguantar la misa entera, me siento incómodo, no puedo soportar esto, vámonos antes de que diga alguna tontería en voz alta o la arme aquí.

Nos fuimos, solíamos ir a misa de vez en cuando, era como meternos en el ojo del huracán, después de haberme metido en locales donde ponían reaggeton a toda pastilla yo era capaz de soportarlo todo. Recuerdo una vez que llegamos a misa todo borrachos antes de que empezara y nos metimos en la sacristía a hablar con el cura.
-Hola padre, hemos venido porque teníamos ganas de hablar con usted.
- Diganme.
- Pues hoy hemos venido de fiesta de por ahí y hemos decidido venir a misa, a ver que se cuenta por aquí.
- ¡Ojalá todos los jóvenes hicieran como vosotros!
- Pero padre, yo es que no me creo nada de la iglesia, no me creo nada de la santísima trinidad, me parece todo absurdo y una gran mentira para ganar dinero. Pero bueno, venir aquí es cultura. Hemos venido aquí porque en la tele no hacen nada y siempre es bueno venir a sitios donde nos cuenten historias mitológicas ¿No crees?

El cura estaba flipando.

- Bueno, yo no os voy a decir que cambiéis, pero la fe es lo principal aquí. Con fe puedes llegar todas partes.
- Bueno padre, nosotros vamos a ver la misa a ver que tal, a ver si nos gusta.
- Muy bien, me parece bien.

Luego en medio de misa, estuvimos haciendo el idiota todo el rato. Cada vez que la gente se levantaba, Ariel decía a regañadientes:
- Joder, ¡otra vez de pie! ¡Estoy hasta los huevos.
Y las viejas se giraban escandalizadas. Luego se ponía a escuchar el Walkman. Después había un salmo responsarial que decía algo así “Señor, que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti” Toda la gente repetía lo mismo y era alucinante ver la forma sectaria con la que repetían cosas sin saber qué cojones estaban diciendo. ¿El señor hubiese querido que se le pegara la lengua al paladar a alguien si no se acordaba de él? El cura decía una frase y la gente volvía a repetir: “Señor, que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti”. Y entonces me giro cara a Ariel y le hago el gesto con la lengua que se me ha quedado pegada al paladar y empiezo a hablar como un subnormal. Así que empezamos a descojonarnos en medio de la misa, las viejas de la fila de delante se giraban escandalizadas, y la gente seguía repitiendo como idiotas: “Señor, que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti” Cosa que me producía mas risa todavía porque los imaginaba a todos con la lengua pegada al paladar y hablando como gilipollas. Me tapaba la cara para que la gente no me viese descojonarme encanado. Pero enseguida volvían a repetir “Señor, que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti” Y yo no podía parar de reír.

Luego, a la hora de la Eucaristía, no dudé ni un momento en ir a recoger el cuerpo de Cristo, fui a la fila donde estaba el cura repartiendo hostias, le sonerí al cura y abrí mi boca con aliento a alcohol y recibí a Dios. Me sentía muy bien siendo un hereje y jodiendo al cura. Es un cura realmente asqueroso, no soporto a la gente sectaria y menos a los tipos con su cara. Tiene la cara del típico cura que se masturba pensando en niños y niñas.

Luego fuimos al bar a desayunar. Yo me pedí un café y Ariel se pidió un zumo. Nos sentamos en una mesa y nos pusimos a hablar.

- ¿Cuándo me mandan trabajo sabes qué es lo que hago?- Dijo Ariel
- Dime.
- Pienso en como debe ser la vida en otra galaxia lejana. Pienso en la paz que debe haber en ese mundo. En lo bien que vivirán. Entonces cuando veo a mi encargada decir “¿Ya han salido los Big-macs?” la veo como una persona irracional y sin sentido.
- Vuelvo a decirte que eres un sabio.
- Tú eres el único en el mundo que comprende mi arte.
- Los incomprendidos somos los más comprensivos.

Miré a mí alrededor, había bastante gente en el bar, delante de mí tenía la televisión con música clásica, había una gran orquesta tocando. Detrás de mí estaba la barra, lleno de gente muy paleta hablando en valenciano sobre las cazallas que se van a tomar y sobre lo que van a hacer más tarde en el huerto. A mi izquierda había una pareja de treintañeros hablando. Y a mi derecha había una pareja de sordomudos hablando por señas.

- ¿Te das cuenta Ariel? No estamos aquí por casualidad, alguien nos ha colocado estratégicamente en medio de esta cruz de simbolismos. Fíjate, en la tele está sonando la música de los siglos, la música más bella que jamás se ha creado y esta siendo servida en un bar dónde no aprecian nada la música y ni la están escuchando. Se cruza lo esencial con lo banal. Y mira, mira la pareja que está hablando a mi izquierda, la chica está completamente enamorada de él, le está comentando todos sus problemas, están comunicando su amor mediante la palabra y a nuestra derecha mira, son sordomudos y están comunicándose mediante los gestos. Ambos extremos de comunicación. Y nosotros aquí, en medio de esta cruz de simbolismos. ¿Por qué estamos aquí en este preciso instante?
- Me estás dejando alucinado. ¿Cómo puedes percibir el mundo así?
- Veo más allá de lo que se ve.
- Ya veo.
- Mira a la parejita de mi izquierda, ella por su forma de sentarse y mirarlo se ve que está completamente enamorada de él. Él parece que ella le guste pero en su rostro se ve la expresión de la amargura, seguramente todavía no ha superado el divorcio con su exmujer y no quiere prometerle a ella nada porque no está bien emocionalmente. Además, date cuenta que tendrán entre 35 y 40 años, a esa edad no se andan con tonterías, van a lo que van, la mujer le ofrece sexo a él a cambio de ser escuchada. A los 30 lo único que quieren es ser escuchadas. Y al tío le da igual lo que ella piense y diga. Le da igual porque a medida que la gente se va haciendo mayor se va desengañando cada vez más del amor. El amor verdadero sólo es aquel de los 16 años, porque está cargado de inocencia, de ingenuidad y se tocan dos corazones de terciopelo. Más tarde, a medida que uno acumula fracasos, decepciones, rupturas y separaciones se le va encogiendo el corazón y se convierte de piedra, es entonces cuando sólo miran por si mismos. A los 30 uno ya debe estar quemado de la vida, del amor y de todo.
- Yo no quiero llegar nunca a los 30.
- Pues tendrás que llegar.- Le dije seriamente.
- No es necesario, los verdaderos artistas siguen haciendo cosas de adolescentes aunque tengan 40 o 50 años.
- Bueno....
- ¿Sabes? Podrías escribir una telenovela.
- No estaría mal. Aunque he estado pensando en escribir unos relatos.
- ¿Sí? ¿De que van?
Le cuento la historia de mis relatos.
- ¡Esos relatos son una puta mierda!
- ¡Pero tienen un trasfondo!- Intento justificar
- Tú eres una persona muy profunda, puedes escribir cosas muy buenas.
- ¿Sabes? ¿Y qué tal si escribo un relato con todo lo que me ha pasado esta noche?
- Estaría muy bien, pero no pongas mi verdadero nombre si comentas todo lo que digo.
- ¿Y qué nombre podría poner?
- Pon Ariel mismo.
- Está muy bien. Tengo ganas de llegar a casa y ponerme a escribir. ¿Qué tal si nos vamos?
- Vámonos a dormir, ya es pronto.

