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En Tierra Firme

A todos los que se sientan valencianos: unios a la causa

Lo primero que tengo que decir es que me llamo Vicente, como un buen valenciano, y mi esposa se llama Amparo, como buena valenciana. Vivo en una barraca de L´horta valenciana. Tengo dos hijas, de 9 y 13 años. Estoy apuntado a la falla de mi barrio desde que nací, mi padre me apuntó cuando tenía una semana de vida. Mi padre también era fallero de esta falla, y el padre de mi padre, por lo que tengo las fallas en mi sangre. Puedo decir que llevo 40 años siendo fallero, soy un auténtico valenciano y me emociono cada vez que canto el himno de Valencia y veo salir a la geperudeta.

Desde hace un tiempo está de moda criticar todo lo que se desconoce: que si los toros, que si Estados Unidos, que si Canal 9... seguramente ninguno de los que critica ha ido nunca a los toros, ni ha viajado a Estados Unidos y no sabe cómo funciona canal 9 por dentro. Son como esos hippies que ahora les da por criticar las fallas, la fiesta grande de Valencia, la que nos identifica y la que nos une como pueblo y nación, caguen deu.

Debemos luchar contra este tipo de anarquistas peligrosos y reforzar nuestras convicciones. Hay que identificarse con nuestras raíces y señas de identidad. Debemos hacer de la pólvora, del arroz, de las naranjas, de la horchata y del sol de nuestras playas mediterráneas nuestras señas de identidad. Aunque haya antivalencianos que digan que eso no representa a nuestra tierra, no hagamos caso a esos que dicen que si la pólvora y las naranjas vienen de China y que la horchata la trajeron los musulmanes y que en las zonas del interior de Valencia no hace tanto Sol como en la costa… dejaros de tonterías: en la Comunidad Valenciana confluyen una serie de circunstancias que hacen que nuestra cultura y nuestras paellas sean únicas en el mundo.

Debemos entonar el himno con nuestras doçainas, un instrumento con un timbre agradable que hace que nuestros oídos se acerquen al deleite más profundo que puedan experimentar nuestros sentidos.

Debemos celebrar con solemnidad la conquista de Jaume I y hacer del 9 d´octubre una fecha histórica para nuestra Comunidad, al menos hasta que dentro de unos siglos venga otro conquistador y diga “esta tierra es mía” y entonces cambie la fecha del calendario para celebrar la fiesta en nombre de otro conquistador. No importa con qué causa nos invadan, ni el credo del que nos invada, lo importante es la fiesta que se celebrará después.

Debemos respetar, venerar y adorar a nuestros artistas falleros, pues sin ellos las fallas no se podrían celebrar. Ellos son merecedores de toda nuestra admiración y su contribución es impagable y por mucho que les paguemos y por mucho que invirtamos en los monumentos falleros… siempre será poco, aunque esos hippies digan que es una aberración quemar tanto dinero en cartón y pólvora habiendo tantas necesidades por satisfacer como que muchos niños tengan que dar clase en barracones, porque ellos no saben lo que es llorar viendo arder una falla, no tenen el sentiment per dins de la festa, no saben lo que es el olor a ninot quemado, nada en el mundo huele así. ¡Qué delicia oler a ninot quemado por la madrugada! Una vez, cuando era joven, nuestra falla ganó el primer premio de la secció especial, cuando la quemaron fui a ver las cenizas… no encontré a ningún ninot entero de aquella falla. ¡Qué olor a ninot quemado! Aquella falla olía… a… victoria…

Defengam les nostres arrels, les nostres idees, la nostra llengua, les nostres taronjes, les nostres costums, la nostra paella, el nostre arrós, la nostra fideua, el nostre all i pebre, les nostres falles, els nostres artistes fallers, la nostra senyera i el nostre President de la Generalitat: Francescs Camps.

Escribir feliz

Un amigo me preguntó si era posible escribir algo bueno siendo completamente feliz. No supe contestarle, desconozco si fue por mi incapacidad intelectual o por no saber con certeza cuál era su situación, pues no sé si alguna vez he sido feliz.

No sé si alguien puede hablar con pureza y realismo desde la felicidad, pues sus juicios están alterados por su experiencia personal, por su suerte y por una serie de circunstancias que le hacen creer que la vida tiene algún trasfondo positivo. Un feliz no puede hablar en nombre de todos, los infelices nunca se verán reflejados en la impresión que pueda tener un feliz, pero un feliz siempre podrá verse reflejado en la infelicidad del resto. Aunque podríamos entrar en un debate sin fondo, pues primero uno debería saber qué es la felicidad y dónde se halla.

Siempre me he visto impulsado a escribir en momentos de tristeza. Pero mi escritura pierde fuerza a medida que avanzo. Si hoy en día escribiéramos en paredes como los egipcios, con cincel y martillo, seguramente tendríamos algo mejor que decir. Mis textos, todos ellos impulsados por una carencia personal, serían mucho más profundos al principio, mi martillo golpearía las primeras letras con rabia, intentando hacer sangrar a la piedra, pero a medida que avanzaría irían perdiendo fuerza, las ranuras tendrían menos profundidad, las letras tendrían menos definición, tendrían menos sombras y continuaría así de tal modo que el punto final de mi texto sería inapreciable. Si escribiese en las paredes demostraría que mi pena se diluye con las palabras impresas, y que es esta la que me da la fuerza para golpear con una rabia que se va perdiendo poco a poco, pues mi pena se traslada al texto y se aleja de mí. Demostraría que la tristeza y la infelicidad es el impulsor de las mejores frases, porque escribir no es un ejercicio ni un trabajo, escribir para muchos es sangrar, es gritar, es escupir, es dar un puñetazo a una montaña indestructible para hacerla tambalear. No, no se puede escribir siendo feliz, salvo mierda.

A nadie le gusta escuchar de la boca de otro “soy feliz” porque eso no nos aporta ninguna solución a nuestras vidas, no encontramos ningún consuelo en eso, no nos identificamos con su mensaje aunque se trate de nuestro mejor amigo y al cual deseamos lo mejor... pero no nos dice nada el anuncio de su más absoluta felicidad y bienestar.

La escritura se asocia a la desdicha y yo ya estoy hasta los cojones de tener la necesidad de escribir.

Alegría en el pozo

Alegría en el pozo

La mayoría de machistas son mujeres

¿Cuántas veces habrás oído el mítico cliché, repetido hasta la saciedad, de que si un tío se folla a muchas es un campeón y si lo hace una tía es una guarra? ¿Muchas verdad? Esta frase sale en cada debatillo de televisión en los que invitan a cuatro mamporreros a sueldo para que se enzarcen en una guerra de sexos sin pies ni cabeza y la suele decir alguna mujer para demostrar que existen prejuicios contra la liberación sexual de la mujer.