Y nos fuimos a casa. Por el camino vimos a la parejita del bar en un coche, seguramente se iban a consumar su frustración por el mundo mediante la cópula.

¿Qué sabéis de Fredy?

Ramona: Por cierto... ¿Qué sabéis de Fredy?
Erika: Uff calla, yo no quiero saber nada de ese.
María: Yo hablé con él hace poco. Sigue como siempre.
Ramona: ¿Con sus fantasías y delirios de grandeza?
María: Sí, exactamente.
Erika: Qué acabado. Nunca cambiará.
Layla: ¿Acabado? ¿Y eso?
Erika: Porque sí, es un flipado de la vida, sólo el hecho de hablar de él me produce agonía.
Ramona: ¿Sí? ¡Qué fuerte¡ ¡A mí me pasa igual!
Layla: Joder. ¿Cómo os pasáis no? Yo a veces hablo con él, tampoco es tan mal chico.
María: Eso es que no lo conoces, al principio parece un tío de puta madre, piensas que es lo mejorcito, pero luego... ves que es un cabrón más, no vale para nada.
Ramona: Sí, al principio todo es maravilloso con él pero poco a poco te vas dando cuenta de cómo es realmente.
María: Va con unos aires de superioridad y prepotencia por ahí... No sé quién se habrá creído.
Erika: Lo que no entiendo como no le parten la cara de una vez.
María: Seguro que se la han partido más de una vez.
Ramona: Pues la verdad, a mí no me extrañaría nada. Se lo merece.
Erika: Mira Layla ¿Desde cuando lo conoces?
Layla: No hace ni un año.
Erika:¿Ya te ha dicho que le gustas?
Layla: Pues me lo dijo sí.
María: ¡Ja! ¡Cómo a todas! ¿Tú sabes lo pesado que puede resultar a ser?
Ramona: Menudo desesperado de la vida.
Erika: A veces se cree que es tu padre. Va con eso de ayudarte porque que es tu amigo y te pone verde. Luego cuando te enfadas viene arrepentido va con el cuento de que era una crítica constructiva y tal. ¡Menudo imbécil! Que se dedique él solito a hacerse sus críticas. ¡Siempre mirando la paja del ojo ajeno!
María: ¡Es una auténtica lapa! Te llama, te pregunta qué haces, te dice que te echa de menos, al principio vale pero luego ya se hace pesado de cojones. Luego parece que te controle. ¡Y a mí no me controla ni mi madre!
Ramona: Di que sí María.
Layla: Ya, la verdad, se hace bastante agobiante. Encima a veces habla tan raro....
Erika: Ya tía, se cree que por decir palabras que suenan mejor o desconocidas es superior. Va de listeras . Encima va de escritor por ahí y lo único que escribe es una mierda.
María: ¿Qué no habéis visto la página esa de mierda que tiene?
Todas: ¡Buah! Sí sí, ¡Menuda mierda de página!
Erika: Se cree que escribe bien y le van a dar el premio Nobel de literatura o algo así por escribir esas gilipolleces.
Ramona: ¿Encima ves todo lo que escribe? Trata a la gente como la mierda, se cree divertido por hacer lo que hace en el trabajo, yo soy su jefe y le echo. ¿Quién se ha creído que es?
Erika: ¡Menudo Payaso!
María: Sí, encima payaso sin gracia, que es peor. Todo el día enganchado a internet que estará. No tendrá ni amigos
Erika: ¿Pero quién va a ser amigo de ese imbécil?
María: Ese sólo se junta con acabados de la vida, como él. ¡Porque es realmente inaguantable e insoportable!
Ramona: Mira Layla, lo mejor que puedes hacer es dejar de hablar con él, ese tío está loco, le falta un tornillo o algo. Primero parece simpático, pero si se enamora de ti estás acabada, así que huye ahora que estás a tiempo.
Layla: Pues la verdad, ya me estaba dando cuenta de que no está muy bien este chico.
María: ¿A qué sí? Y no te dejes engañar por él, que tiene facilidad de palabra y te convence enseguida, yo no soy así no sé qué no sé más. Pero nada. ¿Sabes qué intentó hacerme una vez?
Layla: ¿Qué?
María: Intentó quitarme la cuenta del messenger, me la quitó y es cuando averiguó que le ponía los cuernos, el so imbécil. ¿A él qué cojones le importaba lo que yo hacía? ¡Era mi cuenta y él no tenía derecho a entrar en ella!
Ramona: ¿Pero qué me estás contando? ¿Eso es verdad?
María: ¡Sí tía!
Ramona: ¿Y no lo denunciaste?
María: Le amenacé con hacerlo, y se cagó enseguida y me la devolvió. Es un cagado. Tan chulo que se cree....
Erika: Yo le hubiese partido la cara, ufff... de verdad, no me cuentes esto que me pongo enferma, ¡Qué fuerte me parece!
María: Luego me dijo que no quería saber nada de mí y yo dije: ¡Por fin! ¡Por fin! ¡Ya era hora que te fueras! ¡Pesado!
Ramona: Seguro que todo eso no lo cuenta en la web esa de mierda que tiene.
Erika: ¡Ya! Ahí sólo escribe cosas para quedar bien, para quedar de guay, se cree que igual así se comerá algún rosco.
Ramona: Ese no se comerá un rosco en su puta vida ¿No has visto lo feo que es? ¡Buag! Me da asco el hecho de haberme besado con él, no sabéis cuanto me arrepiento.
María: Luego dice que él no necesita a las tías ni nada de eso que él podría tener novia pero no le da la gana tener.
Erika: Sí claro, por eso le dijo a Layla que le estaba empezando a gustar. ¡Cómo no necesita a las tías!
Ramona: Ese debe estar más desesperado que el Posi.
Erika: Además, ¿Tú le has visto con una tía últimamente?
Ramona: Pues no, ¿pero quién iba a estar con ese engendro? Si a ese no lo quiere ni su madre.
Erika: Es que encima yo creo que es un poco maricón. Fijo que le dan por el culo por ahí.
María: Pues no me extrañaría, yo un día me moría de ganas por follar con él y el no hizo nada de nada, a parte de rarito de la cabeza también parece un poquito rarito de la acera de enfrente. ¡Menos mal que al final no hizo nada! Si no ahora aun estaría arrepintiéndome y lavándome el chocho con lejía por si me queda alguna bacteria suya.
Erika: Pero tíiaaaaaaaa. ¿Tú te querías tirar a eseeee?
María: Todas tenemos un pasado oscuro, pero eso fue cuando aun creía que era maravilloso, no sabía bien como era.
Erika: ¡Pero con lo feo que es!
María: ¡Mira quién fue a hablar! Qué tú también dijiste que te gustaba
Erika: Bueno sí, pero es diferente, a mí no me pasó como a ti, yo me di cuenta enseguida de que ese no estaba bien de la cabeza.
Layla: Pues tías, estoy flipando. Gracias por avisarme. Ahora ya sé con qué tipo de persona hablo. Además ya notaba cosas raras en él. Me mandaba correos con historias raras en las que no se entendía una mierda, me hacía llamadas perdidas, me llamaba, no me dejaba en paz. Ahora ya sé que no tengo que enamorarme de él.
Ramona: Tranquila, de él nunca se ha enamorado nadie, a no ser que se esté mal de la cabeza. El problema es si él se enamora de ti.

Y así continuó la velada, toda la noche hablando de él.

"Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos." Pablo Neruda

Experimento científico-literario sin ninguna finalidad aparentemente útil para contrastar el valor del poeta y de su poesía.

Nos encontramos en la planta 160 del Empire State, a un lado tenemos a un poeta cuyo nombre mantendremos en el anonimato y al otro lado tenemos una hoja con una poesía del mismo autor colocada en un atril. Bajo, está la gente expectante que se han hecho eco del experimento y conocedores de que su veredicto será muy importante para las conclusiones finales.

A continuación, procedemos a lanzar al poeta por la ventana al cual hemos tenido que reducir atándolo de pies y manos porque se resistía a ofrecerse voluntariamente a este experimento por el bien de la ciencia y la humanidad.

Lanzamos al poeta por la ventana.

El poeta cae dando 3 vueltas sobre su eje y emitiendo un sonoro “AAAHHHH” antes de estrellarse contra el asfalto.

Tras un golpe seco el poeta acaba destrozado con sus vísceras esparcidas en un radio de diez metros.

La gente está muy decepcionada con el poeta, abuchea, silva y se agita iracunda, algunos, pese a ser un espectáculo gratuito, reclaman la devolución del importe de su entrada.

Volvemos a la planta 160 del Empire State.

Ahora lanzamos la poesía por la ventana.

La poesía surca por los cielos como una paloma enamorada, algunos la confunden con el espíritu santo, desciende desde los cielos poco a poco con sus movimientos musicales, cae silenciosamente como una hoja perenne de otoño, planea como un águila que sobrevuela el cosmos y se agita de un lado a otro como el péndulo de un reloj que marca las horas que faltan para ver a la mujer amada. Finalmente, aterriza en el asfalto como una mariposa perdida en el suelo urbano que quiere conocer la tierra firme.

La gente aplaude enloquecida ante el espectáculo de la poesía, vitorean, dan saltos de alegría y sumidos en una profunda hilaridad llenan las calles de serpentina y confeti. Abren botellas de cava y por momentos bailan alrededor de la poesía recién aterrizada olvidando el cadáver del poeta que es pisoteado con indiferencia por la muchedumbre.

Conclusiones finales:

A) El poeta grita cuando cae.
B) La poesía no grita cuando cae.
C) La poesía mantiene su belleza incluso después de la muerte del poeta.
D) La poesía puede ser recitada tras la muerte del poeta que la escribió.
E) El poeta no puede recitar tras su propia muerte.
F) El poeta no sobrevive a una caída de 400 metros
G) La poesía sobrevive a una caída de 400 metros y se cree que podría soportar caídas desde alturas mucho mayores.
H) La muchedumbre olvida con facilidad momentos dramáticos y se entretienen con nada.

Conclusión general:

- Exponiendo a la poesía y al poeta ante situaciones extremas la poesía parece mucho más valiosa que el propio poeta

Nota final: Para la gente susceptible a escandalizarse ante experimentos de esta índole, le recordamos que este experimento nunca fue llevado a cabo ya que el Empire State tan sólo tiene 103 plantas.

Sueño: Cruzando el Himalaya

Venía de la India e iba en dirección a Nepal. Pero antes subiría al pico más alto del Himalaya, sabía que allí no encontraría a nadie, sabía que nadie hablaría mi idioma, sabía que permanecería en la más profunda soledad.

Pero los designios de la providencia son inescrutables, y casualmente me encontré una chica allí, en la ladera del Himalaya, era sorprendente ver a alguien a esas alturas. Pronto conecté con ella, sabía que ella me enseñaría a llegar a la cima, sentía como si ella ya hubiese subido más veces sola y ella me ayudaría. Sentía que estaba en un nivel de agilidad y ambición muchísimo mayor del que yo tenía, eso era algo impensable en un principio cuando inicié el viaje. Posiblemente era un viaje sin retorno a las alturas.

En un principio sentí como si ella me conociese de toda la vida, sentí como si era capaz de ver más allá de mí, como si supiese lo que pensaba. Era una bruja a la cual debía guardar mucho respeto y admiración. Incluso estando a su lado me contagió su experiencia espiritual y empecé a desarrollar poderes que hasta entonces desconocía.

Su mirada era un tanto extraña, y a veces decía cosas que no entendía. Imaginaba que era porque estaba a un nivel mucho más alto que yo. Pero pronto me di cuenta de una cosa de la cual no me había dado cuenta antes: Ella era ciega.

Con su ayuda, logré llegar a la cima del Himalaya, a ella no le resultó difícil, parecía conocerse el lugar a la perfección. Me ayudó a salvar obstáculos, a encontrar los mejores caminos, a guarecerme del frío y a encontrar cosas dentro de mí. Removió toda mi alma, extrajo todo el jugo que había dentro de mí. Y una vez arriba del todo, hicimos el amor de la forma más grandiosa que se podía haber imaginado jamás. La cima del Himalaya se elevó al unir nuestras fuerzas. Parecía que nada podía detener el ascenso irrefrenable hasta más allá del Universo, de la vida y la muerte.

- Te he estado esperando tanto tiempo.
- Yo también.

Acaricié su cara, y ella cogió mi mano y la besó con ternura.

- Tenía ganas de volverte a ver y saber realmente quién eras.
- ¿Me conocías de antes? – Pregunté.
- No lo niegues ni te hagas el tonto, sé que tú eres aquel que intentó cruzar el Himalaya hace tiempo con mi ayuda a base de mentiras, pero no lo conseguiste.
- Es la primera vez que intento cruzarlo, jamás había estado por aquí y nunca te había visto antes.
- No puedes negarlo, tienes la misma voz, dices las mismas cosas, tienes el mismo olor. Sé que eres tú.

Se estaba equivocando conmigo, le comenté que yo nunca antes había estado por allí, incluso le enseñé mi pasaporte con los viajes que había hecho, nunca antes había estado en el Himalaya, le conté todo lo que hice en los últimos años, le hablé de la gente que conocí. Pero seguía sin creerme, estaba convencida de que yo era el muchacho que intentó subir al Himalaya años antes engañándola.

¿Por qué la perfección tenía que tener ese error? Yo no me había equivocado con ella, sabía que era la única mano que podía arrastrarme y guiarme. Pero ella estaba equivocada conmigo. Así que decidí no hacer caso a sus creencias, le dije que podía pensar lo que quisiese de mí, pero que no me lo dijera. Yo quería seguir el viaje y la necesitaba. Había llegado a la cima gracias a su ayuda, y era imprescindible para continuar el viaje.

Pero pronto, mi guía y mi gurú empezó a llamarme por otro nombre, recordaba a viejos felinos que en un pasado deambularon por el inmenso paraje. En ese mismo momento me di cuenta de que su ceguera era irreparable, jamás podría guiarme alguien que lo veía todo en el mundo excepto a mí. No podía soportar la situación. Sus palabras no iban dirigidas hacía mí, el camino que trazó no estaba hecho para mí. Era para aquel que estuvo esperando tanto tiempo. Los comentarios irracionales me hicieron pensar que tenía un grave problema esquizofrénico. Pronto, habitantes budistas de las altas montañas me comentaron que yo no era el único al que confundía. En realidad veía al Dios felino en cualquiera que se le acercase a ella con intenciones de subir al Himalaya.

¿Por qué había pasado esto? Luche contra los elementos naturales, de la racionalidad y del cosmos para intentar hacerle abrir los ojos pero ella seguía diciéndome que yo era aquel chico al que jamás olvidó.