Pero ahora bien, lo que no suelen decir estas feministas empedernidas es que su mayor enemigo está en casa. He escuchado una infinidad de veces más decir a una mujer “esta es una guarra” que a un hombre. Y lo dicen sólo por el hecho de que se haya acostado con alguien porque le apetecía, o porque le gusta disfrutar del sexo con quien le da la gana, sin hacer daño a nadie, o porque le gusta liarse con cinco en una noche o porque cada semana le gusta estar con uno diferente... opciones y gustos tan respetables como las de aquellas que prefieren permanecer vírgenes hasta el matrimonio.

Un hombre no critica tanto a una mujer como lo hacen las propias mujeres. A nosotros nos importa un comino lo que hagan (salvo que sea tu propia pareja y creas en la fidelidad). Son ellas mismas las que desprestigian a su propio sexo, las que se ensalzan a sí mismas como más dignas cuando alardean de no acostarse con uno en la primera cita y añaden: “Yo no soy una de esas...” en un tono despectivo hacia las que sí lo hacen.

No busquéis el desiertos muy remotos ni en montañas muy lejanas para encontrar a vuestro enemigo. Mientras existan mujeres que piensen que hacer lo que a una le apetece es de ser una guarra no se podrá equilibrar la balanza social. Mientras no respetéis a vuestro propio sexo, seguirá habiendo discriminación. Y eso no se arregla por mucho que se aprueben leyes de paridad que no solucionan los verdaderos problemas de la mujer como que cobran un 30% menos que los hombres.

No os engañéis, la mayoría de machistas son mujeres.

Amor sobrenatural

Amor sobrenatural

Rafael Fernández, también conocido como ezcritor, acaba de estrenar su primera serie en 20 minutos , diario en el que trabaja como blogger. El talento Rafaelezco que ya conocimos en sus Diarios secretos de sexo y libertad ahora está volcado de lleno en una serie audiovisual que se emitirá en 20minutos tv .

Si hay algo que esta serie nos pueda aportar es realismo sucio, humor, crítica y, sobre todo, diversión. Esta no es una serie que esté concebida desde una gran productora, lo bueno es que esto ha nacido de una mente que ha luchado incansablemente por conseguir sus sueños. Esperemos que triunfe esta serie, que salga adelante, y que Rafael siga conquistando el universo. El triunfo de Rafael es el triunfo de todos.

Así como hace un siglo muchas novelas se publicaban en los periódicos por capítulos ahora en la era digital se van a publicar las primeras series en los periódicos digitales. Es un apuesta innovadora. No os perdais la serie, no os defraudará pese a ser un capítulo hecho sin presupuesto alguno.

Diario de un exiliado. Capítulo 6. Chamullar, tranzar y coger

Marcial y yo estábamos sentaditos en la terraza de la cafetería de la universidad. Pegaba un Sol impropio de Enero. Habíamos acabado un examen y necesitábamos relajarnos de la tensión acumulada durante todo un día de estudio y para ello lo mejor era tomar una cerveza.

– Uhh, qué paja, y pasado mañana otro examen –dijo Marcial llevándose la mano a la cara mientras se frotaba un ojo.
–Ya ves –tomé un trago de cerveza.
– Encima tengo que limpiar la casa, está hecha un quilombo.
– Uff, pues yo ni te cuento, por mi habitación pasean unas pelusas que parecen rastrojos del oeste.
– Y la mía, mis pelusas son tan grandes que ya tienen nombre y me llaman papá.

Desde que estoy aquí suelo juntarme bastante con Marcial. Tiene un gran defecto y una gran virtud: es argentino, no digo más. A su vez él se junta con toda una colonia de argentinos que invaden los rincones de las cafeterías y se les reconoce a kilómetros porque siempre llevan un termo y un vaso lleno de unas hierbas que en principio pesábamos que eran alucinógenas, pero se trataba de mate, una infusión a la que todos los argentinos son adictos de forma enfermiza.

Si hay algo que les sobra a los argentinos es lengua. Tienen una capacidad para hablar descomunal, todo aquel que conozca a un argentino sabrá qué estoy diciendo. Suelen hablar de muchas cosas, pero hay ciertos temas de conversación que es necesario que salgan cada vez que conversamos, como si fuera algo protocolario. Entre esos temas están, Maradona y sí mismos.

Lo primero que aprendí de ellos es que en Argentina no se conduce, se maneja; que toda disertación posible que pueda suscitar si algo es bueno se reduce a tener onda o no, y, sobre todo, que en Argentina ni se liga, ni te enrollas con nadie ni follas, allí se chamulla, se tranza y se coge.

A nuestra mesa se incorporó otro compañero de clase. Marcos, de él sólo diré que lleva gafas de pasta y tiene un poster de Amelie colgado en su habitación, sobran los descalificativos... digo, los calificativos. Mientras comentábamos algunas anécdotas del examen y demás Marcial saltó:

– Mirá que mina! ¡Que orto que tiene! ¡La parto!

Casualmente la chica se sentó en la mesa de al lado, a un par de metros de nosotros.

– Ahh, ¡Pero si esta es la turca calientapollas! –dijo Marcos.
– ¡Pará boludo! que te puede oir.
– Qué va, hombre, si estas erasmus turcas no se enteran de nada y esta en lo poco que lleva aquí ya se ha ganado la fama de calientapollas.
– ¿Cómo es eso?
– Nada, esta estuvo el otro día tonteando toda la noche con Fran, al final se fueron juntos y cuando él le tiró le habló de su novio, después de haberle estado dando bola toda la noche.
– Bueno, pero se trata de Fran, igual se inventó la historia de su novio, Fran le tira a todas las tías habidas y por haber, así que eso no es ninguna novedad.
– No, no, que el novio vino una vez aquí el novio y yo lo vi, es un gordo asqueroso. Cuando estuvo aquí estuvieron en una fiesta en la que al parecer discutieron y el tío pasaba de ella y ella estuvo llorando todo el rato, la trataba fatal.
– No puede ser, pero como una mina así está con un gordo que la trata mal, si podría levantarse al flaco que quisiera
– Pero es que a las tías les encantan los cabrones, cuanto más lo seas más les atraerás, ¿no ves que son todas unas guarras?

Entonces llegó Emanuela, otra argentina adicta al mate. Había ido a propósito a casa a buscar el termo.