No pude más, miré mi camino. Con lágrimas en los ojos la tuve que abandonar cuando descendíamos del Himalaya, con la esperanza de que nadie la engañese nunca y deseando que algún día encuentre la respuesta a lo que pasó hacía unos años y pudiese encontrarme más tarde tras su equivocación.

Me fui con la certeza de que nadie me guiará tan bien como ella, pero con la esperanza de haber aprendido a desarrollar su sentido de la orientación para guiarme sólo.

La nieve caía, bocanadas de aire frío sacudían mi cara. Me alejé de ella mientras permanecía mirando al infinito con su mirada perdida a causa de la ceguera, convencida de haber descubierto la verdad y yo convencido de haber perdido el Norte de la brújula.

Volvía a vagar a la deriva, como siempre había hecho a lo largo de mi vida.

Anfitriones y huéspedes

Conversación de un anfitrión con su huésped en el seno de una familia alemana.

- Hola ¿Qué tal?
- Muy bien ¿y tú?
- Estupendamente
- ¿Quieres una cerveza?
- No, gracias
- Pues bien, como te iba diciendo...

Y ahora veamos la conversación de un anfitrión y su huésped en el seno de una familia española.

- ¡Hola! ¿Qué tal?
- Muy bien ¿Y tú?
Se dan dos besos
- Pasa, siéntate. ¿Qué calor hace hoy verdad?
- Sí, es impresionante, me estaba asando mientras venía.
- ¿Quieres tomar algo?
- No, no, gracias.
- Venga ¿Qué quieres tomar?
- Nada, de verdad.
- Si seguro que te estás muriendo de sed con este calor. ¿Te traigo agua?
- No, ahora mismo no me apetece
- También tengo cerveza ¿Quieres una cerveza?
- No, no me gusta la cerveza. Ahora no me apetece nada, estoy bien.
- También tengo coca-cola ¿Quieres una?
- No, no, no bebo coca-cola, no me gustan los productos americanos.
- También tengo Fanta. ¿Quieres de naranja o de limón?
- No quiero tomar nada, de verdad, además la Fanta también es de Coca-cola.
- Bueno ¿Y qué quieres?
- Nada
- Ah, ¡ya sé lo que quieres! ¿Quieres café?
- No, no me apetece nada
- ¿Quieres un bombón, un cortado, café solo?
- Nada nada. De verdad
- Venga, que tienes vergüenza. El que tiene vergüenza ni come ni almuerza.
- Yo no tengo vergüenza señora, si quisiese algo se lo diría.
- Mira, tengo unas croquetas caseras que he preparado riquísimas, seguro que te gustan.
- Agradezco su amabilidad y hospitalidad pero no, no me apetece.

2 horas después

- ¿Un rioja del 69?
- Suena muy excitante, pero no, no quiero beber vino.
- También tengo un licor que compré cuando fui a Praga, tiene 70 grados de alcohol, es muy fuerte. ¿Lo quieres probar?
- No, no, no quiero acabar borracho hoy.
- Oye, pero no me hagas el feo de no tomar nada.
- Es que ya me has enseñado toda tú despensa y de verdad, que no quiero nada.
- Pero no puedes estar con el estómago vacío
- Mira, me tengo que ir, por cierto, bonita casa.
- Pero no te vayas sin tomar nada, no me hagas ese feo
- Agradezco mucho tu hospitalidad, es usted muy generosa. Pero me voy. Adiós.
- Oye no te vayas... Oyeeeeeeeeee.
Se oye el portazo de la casa
- Hay que ver que desagradecida que es esta juventud.

Entre olas azules y negras

Es fácil naufragar entre olas azules y negras, es difícil salir a flote cuanto te sumerges de lleno en unos mecanismos ajenos a ti. Cuando te alimentas de realidades que no soy tuyas.
A veces estamos en la estación esperando un tren que no sabemos cual es ni a donde nos va a llevar. Gente que ya subió me cuenta como les fue una vez en sus destinos, me encanta lo que cuentan y pienso. ¿Debí subir a aquel tren?
Escruto cada tren que pasa, cada tren que para, observo la gente que hay dentro para hacerme una idea del destino al que se dirigen, ¿Esa gente es como yo? Me pregunto para saber si debo subir. Y el problema no es saber si son como yo, el problema es no saber como soy yo, no saber ni quién soy.
Y es la sensación de sentirse como un eslabón perdido hace que me agite rápidamente, me precipite y quiera subir al tren cuanto antes. Una precipitación tan grande que a veces nos lleva a arrojarnos a la vía antes de que pare el tren. Parecen suicidios pero son precipitaciones involuntarias a causa de la prisa por llegar.

La calma y la paciencia es una de mis mejores virtudes, hasta que se me acaba.

¿Cómo saber a dónde ir después de tantas equivocaciones y rumbos errados? ¿Cómo saber dónde apearse si uno ya no atiende ni a las voces mecanizadas que indican cual es la próxima estación?
No hace falta que nadie me indique, no hace falta que nadie hable. En realidad nada hace falta. Lo malo que tiene esta vida es que todos queremos ponerle la guinda sin haber hecho antes la tarta.
A veces las señales deberían indicarnos el camino para perdernos.
Hoy no es un día cualquiera. El huracán ha venido a recordarme que “la soledad es un lugar muy vacío sin ti”.

08:28 De la mañana

Los días parecen instantes. Las agujas de los relojes se aceleran a un ritmo vertiginoso. Los coches rugen en el asfalto como una manada de rinocerontes alérgica al rojo de los semáforos y ceden el paso a una humanidad con prisa que se desliza hacia sus trabajos con pasos mecanizados. Han sido despertados por la estridente melodía de un despertador inhumano que rompe con un ciclo vital. La mayoría tienen un sueño inacabado, no descansan lo suficiente y nadie se levanta satisfecho con esa sensación de tener las pilas recargadas. Necesitan vivir más tiempo y se acuestan más tarde robando horas al sueño para prolongar unas vidas carentes de sueños. Son como teléfonos que se han puesto a cargar un corto tiempo para cumplir sus funciones vitales. Lo suficiente para vivir a secas.

En los trabajos se familiarizan con los faxes, ruidos de teléfono, ordenadores, fotocopiadores y cientos de máquinas. Aprovechan cualquier hueco para llenar sus estómagos de café; descafeinados de sobre, cortados, del tiempo, largos, cortos, hay para todos los gustos. Se integran como una pieza más en un pequeño reloj de precisión. Creen ser imprescindibles aunque saben que si muriesen hoy el mundo seguiría girando igual como una pelota que cae hacia la autodestrucción contaminante y tóxica.

Se sienten libres por tener un trabajo y un sueldo digno para pagar la hipoteca de su piso, la compra del supermercado, el teléfono, la televisión por satélite, internet, y las letras de su coche que se compraron precisamente para poder ir a trabajar para pagarse el propio coche. Tienen la nómina embargada y una disciplina mecanizada. En definitiva, unas vidas muertas que creen resucitar en ese mes de vacaciones que les dan y organizan viajes por el mundo como si fuesen presos con permisos penitenciarios de fin de semana. Han hipotecado su vida, su tiempo y sus sueños, para convertirse en una herramienta útil de esta pequeña maraña.

Prisa, prisa, prisa, todo es prisa en este mundo Hacen los coches cada vez más potentes, los trenes cada vez más rápidos, los aviones cada vez más grandes. Embotellan a la gente en grandes recipientes cuanto más grandes y rápidos mejor.