–¿Qué tal chicos?
–Bien, aquí estamos, hablando de mujeres –dije.
–Sí, no entiendo, mirá esa mina de ahí detrás –ella se giró descaradamente– ¡Disimula un poco cuando mires! Esta con un flaco que es un gordo asqueroso que la trata mal.
– Es que tu eres un pelotudo, no sabes como tratar a una mujer, precisamente ayer hablaba de eso con una amiga –decía mientras comenzó a cebar el primer mate de la tarde.
– Y que decíais.
– Mientras nos cambiabamos tuvimos una charla de estas de chicas, en las que hablabamos bien claro de lo que nos gusta.
– ¿Y qué os gusta? – preguntó Marcial muy interesado.
– Pues dijimos muchas cosas, pero todas coincidimos en una: A las tías nos encanta que nos follen como a putas y nos traten como a princesas.

– Uhh, boludo –dijo marcial girándose hacía mí –pero yo no puedo ser así, a mí me sale ser romántico y bueno. De Emanuela tenemos que aprender mucho.
– Ni que lo digas.

Y así trancurrió la tarde...

Marcial es fanático de los Beatles, se encarga de recordarnos casi a diario que los Beatles son el nexo de unión entre culturas, entre estilos de música y entre gente de distinta ideología, pues, según dice, no hay persona en el mundo a la que no le gusten los Beatles. Emmanuela siempre está hablando de sexo. Marcos es el típico gafas de pasta que pasa más tiempo en fnac que en casa. Y yo... soy yo.

– Chicos, –dijo Emmanuela– he visto un vuelo por 30 euros a Italia, ¿Nos vamos?
– Sí, necesitamos ir a algún sitio cuando acabemos los examenes –dijo Marcos.
– Pues sí, vamonos. Fredy, vente, no seas pelotudo –dijo Marcial.
– Bueno... no sé... –contesté.

No me preguntéis cómo. Pero acabo de preparar la maleta y esta tarde parto a Italia. He comprado un cuaderno en el que escribiré un diario de viaje. Pronto se reanudará un nuevo capítulo de las crónicas viajeras.

Carta abierta al espermatozoide que iba detrás de mí en la carrera hacia el óvulo

Carta abierta al espermatozoide que iba detrás de mí en la carrera hacia el óvulo

Querido compañero de viaje

Dicen que recibimos lo que merecemos, que todo esfuerzo tiene su recompensa, que la gravedad siempre hace su trabajo, que el tiempo pone a cada uno en su lugar y que a todo cerdo le llega su San Martín, ¿Tú qué tienes que decir a todo esto?

Tratamos como podemos de ganar en este extraño juego llamado Vida sin conocer demasiado bien las reglas de juego, pero si de merecer fuera tú hubieras merecido algo más y puede que yo menos. Nos dan consejos que la mayoría de veces no sirven para nada, eso de que el trabajo dignifica, que si luchas lo conseguirás, que no importa que hoy no lo consigas porque puede que mañana podrás... ya sabes, todas estas cosas me recuerdan a esta estúpida frase de Gabriel García Márquez: no dejes de sonreir, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa, como si no hubiera gente que no se enamora de las caras serias o ambiguas, o si no que le pregunten a esa Gioconda desvergonzada. Vivimos en un mundo donde la sonrisa está sobrevalorada, al igual que lo positivo, lo bello y lo exitoso...

Todo es una fútil palabrería que sirve para darte cuenta que al final lo que importa es el factor suerte o el factor milagro. Todo depende de haber estado en el sitio adecuado en el momento adecuado. Lee cualquier biografía de alguien que tuvo éxito y descubrirás que todo le llegó por casualidad. ¿O de dónde crees que nacen todos esos mitos vivientes? Esos sólo han alcanzado fama, pero representan a toda una legión de perdedores que nunca lo consiguieron. Os debo representar a todos, a toda esa generación que convivió conmigo y nunca llegaron a la meta. Sobre mi espalda pesa la responsabilidad de ti y de todos vosotros y yo no la puedo aguantar. Me gustaría cederte el puesto, brindarte la oportunidad, que te disfrazaras de mí algún día y vieras lo que significaba venir a la vida, debiste haber tenido tu oportunidad... pero al contrario de lo que dicen: a veces no hay segundas oportunidades, las cosas son o no son.

Decía Jostein Gaarder que en la vida solo vemos a los billetes premiados. Que vivir es tan raro como que te toque la primitiva, que todos deberíamos celebrar la inmensa suerte de haber podido vivir sólo por la cantidad de billetes no premiados que no pueden estar aquí... pero yo no puedo vivir tranquilo pensando eso. ¿Cómo puedo sentirme bien estando en el paraíso de los premiados sabiendo que existe el infierno de los perdedores? Es como hacernos elegir entre el cielo o el infierno, prefiero irme de cabeza al infierno y torturarme que estar en el cielo ocupando una plaza de privilegio sabiendo que otros se abrasan... y yo ahora estoy en el cielo donde continúa la absurda carrera de toda una generación hacia el óvulo del éxito en esta eyaculación de seres vivos premiados con la vida.

Una generación tras otra, una eyaculación tras otra, vemos que tras la historia de un triunfador se esconden las vidas anónimas de 100 mil perdedores.

Quiero que sepas que si yo estoy aquí no significa que seas peor, de hecho puede que seas mejor. Puede que me veas por televisión cantar una canción, pero seguro que hay alguien que canta mejor que yo en su casa y no sale por la caja de la fama. Aquí quieren hacerte creer que tu suerte depende de un jurado de un casting para conseguir tu sueño, que si no es por ellos nunca lo podrás conseguir, que si no es por un editor al que le caigas en gracia nunca te publicarán, que si no tienes un nombre de prestigio que asegure unas ventas no te propondrán escribir un libro, que si no huelen en ti el dinero no se acercarán, que todo está en las manos de los grandes hermanos televisivos, se otorgan un poder que no tienen e inventan nuevos óvulos-éxitos que no existen en realidad. El reconocimiento de un público se puede conseguir sólo con que te oiga tu vecino cantar en la ducha y le guste, no es necesario más.

El verdadero óvulo-éxito que existe es el de hacer lo que uno realmente quiere desde que se levanta hasta que se acuesta, como decía el señor Bob. Al fin y al cabo, no siempre los mejores y más guapos son los que llegan a la meta, si no mira a Woody Allen. Y no todos los que alcanzan el óvulo del éxito son los mejores cantantes, si no mira cualquier canal de televisión a cualquier hora...