Todos se mueven como caracoles venenosos. Arrastran sus posesiones, sus pisos, sus muebles de caoba, sus televisiones de plasma. Se enorgullecen de ello, pues el hombre es un animal vanidoso, alardean de sus pertenencias en reuniones o bien tienen absurdas competiciones dialécticas, unos presumiendo de hijo con carrera y los otros, a modo de réplica, comentan la excelente situación económica de su futuro yerno, el cual es presidente de una importante entidad bancaria. Son como escarabajos peloteros, cada uno intenta hacer su pelota más grande a base de acumular porquería y mierda.
Creen ser dueños de sus posesiones, pero sin saberlo, las posesiones y el dinero son dueños de ellos. Son esclavos de su independencia y falsa libertad.

El tic-tac del reloj es la única música acompasada que nos acompaña a lo largo de nuestra existencia. Pero los ruidos de las fábricas y el ajetreo eclipsan el sonido del tiempo. Seguramente esas máquinas se crearon deliberadamente con ruido para que no se escuchase el ruido de nuestro reloj, de esta forma, la gran masa humana no es consciente del tiempo que deja escapar. Por eso, los más conscientes de tiempo son aquellos que viven en el silencio y soledad. Ellos son capaces de escuchar sus relojes y aunque estén también cerca de malgastar el tiempo, intentan dar pinceladas de arte a un mundo imperfecto con un arte imperfecto. El arte proviene de la propia mecanización del mundo. El arte es como la flor que crece en medio de un suelo urbano. Algunas veces, es pisoteada inconscientemente por una masa inexpresiva que deambula por las vidas como si nada. El arte es fruto de la agitación, es un intento de parar el tiempo, cada obra es una pequeña luz que surge en medio de la oscuridad para hacer la vida más fácil a los pobladores del planeta para que todo fluya más ligeramente.

Entre toda la agitación hay un transeúnte perdido en pleno corazón neurálgico de la ciudad. Una persona sosegada que contrasta con todo el apresuramiento. No forma parte del gran reloj, sin embargo, sabe que algún día se codeará con todos los viandantes en busca de su pan. Ayer era una pieza más y mañana probablemente deba reanudar su paso a la fuerza. Hoy, mientras tanto, se dirige a su casa en contra dirección. Se irá a dormir a las 08:28 de la mañana, sin ponerse el despertador y tras una noche de insomnio provocado por el martilleo insoportable del tic-tac irrefrenable de su reloj.

Aventura en la autoescuela 2

Un año después del gran ridículo volví a la autoescuela, gracias a dios ya no quedaba nadie de los alumnos que estaban aquella tarde. No me resultó difícil sacarme el teórico, en cosa de un mes intenso de autoescuela me presenté al examen y lo aprobé.
Llegó la hora de hacer las prácticas. Hice muchísimas prácticas, hasta conducir a la perfección. Unas prácticas que resultaban caras. Pero no importaba, yo pagaba a gusto lo que fuese a cambio de no tener que ir a pie a los sitios. Aunque hoy en día mi opinión haya cambiado, ya que soy una calamidad conduciendo, no por el hecho de que yo sea un peligro al volante sino porque me pierdo. Nunca cojo los caminos correctos, siempre me paso los desvíos, los cruces, me meto por calles que no son, jamás llego a mi destino a no ser que me lo sepa de memoria o me haya perdido antes mil veces. Prefiero ir a pie, en tren o autobús.

Tras una preparación excelente me presenté al examen.

Subí al coche, me puse el cinturón, arranqué y puse los cinco sentidos en la carretera. El examinador me marcaba el camino, me sometió a las trampas habituales, diciéndome que girase a la derecha en cuanto pudiese para ver si me metía en dirección contraria. Paré a todos los peatones que veía en los pasos de cebra. El examen iba sobre ruedas, nunca mejor dicho. Ya se estaba agotando el tiempo que se solía emplear en los exámenes, pensaba que el aprobado ya lo tenía en el bolsillo y durante todo el verano iría en coche a los sitios, podría irme en coche a emprender una aventura por el mundo, incluso podría irme a Asia en coche, incluso pensaba que las mujeres materialistas se pelearían por mi ya que las podría llevar en coche. Me encantaba la idea.
Ya terminábamos y el examinador me indicaba el camino para volver al punto de partida, donde el resto de gente estarían esperando para realizar el examen después de mi.

Justo entrando al polígono industrial donde estaba el punto de partida había un ceda al paso, lo hice con mi habitual soltura, no pasaba nadie, puse primera, cogí el volante, y de repente noté que le di sin querer a la palanquita que hay situada a la derecha del volante, el limpiaparabrisas se puso en marcha, yo ya estaba en movimiento, así que le di a la palanquita hacia bajo para pararlo, sin más, el limpiaparabrisas no paró, entonces le di hacia arriba, el parabrisas empezó a ir más rápido, le di más arriba, el limpiaparabrisas iba más rápido todavía. ¿Qué curioso no? Me concentré y pensé, recapitulé, le había dado al coger el volante, por lo tanto, le había dado un golpe hacia arriba, así que si le daba hacia abajo tendría que parar. Volví a darle a la palanquita hacia abajo, el limpiaparabrisas no paraba. Todo eso con el coche en marcha. El profesor de la autoescuela ya me miraba preocupado con cara de decir ¿Qué cojones está haciendo este con el limpiaparabrisas en un pleno día soleado de Julio como este? Miré por el retrovisor al examinador y me miraba con la misma cara. Volví a la palanquita, ya no estaba centrado en la carretera... ¿Y si en vez de darle hacia arriba le había dado hacia delante o hacia atrás? Entonces le di a la palanquita hacia mi, no vi ninguna diferencia, solo escuché un ruido detrás, miré por el retrovisor y vi que lo que había hecho era activar el limpiaparabrisas de detrás. Ya me estaba cagando en la puta madre qué parió al limpiaparabrisas. Era curioso, había hecho tantas prácticas y en ninguna de todas me habían enseñado a manejar el puto limpiaparabrisas, no había llovido en ninguna práctica, y ahora lo había accionado sin querer en medio de un examen. Yo seguía por mi trayecto esperpéntico por el polígono. Me imagino la imagen que daría el coche desde fuera: un Sol de mil demonios y un calor asfixiante y un coche de autoescuela paseando muy lento y con el limpiaparabrisas delantero y trasero puesto. El que me viese pensaría que no estoy bien de la cabeza, pero no, estaba en pleno de un examen y no sabía parar el artefacto de la mierda. Cogí la palanca ya nervioso y le di arriba y abajo como un loco histérico y dije. "¿Pero esto no va?" Ninguno de los dos me decía nada, estaban en silencio mirándome como diciendo ¿Este tipo es gilipollas? y a su vez también era compasiva apiadándose de lo idiota que era. Miré a la palanca de nuevo, vi que tenía un botón, ¿Y si en vez de darle a la palanca le he dado al botón sin querer? Le di al botón y entonces empezó a echar agua en el cristal, en el de delante y en el de detrás, los dejé bien limpitos pero yo ya estaba empezando incomodarme con la palanquita de los cojones. Ya dije: "¡yo no se como va esto!", pero ninguno de los dos me decía nada, miré la palanca y vi claramente que estaba en el "off", y dije "¡Pero si está en off!! ¿por qué no se quita?". Ya cansado, y viendo que no me estaba fijando en la carretera y que podía estrellarme les dije que iba a parar para quitar el limpiaparabrisas, no me dijeron nada, cosa que me incomodó más. Paré y tras estar 5 minutos estudiando las distintas posiciones de la palanca bajo la atenta mirada del profesor y el examinador que permanecían callados conseguí pararlo. Durante algunos momentos miraba al profesor esperando a que me hiciera algún gesto, pero no, no me ayudó en nada y yo seguí sumido en mi ridículo. Una vez parado el limpiaparabrisas reemprendí el camino y volvimos al punto de partida.