Internet ha hecho que hasta los espermatozoides que llegaron segundos tengan su lugar, y aquí estoy yo, y allí te quedaste tú, pero no te preocupes... yo te represento a la perfección en esta nueva metamorfosis humana que, créeme, no es para tanto.

Publicidad

Podría haber contestado al examen la definición que me sabía de memoria, podría haberles repetido lo que ponía en los libros, podría haberles satisfecho... pero en ese caso nunca hubiese dicho lo que he aprendido.

Según la definición oficial la publicidad es una disciplina científica cuyo objetivo es persuadir al público meta con un mensaje comercial para que tome la decisión de compra de un producto o servicio que una organización ofrece ¿Pero como iba a contestar eso?

Mi único crimen fue dejarme llevar y tomarme la pregunta “¿qué es la publicidad?” como si me lo preguntasen personalmente a mí. Evidentemente no contesté lo que debía.

Cogí la hoja del examen y contesté lo que realmente pienso, olvidándome de todo lo estudiado o de todo lo que intentaron hacerme creer.

Dije que la publicidad es el arte de engañar, de manipular a las masas, de aprovecharse de una situación de desconocimiento del receptor para tratar de hacerles recordar marcas o servicios. Que la publicidad también es propaganda (entiéndase propaganda como la propagación de ideologías) y que la democracia se basa en la mentira estadística y en la ignorancia general.

Dije que la publicidad es el instrumento más cancerígeno de la sociedad capitalista, que la propaganda se distribuye entre la ignorancia de la gente a través del “Pan y circo” (panem et circenses que decía Juvenal) que profesaba el visionario Julio Cesar 50 años antes de Cristo. Ya entonces sabían que para mantener controlada a la gente y ocultar las cosas importantes bastaba con darles comida y espectáculo. Es la Paella y fútbol de Canal 9 en Valencia, o las paellas gigantes que organizan los del PP en Valencia, pidiendo agua (aunque se destruya la delta del Ebro) para regar campos de golf.

Dije que la publicidad es el arte de llevar hasta la extenuación la célebre frase de Goebbels “Si una mentira se repite las suficientes veces acaba siendo verdad”. Y que es un insulto a la inteligencia y un aprovechamiento de la gente que no tiene un nivel cultural suficiente para poder discernir lo que las multinacionales quieren hacerles pensar. Dije que la publicidad es la ejecución de la propaganda nazi al servicio del capitalismo.

Dije que la publicidad es el enemigo de la democracia. Porque gracias a ella los que más dinero tengan para difundir sus ideas por los medios masivos serán los que alcancen el éxito electoral o comercial.

Dije que la publicidad es el engaño a los instintos más primarios para generarnos necesidades que no tenemos. Que utilizan los instintos maternales para vender una marca de pañales a una madre o los instintos sexuales para tratar de encasillarnos un coche. “Bebe este refresco y tendrás a esta mujer”, “Ponte esta colonia y las mujeres se pelearán por ti”, “Con la moda de esta firma los hombres siempre se fijarán en mí”.

Dije que la publicidad se ha asentado como algo normal en nuestras vidas. Que nos ha engañado para hacernos creer que es normal que en los edificios se cuelguen letreros con marcas, que vemos normal que las películas se corten para ver mayonesas y enemas desfilar por nuestro televisor.

Dije que en el mundo sobraban los publicistas. Que el señor Foster Kane ya nos enseñó de qué forma funciona la publicidad y la propaganda, y que uno triunfa porque alguien quiere que triunfe, porque alguien tiene dinero y quiere promocionarlo y nunca por méritos propios.

Y sobre todo, dije que yo no había venido a estudiar esta carrera para engañar a la gente, que yo no quería ser publicista, que el conocimiento de ella lo único que me ha aportado es una seguridad para ser inquebrantable ante ella, y que no estaba dispuesto a seguir contestando el resto de preguntas del examen. Yo estaba allí para aprender, para ser comunicador y transmitir algún día la verdad a la gente para intentar hacer un mundo mejor y no pensaba contestar esas definiciones absurdas de libro.

Dije que si lo que pretendían era convertirme en un robot que repitiera de memoria una definición para sacar un 10 y ser el mejor de la promoción que conmigo habían fracasado. Pero si por el contrario, creían que era un éxito que alguien lograse pensar por sí mismo, que tuviese ideas propias, que plantase cara a la afrenta que supone repetir mentiras y luchar por unos ideales, que conmigo lo habían conseguido.


La cuestión es que este examen no ha parecido gustarle a la profesora de publicidad. Que al día siguiente me llamó para ir a su despacho. Me pidió una explicación y lo único que le dije es que me remitía a lo dicho en el examen.

Me preguntó si me creía un graciosillo. Que la publicidad es un negocio que mueve mucho dinero, que es una industria de la que trabaja mucha gente y que tenía una idea muy equivocada. Le dije que la verdad está por encima de todo el dinero que puedan ofrecer las marcas, que para mí hay un millón de cosas más importantes que el dinero y que esas cosas estaría dispuesto a defenderlas con mi propia vida.

Me levanté de la silla y la insulté, le dije que era una incompetente y que era una vergüenza que gente como ella impartiera clases en una universidad. Que con gente como ella sería imposible llegar a una sociedad ideal, pues no pueden educar profesores que no están educados.

Juró que me acordaría de lo que acababa de decir.

Hoy me han citado ante el despacho del rector para comunicarme oficialmente mi expulsión por insultos y agresión verbal a una profesora. En la charlita que me han dado me han dicho que he echado a perder mi futuro, que no puedo ir así por la vida, que nunca obtendré el título universitario con esa actitud y que yo podría haber hecho mucho más si hubiese querido.

No he protestado, ni siquiera he tratado de defenderme. He abierto la boca el menor número de veces posible.

Mientras me comunicaban la decisión les miraba con desprecio porque ellos no saben que los principios de uno están muy por encima de los títulos universitarios. Que hay gente como yo que todavía tiene ideales, que es inquebrantable y que no le importa demasiado tener una orla de licenciados colgando en el despacho de su oficina si dentro de mí se anida el verdadero aprendizaje de la vida.

Relato científico-literario que demuestra de forma contundente que mentimos vilmente cada vez que decimos “Esto que he pasado no se lo deseo a nadie”

Relato científico-literario que demuestra de forma contundente que mentimos vilmente cada vez que decimos “Esto que he pasado no se lo deseo a nadie”

He pasado una de las peores noches de mi vida. He estado vomitando, estaba mareado, tenía dolores de cabeza, de espalda... me dolía hasta el alma. He tenido taquicardias y todo tipo de contratiempos que, en algunos momentos, me han hecho pensar que me iba a morir.