Al cabo del rato vino el profesor y me dijo que había suspendido. Motivo del suspenso: No saber manejar el limpiaparabrisas.
Me enseñó las hojas donde ponían las causas de suspenso y había un artículo donde ponía que sí que te podían suspender por eso.

Yo me deprimí, mi verano en coche se fue al traste, encima era el último examen de julio, en agosto no se podían hacer exámenes porque los examinadores cogen vacaciones. Todo mi sueño de mi aventura asiática también se fue al traste, hasta Septiembre no sería el caballero con caballo, sólo sería el caballero. Le pregunté al examinador por curiosidad si alguna vez había visto a alguien suspender por eso, a parte le intenté echar la culpa a él por no haberme enseñado nunca a manejarlo y este me dijo:

- Llevo más de veinte años siendo profesor de autoescuela, se han examinado miles de personas conmigo y en mi vida he visto a nadie que haya suspendido por el limpiaparabrisas. Enhorabuena, has hecho historia.

Aventura en la autoescuela

Lo que voy a contar a continuación, es un hecho real.

- Hola, la semana pasada vinieron a apuntarme aquí, tendréis por ahí mi nombre.
- Sí, sí, ya se quién eres. Acompáñame, te diré lo que tienes que hacer. - me contestó la encargada de la autoescuela.

Se metió en el aula y yo la seguí. Al entrar se hizo un silencio más pronunciado de lo normal. Notaba como las cabezas se levantaban a mi paso, para mirar quién era su nuevo compañero, a ver si me reconocían, las mujeres me miraban para ver si yo era un buen partido y algún hombre que otro también me miraría.
Finalmente atravesamos el aula por aquel pasillo en el que me sentí más analizado y observado que en una pasarela de moda, la encargada de autoescuela me dio un test, una hoja de test, me indicó donde estaban las cosas, me invitó a sentarme en cualquier sitio y se fue. Yo me quedé de pie allí, con los tests en la mano, sentía que las miradas aun estaban encima de mi y que yo era el centro de atención pero esta vez yo tenía a todo el mundo de cara, pero esta vez cuando cruzaba una mirada con alguien el otro agachaba la cabeza.

Vi un sitio justo al lado de la pared, de nuevo atravesé medio pasillo sometiéndome al escrutinio de la gente. Llegué a mi puesto con un paso chulesco, demostrando seguridad. Me senté e hice un paso en falso, la silla en la que acababa de sentarme empezó a inclinarse hacia la pared, yo en un acto reflejo me cogí de la mesa, la mesa también se incorporó a la trayectoria que llevábamos la silla y yo. El silencio que reinaba en la sala fue roto por el estruendo atronador de la mesa y la silla contra la pared y yo encima. De nuevo se hizo un nuevo silencio, toda la gente ya me estaba mirando. Intenté recuperarme como pude, cuando vieron que ya me pude incorporar por mi propio pie de forma patosa de nuevo el silencio se rompió con una carcajada unánime. Una carcajada que duró segundos, minutos, horas, días, años, siglos. Volví a colocar la mesa bien, mirando las patas como echándole la culpa a ellas de mi torpeza. Me giraba y hacia un gesto simpático a la gente haciendo que me reía yo también con ellos y sonreír en plan "¿Qué idiota soy verdad?". En el fondo les deseaba la muerte a todos esos que se estaban riendo. Las risas duraron durante toda la fastidiosa tarde. Cuando ya parecía que todos se tranquilizaban de nuevo volvían las carcajadas recordando el momento de mi caída.

Salí a corregir mi primer test, allí se encontraba una persona que conocía y que había presenciado la escena, mientras la chica me los corregía me dijo:

- Ey Fredy ¿Qué tal?
- Pues bien, me he apuntado a la autoescuela y tal.
- ¿Qué te ha pasado antes? - Y casi no pudo acabar de realizar la pregunta porque ya se estaba descojonando, junto con un amigo de él que no conocía de nada los dos partiéndose el culo y con las caras rojas de la risa. Y yo allí de pie. Hice de nuevo el gesto simpático de hacer creer me resultaba gracioso lo que me había pasado.
Entonces miré a ver como iba el test que me estaba corrigiendo, y la chica me dijo:

- Oye, aquí en una columna están las preguntas del 1 al 20 y justo al lado están de la 21 a la 40, no te tienes que pasar al segundo recuadro para contestar de la 21 a la 40 ¿entiendes?
Me quedé mirando el test y me sorprendió como yo había sido capaz de cometer semejante estupidez, imagino que sería por los nervios después de la hostia que me había dado. Para mayor escarnio el chico que conocía y su amigo vieron estaban viendo la metida de pata que había hecho contestando a los tests, que sumado a la imagen que tenían de mi dándome una hostia acentuó más su risa
- ¿Pero qué has hecho en el test Fredy? - Y los dos seguían descojonándose, sin duda alguna pensaban que estaban ante el nuevo Mr. Bean de la era moderna, salvo que yo era de verdad y no un personaje de ficción.

Me fui de allí convencido de que no volvería nunca más, no quería coincidir con nadie de los que habían presenciado mi ridículo.

Al llegar a casa me preguntaron:
- ¿Qué tal tu primer día en la autoescuela?
Y no contesté.

Padrazo

- Estoy embarazada.

Él no reaccionó, se quedó mirándola, por fin le había dicho aquello importante que tenía que contarle. Estuvo muy preocupado, pensaba que le iba a dejar, la notaba muy rara en la última semana y se temía lo peor. Esta noticia le pillo por sorpresa.

- ¿Y que vas a hacer? ¿Vas a abortar no? -dijo él.
- No, quiero tenerlo.
- ¿Pero estas segura cariño?
- Sí, jamás me he planteado eso, sabes lo que pienso acerca del tema.

Hubo un silencio, dio gracias por haber estado sentado al recibir la noticia, la verdad es que no se encontraba muy bien, se estaba mareando, parecía él quien se había quedado embarazado.

- Yo no te obligo a nada cariño, yo voy a tenerlo, espero que me entiendas. - dijo ella.
- Si yo digo nada, pero tú tienes veinte años y yo veintiuno, solo pienso que es un poco pronto.
- Cariño, la decisión está tomada, sé que no llevamos mucho tiempo, sé que esto te pillará muy por sopesa, que no te lo esperabas, sé que estarás confuso, pero espero que me ayudes, tú vas a ser el padre, pero si no quieres saber nada del tema te entenderé.
- No, no pienses eso por favor, yo te voy a dar mi apoyo, voy a hacerme cargo del niño, y le voy a dar todo lo que le haga falta, y a ti no te voy a fallar, voy a estar a tu lado siempre.
A ella le reconfortó escuchar eso, él siguió:
- ¿Sabes que te quiero y eres lo más bonito de mi vida no?

Ella se emocionó, le dio un gran abrazo que este le correspondió, le saltaron las lágrimas. A él ya se le había pasado el nerviosismo del primer momento, la consolaba, le secaba sus lágrimas y la mimaba. Le dio un dulce beso y le dijo:

- No te preocupes cariño, ademas, ahora cuando se lo contemos a nuestros padres seguro que se alegran y nos apoyaran en todo.
- Es cierto mi vida.

Ella estaba extremadamente emocionada

- Verás cuando se lo cuente a Luci, ayer se lo conté y me dijo que te lo dijera lo antes posible, que no podía esperar más, pero es que no sabía como ibas a reaccionar y tenía miedo.

Al cabo del rato se despidieron, ella se fue a casa de Luci para contarle la grata noticia de que él le iba a apoyar.
Se dieron otro intenso abrazo.

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La casa estaba en silencio, la puerta se abrió con un golpe brusco, se dirigió rápidamente al armario y con un pequeño esfuerzo logró sacar la maleta que había en lo más alto, la abrió sobre la cama, después abrió los cajones de su mesita, cogió la ropa interior y la arrojó en la maleta sin ninguna delicadeza, luego abrió el cajón de las camisas y las arrojó también, lo mismo hizo con unos cuantos pantalones que tenía, cogió unos libros, el discman, unos discos y cerró la maleta con todo su interior absolutamente desordenado. Fue todo muy rápido.
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El cigarro se consumía en el cenicero, Luci lo cogió y le pegó una calada.
- Bueno, ¡cuéntame!
- ¡Tía, tía, tía! ¡Se ha portado superbien conmigo, al principio me ha preguntado si iba a abortar pero le dije todo y me ha dicho que se va a hacer cargo y que va a estar a mi lado siempre!- Su cara desprendía felicidad. Luci y ella se abrazaron muy emocionadas, estaban felices.
- ¡Jo tía! ¡No sabes cuanto me alegro! La verdad es que no me lo esperaba, ya sabes que de él se puede esperar cualquier cosa y siempre te dije que no te convenía pero ahora a demostrado que es un hombre.
- Sí, ya te lo dije tía, que es un poco raro pero es muy legal y se porta muy bien conmigo.
- Por fin tienes a alguien que vale la pena, no todos reaccionan así, es un buen tío.
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Entre semana por las mañanas no había mucha gente en el aeropuerto de Manises, tenía que conseguir un billete. Mientras miraba el panel de los próximos vuelos pensó que no había dejado ninguna nota en casa de despedida, pero recapacitó.
-Mejor así.-Dijo para sus adentros.
En el panel aparecía un vuelo bastante atractivo, 13:40 Sydney IBE 736353. Era el lugar ideal. Se fue a las taquillas de Iberia.
-Perdone, ¿Quedan plazas para el vuelo de Sydney?
-Un segundo por favor... a ver.. ha tenido suerte caballero, esta misma mañana han anulado un billete.
-Déme el billete por favor.

No le importó pagar esa cantidad por el billete, antes de dirigirse al aeropuerto se aseguró de dejar limpias sus cuentas de ahorros, incluso la que tenía a medias con ella con tanto dinero ahorrado. Llevaba todo el dinero en efectivo dentro de la maleta.
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Ya se encontraba en su asiento, no había tenido suerte de que le tocase en la parte de la ventana. Se haría bastante duro el viaje pero por suerte había cogido alguno de sus libros favoritos.
El hombre de al lado inició una conversación con él, e intercambiaron algunas impresiones primero sobre el tiempo, sobre el fútbol y luego acabaron preguntándose por qué iban a Australia, él se excusó diciendo que era un viaje de empresa, que tenía que hacer unas gestiones con empresas de allí. No se le ocurrió otra cosa.
- ¿Y usted?¿A qué va a Australia? - le preguntó por pura curiosidad.
- A ver a mis hijos.
- ¿A sus hijos?
- Sí, veras, yo estuve casado con una australiana, y viví allí durante dos años, pero luego las cosas no funcionaron, pero tuvimos durante ese tiempo dos hijos, y voy una vez al año a verlos, porque yo decidí volver a España con mi gente y mi familia. Pero nunca me olvido de ellos, son lo mejor que tengo.
El hombre se sacó la cartera y la abrió, le mostró la foto de dos niños.
-Mira, son estos dos, ¿Verdad que son un encanto?
Se quedó mirando la estampa de los dos niños durante un instante, le parecían dos horribles criaturas. Y le dijo:
-Sí, tiene usted suerte de tener dos joyas así.
-Sí hijo sí... no se yo que haría sin ellos, son mi vida, son lo mejor de mi existencia.
-Ya me lo imagino...
A él le entró de repente una duda, y decidió comentársela.
-Por cierto... ¿Como te sentiste cuando te dijeron que ibas a ser padre?
-Es la mejor noticia que me dieron en mi vida, fue el momento más feliz que sentí, desde aquel momento cambió mi vida... tener hijos es lo más maravilloso que hay....
Se recostó en el asiento mirando hacia la nada, estaba sonriente y flotando sólo por recordar ese momento.Él le miraba sorprendido y le dijo:

-Nunca he vivido eso....- Esbozó una leve sonrisa sarcástica y siguió: - pero le creo.

Y continuó leyendo su libro.

Haciendo las paces

La situación era tensa, estaba uno enfrente del otro pero no se miraban a la cara y se les notaba el resentimiento. Estuvieron así un largo tiempo hasta que al final hablaron a al vez, pero sólo uno emitía voz:

- Mira, esto no puede seguir así. Estoy hay que arreglarlo, yo no estoy bien ni tú estás bien. Siento de verdad lo del otro día, pero tú también tienes un poco de culpa y deberías reconocerlo...yo sí qué quería, pero es que me asaltaron las dudas, no sabía si realmente la quería o qué, así que no quise follármela. ¿Cómo? ¿Qué soy un reprimido? -Se le hinchó la vena del cuello y levantó el dedo en actitud desafiante- Mira ¿no empecemos eh? , sabes muy bien que eso no es así porque yo no estaba seguro de lo que hacía, además, íbamos borrachos y luego no quería arrepentirme por si hacía algo mal. Debes entenderme, yo entiendo que tú tuvieses ganas, que ya hace tiempo que no ... ya sabes... pero otra vez será. Además, somos guapos y podemos ligar cualquier otro día, por eso no te preocupes, y a una mala siempre nos podemos ir de putas.

Levantó un poco la mirada... y se miraron de nuevo... esbozaron una leve sonrisa mientras se rascaban el cogote y siguieron hablando a la vez aunque sólo uno emitía voz:

- Venga va... ¿Qué tal si lo olvidamos todo y hacemos las paces? Me gustaría seguir siendo tú amigo.- Rieron los dos, mientras se miraban tímidamente aprobando lo qué decía y siguió:
- Gracias tío, eres un buenazo, si yo sabía que esto sólo era algo pasajero, por una tontería así no podía acabar nuestra amistad. ¿Qué tal si salimos a dar una vuelta y tomamos un café? Invito yo ¿Sí? pues va vamos.... Eso sí... antes me das un besito ¿vale?

Nuestro personaje besó al espejo, se colocó la chaqueta, se guiñó un ojo, caminó hacía la puerta y salió de casa.

Al fin había conseguido hacer las paces.... consigo mismo.