He pasado una noche que no se la deseo a nadie. Ni al peor de mis enemigos. Bueno sí... a ese sí, para qué vamos a engañarnos. Y también se la desearía a todos esos que me caen mal y les tengo manía, sobre todo a todos aquellos que van de expertos sobre un tema sin tener ni puta idea de lo que hablan, pero más todavía a esos que intentan discutirte a ti, que eres entendido en la materia, diciendo disparates de un calibre sin precedentes. A esos no sólo les desearía la noche que he pasado, sino además, desearía que se repitiera todas las noches de sus vidas y, mientras están agonizando en sus camas, que un ave carroñera les saque los ojos en vida y se los coma. Después que vayan un par de jabalís hambrientos y comiencen a morderlo por la tripa y se le coman las tripas mientras todavía está vivo y agoniza.

Y no sólo eso, sino que me gustaría que a esa persona lo metieran en una trituradora de carne humana desde los pies para que sufra un poco más. Y además les desearía que les vaya todo mal en la vida y así me alegraría de verles jodidos (Sí, soy una persona cruel, que se alegra cuando a mis enemigos les va mal, pero si encima lo trituran pues mejor).

También me gustaría que encerrasen a esas personas en una habitación llena de pinchos por las 4 paredes y que estas se fueran cerrando poco a poco hasta hacer de él un coladero.

En esa sala de pinchos metería al director de Amelie, a Fernando Alonso y a todos los que llevan Gafas de Pasta, que son una lacra social a los que hay que combatir porque son más peligrosos que todos los terroristas de Guantánamo juntos. Debemos prevenir al mundo de posibles ataques de estos especimenes. No entiendo por qué los EEUU atacan las bases de entrenamiento de terroristas suicidas en oriente medio y no bombardeen todas las universidades europeas en las que se imparten clases de comunicación audiovisual y fnacs en los que se alojan estos personajes que son el cáncer del mundo. Podrían evitar que una catástrofe terrorista como que se vuelva a rodar una película parecida a Amelie, podrían hacer un ataque preventivo en toda regla. Y aunque puedan haber daños colaterales y maten a gente inocente, en este caso el fin justifica los medios. Debemos tomar medidas contra los gafas de pasta que ramonean al margen de la ley y que se cuelgan pósters de Amelie en sus habitaciones amparándose en los vacíos legales que existen para detener y crucificar a este tipo de gente.

También deberían bombardear todas las fábricas de gafas de pasta en las que echan un veneno especial que hace que quien se las ponga comience a ver Amelie y se crean que son Woody Allen, porque las gafas de pasta son la nueva arma de destrucción masiva que asola nuestro mundo. Es una nueva arma química y destructiva. La ONU, la Union Europea y todos los organismos internacionales del mundo no deben hacer la vista gorda ante este problema que nos afecta a todos, sobre todo a mí.

Tratado místico-científico-filosófico sin rigor alguno y sin ninguna finalidad aparentemente útil que analiza las ventajas y desventajas de que te amputen una pierna desde una perspectiva daliniana paranoico-crítica

Sufrir la amputación de una pierna tiene sus ventajas y desventajas. Aunque todo dependerá de la pierna que te corten.

Si te cortan la pierna izquierda tienes a tu favor que nunca jamás te levantarás con el pie izquierdo y, a partir de ese día, tu vida estará llena de suerte.

Si te cortan la pierna derecha será un poco más jodido, pues siempre tendrás que levantarte con el pie izquierdo y nunca jamás volverás a tener buena suerte y, encima que te han tenido que amputar una pierna, te joden el resto de tu vida.

Pero no os desaniméis si esto ocurre. No todo son desventajas, pensad que cada vez que vayáis a un restaurante y os toque sentaros justo donde está la pata de la mesa ya no os molestará tanto como antes.

He dicho.

Lista de propósitos para el 2008

El origen del mal

El origen del mal

Según las filosofías orientales, todos nuestros actos están condicionados por lo que hicimos en vidas anteriores. También dicen que cada acto que realicemos ahora repercutirá en nuestras vidas posteriores, y no sólo en eso, sino que repercutirá hasta en los confines del universo. Buda decía que aquello que no esté sujeto a causas y condiciones no existe, y así como lanzamos una piedra a un estanque y las ondas del impacto se extienden hasta el agotamiento, con nuestras vidas y actos sucede igual.

Ayer recibí un email de una lectora. Me dijo que leyó la historia de la balanza interior que se regula con el arte y me explicó una teoría.

Decía que hay tres tipos de personas: Los profetas, los magos y las personas blancas. Los profetas son aquellos que tienen acumuladas muchas vidas anteriores a la actual y es el grado más alto al que puede llegar un ser humano. Yo creo que son seres sabios, que nacen con la sabiduría y un don divino que enseguida les hace destacar en algo. No importa en qué condiciones haya nacido, no importa el seno de la familia en la que se haya criado, un profeta enseguida se distinguirá entre el resto de mortales por su alma brillante. Un profeta, por citar a alguno, es Paco de Lucía, que es el ejemplo más práctico y representativo de lo que una deidad puede hacer con una guitarra sin importar los conocimientos de solfeo y las circunstancias en las que haya nacido.

Después de los profetas están los Magos. Son todos aquellos, que sin llegar a ser profetas, algún día lo serán ya sea en la actual reencarnación o en una futura. Todos estos perciben señales espirituales y ya destacan en muchos campos y su peso espiritual es latente. Yo mismo puedo citarme como Mago, pues recibo constantes señales espirituales y tengo una vocación de profeta que se consolidará un día de estos.

Por último están las “Personas blancas”, se llaman así porque estás personas no tienen color ni aportan gran cosa a la humanidad. Aquí podemos poner como ejemplo a la población de Cullera y de la Comunidad Valenciana en general, a la inmensa mayoría de dirigentes políticos, a los fans de Amaral, a los que les gusta la película Amelie, a todos los falleros y a todos los seguidores de Fernando Alonso.

Es obvio decir que un 98% de la población mundial son almas blancas y, por culpa de ellos, muchos profetas y magos se han impregnado de su mala fama. Ya se sabe, es como la célebre frase: “No todo el mundo es imbécil, lo que ocurre es que el 98% dan mala fama al resto”.

Muchas personas blancas han sido aclamadas como Profetas por una muchedumbre impasible y sin sentido crítico alguno. Britney Spears, Dani Martín (canto del loco), Eduardo Zaplana y Rita Barberá son algunos especimenes a destacar por ser almas sin fondo completamente podridas. Esta teoría explica por qué la democracia es un sistema de gobierno bastante fraudulento, pues un voto de una persona blanca vale lo mismo que la de un Profeta o un Mago, lo cual es un atentado contra las instituciones del estado. Saben que si hicieran unos carnets especiales para los Profetas y Magos para que sólo estos pudieran votar se acabaría inmediatamente con los nacionalismos, los partidismos, la endogamia y la chabacanería e instauraríamos la República platónica como sistema de gobierno mundial.


Para un Mago como yo es difícil transitar por este mundo de mierda. El día de nochebuena salí y me metí en un antro de Sueca en la que abundaban las almas más blancas que había visto en mi vida. Es muy duro meterse en un local en busca de una mujer, de alguien especial, de una Maga, de una Sibila, de alguien que posea alma, de alguien que en su mirada tenga fondo, una chispa de lucidez, una llama de esperanza... y sólo ves personas muertas, que se mueven aunque estén vacías. Estas personas aportarían lo mismo que un muerto aporta al mundo si no fuera porque pueden trabajar de albañiles y de cajeras del supermercado para servir a los Magos y a los Profetas.

Uno se siente solo estando en la Tierra. Soy como el tripulante de esa nave de David Bowie que ha perdido el contacto con la Tierra. Vivo en un mundo y en un tiempo en el que encuentras más pureza y belleza en una Rosa que en cualquier persona.

¿Por qué sucedió todo esto? ¿Hay alguna respuesta al origen de mi karma? ¿Puedo averiguar qué hice en otras vidas?

Sé que en una de mis vidas morí en el laberinto del minotauro. Dicen que tenía cuerpo de hombre y cabeza de toro, pero eso es mentira. Era un simple toro al que por su bravura desmesurada lo encerraron en un laberinto creyendo que tenía poderes mágicos ante el temor de que fuera una maldición enviada por los dioses. Entonces se creía mucho en esas cosas. Yo fui una de esas víctimas del minotauro, al que lo metieron en el laberinto para que fuera devorado por el toro. Fui sacrificado y esa es una de las vidas que más me ha marcado actualmente, pues es la única que recuerdo y de la cual me vienen constantes imágenes en sueños. Teseo entró al laberinto poco después de que yo muriera, yo era una celebridad entonces, y mi muerte fue el detonante para que él se armara de valor y entrara en el laberinto y poner fin a tanto sacrificio innecesario.

¿Pero en esta vida hay algún porqué? Dicen que todos los actos condicionan tu vida. Entonces decidí investigar mi nacimiento y encontré los documentos de mi partida de nacimiento y encontré todas las respuestas que buscaba. No me consideraron adecuado, sino grande, y, también, como por aquel entonces se utilizaban máquinas de escribir, cometieron un error, un error que marcaría mi destino e impregnaría de una suciedad karmica mi actual encarnación, se trata de un error tipográfico en el que en vez de hablar de un feto para referirse a mí, se refirieron a un feo.

He aquí los documentos que explican mi sino de esta reencarnación. Son las pruebas más fehacientes de que soy un Mago que algún día se convertirá en un Profeta.

 Si hacéis click sobre la imagen veréis el error tipográfico que marcaría mi destino. La que redactó el informe en vez de referirse a mí como un "feto varón" tuvo un lapsus al ser traicionada por su subconsciente y puso un "Feo Varón", un error que enmendó sin importarle el trauma que eso me ocasionaría en mi actual vida y en las futuras. Me puso la cruz desde el momento de mi nacimiento y no se molestó ni en cambiar de hoja para que no se viera el fatal error que, como se sabe, repercutiría hasta los confines del universo.

Y aquí la prueba más sorprendente de todas:

Esta nota no fue redactada por la misma becaria del hospital que la anterior. De hecho sorprende la diferencia de 150 gramos entre una nota y la otra. De esta nota lo que tenemos que destacar es el tachón vergonzoso que hay en el diagnóstico. Viendo a trasluz la nota pude identificar que tras ese tachón se alojaba la palabra ADECUADO. Pero esta enfermera, que era una auténtica maga, tras observarme bien tuvo que rectificar. Ella captó inmediatamente mi aureola carismática y se percató que yo no era alguien ADECUADO, todo lo contrario, yo no era un simple mortal más y por eso decidió tachar esa infamia y colocarme un adjetivo mucho más adecuado y calificarme como GRANDE. Desde aquí quiero agradecer a esta enfermera el bien que hizo desde el inicio de mi vida al calificarme como lo que soy. Y es que no pasé desapercibido desde el primer momento de mi vida. Entonces todo el mundo ya se dio cuenta que no era alguien NORMAL y mucho menos ADECUADO... aunque otras me consideren FEO.

Esto es todo por hoy. Muchas gracias por vuestra atención.

Charles Baudelaire os desea una amarga Navidad

Diario de un exiliado. Capítulo 5. Llamada de socorro.

Diario de un exiliado. Capítulo 5.  Llamada de socorro.

Me gusta ser dios de mi universo. Ser el creador de un firmamento. Me gusta dejar las huellas impregnadas en la arena de una playa.

Fredy (Soy tan egocéntrico que me autocito)


Por fin tengo la necesidad vital de escribir. Me encanta oír el ruidito del teclado cuando las palabras fluyen. Hoy no tengo nada que contar, sólo vengo aquí a desahogarme. Estoy en un momento vital extraño. Mi disfunción del sueño me impide llevar un ritmo de vida normal. Hay días en los que duermo dos horas al día, otros que no duermo, y otros en los que me paso el día durmiento. Por las noches me quedo jugando al football manager, es mi único bálsamo y remedio eficaz para dejar de pensar. Jugar sirve para centrifugar mi cerebro. La felicidad que me aporta el juego es imposible de describir, sólo alguien que ha estado viciado alguna vez de forma obsesiva sabrá de qué hablo. El secreto de esta felicidad estriba en que cuando juego mi mente se aleja de la realidad, no pienso, no soy consciente y dejo de existir. Me sumerjo de lleno en un mundo virtual, en una realidad paralela que hace que me olvide de la mierda de vida. Jugar es lo mismo que abrir una puerta de luz al exterior y salir de esta vida.

Ahora mismo son las 9:45 de la mañana. Es un momento extraño para escribir, pues siempre suelo hacerlo de noche. Pero ya no tengo control sobre mis días. De vez en cuando tengo que ir a la universidad para hacer un trabajo de publicidad. Tan sólo controlo la hora para ir a las reuniones del grupo, el resto del tiempo es caótico.