Máscaras en cenizas

Entró en casa.
Al cerrar la puerta echó el cerrojo, se apoyó en la puerta y resopló.
Al fin había llegado a casa, era sábado por la noche después de haber reído y hecho reír, de pasarlo cómo algunos dirían "muy bien".
Se adentró arrastrando los pies como un reo de muerte camino a la silla eléctrica, sin embargo, su rostro permanecía completamente risueño. Entró en el salón en el que había una gran chimenea encendida. La luz rojiza de las llamas le daban al lugar un aspecto infernal y apocalíptico. Los retratos pintados al oleo parecían agitarse con la luz dinámica de la hoguera.
Se puso delante de la chimenea para observar la hoguera. Parecía estar feliz ya que no paraba de sonreír pero el fuego se reflejaba en sus ojos y parecía que ardía dentro de él

Así permaneció durante unos minutos, de pie, quieto, consumiendo el tiempo al igual que el fuego consumía los troncos.

De pronto, movió su mano para llevársela a la cara, se quitó la máscara y sin vacilar la arrojó al fuego quedando encajada entre dos troncos que ardían, empezó a consumirse, parecía una máscara de porcelana de un carnaval de Venecia. Las llamas la envolvieron y se colaban por los agujeros de la boca y los ojos. La máscara, parecía querer hablar con su lengua de fuego pero no podía. Los agujeros de los ojos y la boca se derretían haciendo que la máscara cambiase de expresión, su sonrisa parecía transformarse en un llanto y los ojos se arquearon como si fuesen a llorar, parecía estar sintiendo las quemaduras. En pocos minutos la máscara quedó carbonizada y reducida a cenizas.

Las pupilas de él seguían reflejando el fuego, una llama en cada ojo. Pero su rostro ya no era el mismo, el rostro sonriente se había convertido en un gesto serio, amargo, triste, solitario... Todo había cambiado excepto el reflejo de sus ojos. Ya no le hacía falta la estúpida máscara, ya no había nadie a quien hacer reír, ya no había nadie para demostrarle que está bien fingiendo una falsa felicidad. Ya no había a nadie alrededor a quién tenga que ocultar su amarga soledad.

Se quitó la armadura, se quitó la ropa, se quedó completamente desnudo ya que tampoco había nadie alrededor a quien esconder sus vergüenzas. Caminó hacia un espejo enorme en el que se veía reflejado su cuerpo enteró. Observó su cuerpo, lleno de magulladuras, arañazos, moratones, algunas marcas de cicatrices cerradas, otras aun sangraban. Se llevó la mano a la cara, abrió su boca con los labios destrozados y observó su lengua, que era toda una yaga de una quemadura. Se dio asco a si mismo y acentuó su expresión triste, melancólica y solitaria.

Respiró hondo y dijo:

- Esto que ves no es debilidad ni victimismo. Al contrario de lo que parece, estas heridas son el símbolo de la fuerza. He visitado el infierno, he visto y he sentido las cosas mas horrorosas del mundo. Haber sobrevivido a todas ellas me ha hecho más resistente, más robusto y más inmune al dolor. He probado el sabor más amargo del mundo.

Se hizo un silencio, volvió a mirarse de arriba abajo y siguió:

- Me siento orgulloso de mis heridas, me siento orgulloso de haber sobrevivido a la guerra, me siento orgulloso de estar aquí, me siento orgulloso de haber aprendido tanto. Sería muy fácil pedir un cuerpo nuevo, otra oportunidad de vivir, pero no serviría de nada cambiar de cuerpo si no cambio de corazón.

Bajó la cabeza para no verse más, caminó hacia su habitación, con su rostro triste y su lengua quemada, una lengua incapaz de sentir el dulce por con un sabor amargo que le quedó. Incapaz de sentir la miel, como la boca del cerdo. Una lengua desgastada por los besos equivocados. "¿A quién le amarga un dulce?" Preguntan muchos, incluso sabiendo que los dulces con el tiempo se vuelven amargos. Aun así, todos juntos salen los sábados por la noche como osos en busca de la miel.
Se acostó, envolviéndose entre las sábanas, sus lágrimas y con el convencimiento de que al día siguiente amanecería con una sonrisa en la cara.

La ciudad fantasma

Cansado de deshacer castillos que construí en el aire, abatido por tener que soportar esos ladrillos uno a uno cargados de sueños e ilusiones sin llegar a aprender a hacer el oficio bien... opté por dejar los castillos abandonados, sin derruir, tal y como los construí, dejarlos a mi paso, sin centrarme en su perdida y dejando que el tiempo los situé cada vez más atrás en el camino que recorro. Así he ido creando un mundo de castillos, que todos juntos forman una ciudad fantasma y abandonada, donde hay muros que se resisten a sucumbir al efecto de la erosión, y donde el silencio y el viento son los únicos que traspasan los umbrales de esas puertas y ventanas, la lluvia es la única que se derrama, porque no hay habitantes que puedan verter una gota de sangre, ni esos personajes imaginarios que disfrazados de demonios van a visitar los templos que ahora están oscuros, y que tiempo atrás, fueron las hermitas mas hermosas del mundo, donde sonaba la música y el murmullo de tu y yo hacia hablar a Eco.

Ahora solo se escucha la última gota de la tormenta caer en un charco.

La ciudad fantasma, la ciudad fantasma....

La ciudad fantasma vive con sus fantasmas, y me persiguen, saben darme miedo. Saben hacer que mis pasos estén medidos, pero que tiemblen de temeridad, vienen a recordarme que hay más ladrillos en el camino para poder construir, pero también tienen la mala conciencia de recordarme que hay trampas y que existe el mal.
Grito a los fantasmas de las ciudad fantasma
Grito.
Grito y me estoy gritando. Aullidos, lamentos, sollozos, llantos y después de todo confundo los gemidos del placer con gemidos de terror. Confundo los susurros con gritos. Confundo miradas cómplices, confundo tu forma de decir que No, y tu forma de decir Sí. Confundo las palabras, buscando en ellas raíces. Confundo la libertad con ser libre. Confundo lo que quiero con lo que soy. Confundo la contradicción.

Claro de Luna

Las olas del mar se agitan acordes con la música del Claro de Luna de Beethoveen, llegan a la orilla cansadas, desgastadas, asqueadas.... no alcanzan a mis pies, que están justo en la zona donde ya no llega el agua. Hoy, como muchos días, puedo cerrar los ojos en la orilla sin temor a que venga una ola diferente con fuerzas y ganas de mojar. Puedo despegar sin que nadie me lo impida.

Puedo ver estrellas que se encienden, cántaros llenos de agua que se rompen a cámara lenta, un beso, una lágrima, una galaxia girar...
Veo un tren que se aleja, un nacimiento, una muerte...
Siento el deseo imposible de observar todos los amaneceres de la historia del planeta, al igual que todas las puestas de sol. Veo los días pasar, un tiempo que sólo avanza . Quisiera parar el tiempo. Un tiempo que ha parado ahora para hacer el deseo posible.
Veo a un hombre mono evolucionar, el pulso tembloroso de un enamorado escribiendo una carta de amor, una persona respirando, sangre derramándose.

Me asomo a la ventana y veo el planeta Tierra, azul, repleto de vida, una casualidad y suerte que no se ha dado a millones de kilómetros a la redonda.
Acaricio el cristal de la ventana con el tacto melacólico de mis dedos y dibujo el contorno de la Tierra que cada segundo está más lejos y le digo:

- Adiós Tierra, yo seguiré alejándome....me dirijo hacia mi mismo.