Me estoy dejando arrastrar. He soltado otra vez las riendas de mi vida. Los caballos que tiran de mi carro trotan a sus anchas por una llanura muy pesada. No tengo proyectos de futuro ni de presente. De nuevo acecha la falta de ilusión y de inquietud. ¡Mentira! me interesa leer y escribir, nada más. Esto de sacarse una carrera es sólo una excusa para hacer lo que me da la gana. Tendré un título que seguramente no utilizaré en mi puta vida porque me cago en las enseñanzas y en los que me digan cuatro profesores imbéciles. No estoy aquí para aguantar tonterías, no estoy aquí para agobiarme, no estoy aquí para convertirme en algo que no soy ni que nada tiene que ver conmigo. Las carreras sólo sirven para metamorfosear a las personas. Cuando terminas pasas de ser alguien con identidad a ser una profesión. Pedro dejará de ser Pedro para ser “El arquitecto”, Paloma dejará de ser Paloma para ser “la enfermera”, la del SEAT blanco, la que trabaja en el hospital, la que está casada con el primo de Juan, que es cuñado del Paco, que estuvo liada antes con el Tony ¿Sabes quién te digo? Esa que su padre tiene una ferretería en el carrer del Mar, que su hermana está casada con Vicente y antes iba con el grupito de la Paqui y que año pasado fue fallera mayor de la falla del Port, ¿No saps qui dic, che? Una que viu en front de la casa de la cultura que té una filla xicoteta de tres anys que va a la escolaica i està casà en el germà del marmolista que ara s´han comprat un xalet ahí en el brosquil i té una terra en la que planta napicols i taronges i que va tindre un accident en la moto l´any pasat i es va trencar la cama i la varen ingresar ahí en La Ribera i li varen dir que igual li tallaben la cama ¿No la coneixes? Si, que el seu germà treballa en Favara que ara s´ha comprat un Ford blau i fa dos semanes es va tintar el monyo(...)

¿Y yo dejaré de ser yo para convertirme en un “Comunicador audiovisual”? Y una Polla. Mi destino es convertirme en quien quiero ser, lo demás me importa una mierda.

Cambiando de tema, ahora trabajo de vez en cuando en un teatro. Me contratan cada vez que hay una obra en la que hace falta gente para montar escenarios, focos, altavoces... No está mal el trabajo, aprendo cosas y me sirve para tener algún dinero extra y poco más.

Echo de menos mis buenas ideas. Me pregunto qué coño hago. No sé dónde dejé a ese Fredy que escribía tres historias diarias. Necesito proyectos vitales. Necesito meterme en algo gordo. He de alejarme de la gente que no me aporta nada, o lo que es lo mismo: he de alejarme de la gente, a secas. Quiero ser poeta, cantautor y sinvergüenza.

Me siento un poco prisionero de mis palabras y de los lectores. Necesito crearme un nuevo blog en el que poder cagarme en la puta madre de todos. Necesito hablar de forma anónima y que algún internauta me dé la razón en lo que digo, de lo contrario acumularé el veneno dentro y me volveré loco. Los artistas no escribimos para triunfar, escribimos por necesidad. No sé dónde leí que los locos somos unos genios porque canalizamos nuestro desequilibrio mental en forma de arte. Pintamos, escribimos o hacemos música para equilibrar la balanza y volver a la cordura, expulsamos el mal, las flores del mal, y crecen en un lugar imaginario donde todo el día hay tormenta, sol, arcoiris, lunas y nieve. Con el arte hasta las miserias más profundas, hasta la locura más insólita, cobra un sentido trascendental.

Aunque ahora lo único que me interesa es jugar al football manager o jugar a fútbol sala. Es mi único incentivo vital.

Vuelvo con más fuerza, con más rabia y más desquiciado que nunca. Que suenen las trompetas, el Apocalipsis ha llegado.

Diario de un exiliado. Capítulo 4. Follarse a una perra

Diario de un exiliado. Capítulo 4. Follarse a una perra

Las dos perras jugaban entre ellas. Los tres estábamos en silencio mirándolas jugar. Jorge dijo:

– Oye, ¿A que están buenas las perras? Son muy guapas. Yo me las follaría. Si fuera un perro no lo dudaría ni un segundo. ¿Te imaginas ser un perro? Si te gusta una perra, la montas y ya está, sin preguntar y sin tonterías. Y cuando acabas te vas y no dices ni adiós.

Yo me reía del comentario pero Marc le dio la razón.

– ¡Pues claro que están buenas! ¿Qué no las ves? Si cuando las saco a pasear todos los perros se la quieren follar. ¿No has visto lo guapa que es? ¡Ven aquí guapa! ¡Ven!

La perra se acercó y comenzó a abrazarla.

– ¡Ay que guapa es mi niña y que buena estás!

Yo alucinaba con ellos. Estaba de visita en su casa. Siempre estoy allí metido. Me encanta estar con ellos. Son los típicos tirados a los que nadie les hace caso. No sé si es por su aspecto de hippies con rastas o por su actitud pasota ante todo. La cuestión es que ellos dos viven juntos y yo siempre voy de visita a su casa. Me apalanco mucho allí, pero ellos me reciben bien. Tuve la suerte de caerles bien y ellos a mí. Y eso no es fácil, pues clasifican a toda la gente de dos formas: o les caes bien o les caes mal. Lo que me gusta de ellos es su espontaneidad, la naturalidad, la sinceridad y lo viscerales que son. Tienen ese punto de desequilibrio mental que les hace más interesantes que la gente normal. Se puede decir que es de la poca gente AUTÉNTICA que he conocido últimamente.

A Marc lo conocí el primer día de clase y me cayó bien. Lo sorprendente de él es que tiene aspecto de pasota, la mirada de loco y continuamente se está cagando en todo. Parece ignorante, pero luego lo conoces te das cuenta de que siempre está leyendo, que está muy cultivado y que te habla de Cortázar o de Eduardo Mendoza como sus escritores favoritos.

A Jorge también lo conocí el mismo día. Tiene aros en los lóbulos, otro en el tabique nasal y por su pinta parece un grunge o un metalero. Pero luego descubres que le encanta la música hardcore y pincha en raves y discotecas de prestigio. Siempre está riéndose y se le va bastante la cabeza.

Ese día Marc se había sacado el carnet de conducir. Así que decidimos irnos a una taberna cercana para celebrarlo con unas cervecitas.

– Yo no voy –dijo Jorge– no tengo pasta.
– Yo te invito, que hoy tengo dinero y soy rico.

Tenía 50 euros y cuando tengo dinero de sobra no me importa invitar a la gente. Llegamos a la tasca y nos pedimos unas cervezas. Allí había más gente con la que Marc había quedado. Por una de esas casualidades de la vida estaba allí un chico que tocaba conmigo en un grupo que teníamos hace unos años. Nos alegramos de vernos y ese casual encuentro fue motivo para tomar unas cervezas más.

–Me alegro mucho de verte Fredy –dijo el que era el batería del grupo– si hay algo que me arrepiento durante este tiempo es de no haber seguido tocando contigo. Tu música es un poco popera y tú eres bastante capullo. Pero me caes de puta madre.

El chico ya llevaba un rato en la tasca y llevaba un pedal bastante más avanzado. Ya estaba en la fase de exaltación de la amistad. Yo sólo llevaba tres cervezas. Entonces alguien pidió cazallas para todos, para brindar por la amistad y por el carnet de Marc. Nos bebimos las cazallas, hicimos las muecas de asco y continuamos con más cerveza.

Jorge ya se había puesto filosófico. Estaba hablando de mujeres.

– No entiendo por qué nos tenemos que complicar la vida cuando nos gusta una tía. Yo tengo un problema y es que cuando me gusta alguna no quiero hablar con ella porque luego me olvido de que quería follármela y acabamos siendo colegas y ya estoy harto. Lo peor que puedes hacer es ser colega de alguien que te gusta porque luego no haces nada. Yo quiero follármela y ya está. Echar un polvo y punto. Sin tonterías. ¿Por qué la gente es tan hipócrita? ¿Por qué no puedes ir y decirle a una: oye, me gustas y quiero follar contigo? ¡Es todo una puta mierda!

Yo tan sólo me limité a darle la razón.

Nos acabamos la cerveza y de nuevo pidieron otra cazalla. Yo no quería pero no iba a hacer el feo de no beber. Me daba angustia oler la cazalla desde que una vez me piqué con un amigo para ver quién se bebía más chupitos seguidos. No recuerdo mucho de aquella noche. Sólo sé que al día siguiente me desperté con ropa, con el cinturón puesto, tapado y cuando pregunté a mis padres por qué estaba así me dijeron que me encontraron tirado en el suelo de mi habitación con una sábana sin desdoblar sobre mi espalda. Al parecer mi primo durmió esa noche en mi cama y no le importó demasiado que yo estuviese en el suelo y me tiró una sábana para que me tapara.

El secreto para beber cazalla es engullirla y llevarla directamente al estómago, sin que pase por la boca, de lo contrario me produce angustia.

Al otro lado de la mesa Marc hablaba con el batería sobre la amistad y la falsedad.

– Mi padre me dijo una cosa que se me quedó grabada en la cabeza–decía Marc con ímpetu –en la vida siempre podrás contar a los amigos de verdad con una sola mano. ¡Y tiene toda la razón!

Pedimos otra cerveza más. Marc ya estaba muy pedo. Decía que no quería beber más. Contó que en la última cogorza que pilló se puso a caminar por encima de los coches y cuando se subió encima de una furgoneta se resbalo y se cayó desde arriba. Por poco se mata. Estuvo cojo durante unas semanas. Luego no podía volver a casa y se puso a potar en un portal. Unos que pasaban por allí vieron la papilla que había echado y uno de ellos dijo “¡Mira! ¡Ha potado fideos!” Entonces Marc se cabreó y cogió un poco de potado con las manos y se la tiró sobre el gracioso de los fideos. Después de eso se cayó al suelo y no recuerda más.

- ¡Lo que más me fastidió era que dijera que eran fideos! –decía Marc– ¡Eran espaguetis que ya estaban triturados por el estómago!

Jorge seguía con sus divagaciones sobre las relaciones entre mujeres y hombres. Comenzó a decirme qué chicas de clase le ponían y me habló de una que le ponía en especial. Me la describió y entonces adiviné quién era. Le dije que yo podía conseguir su número y dárselo.

– ¡Vale! ¡Vale! ¡Si me lo consigues la llamo ahora mismo!

En ese momento trajeron otra ronda de cazallas. Yo ya no sabía cuántas habíamos bebido.

– Mira Jorge, yo te consigo el número, pero con una condición. Si la llamas le tienes que decir abiertamente que quieres echar un polvo con ella.

– ¡Vale! ¡Sí! ¡Sí! ¡Lo voy a decir! De puta madre. Lo digo y me voy a quedar muy a gusto. Necesito decirlo. Quiero quitarme ese trabe. Me da igual lo que diga. Si dice que no le diré: ¡pues tú te lo pierdes cagá! ¡Dame el número!

Hice una llamada y pregunté el número de la chica en cuestión.

– Ahí lo tienes. Llama.

Llamó y habló:

– ¿Hola? Soy Jorge, el de clase, ¿sabes quién soy no? (...) Pues nada, que te he llamado porque me apetece que vengas. Estamos aquí unos colegas y yo, me apetece verte. ¿Qué haces? (...) ¿En tu casa con unos amigos? Pues tú haz lo que quieras, o te lo montas con ellos o te lo montas conmigo, lo que quieras. (...) ¿Quién habla ahora? Ahh, Luis, pues nada, aquí llamando a tu amiga, a ver si le pego un polvo o qué. (...) Pásame con ella. (...) Bueno, yo estoy aquí, si quieres vente, si no... tú te lo pierdes. (...) Vale (...) vale (...) pues hasta luego.

Colgó.

– Dice que se lo pensará y que me llamará si le apetece. JAJAJAJA. Me da igual que no llame. Si no llama mañana la veré y le diré: ¡cagá! Yo ya me he quedado muy bien diciéndolo. JAJAJAJA.

Entonces sonó el teléfono de nuevo. Empezamos a aplaudir, vitorear y reírnos. Yo ya me estaba muriendo de risa. Así que Jorge lo coge y dice.

– ¿Qué pasaaaaaaaaaaaa?? (...) Ah, papá (...) Nada, nada, bien –se salió fuera y siguió hablando. Al poco rato entró de nuevo.

–Nada tío, no va a llamar ¡Pero me la suda! Es más, si me la follo me dará igual que se corra o no, que es ella la que me tiene que hace la faena a mí, que para algo la he llamado.

Al rato volvió a sonar el teléfono. Miramos el número.

– ¡Es ella! ¡Es ella!

Otra vez empezaron las risas y el cachondeo.

–¡Eres el puto amo! ¡A partir de hoy vas a ser mi ídolo!

Se fue fuera a hablar y al rato entró.

– ¡Que se viene! ¡Va a venirse! –dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Entonces nos chocamos la mano y decidimos pedir una ronda más. Al cabo de tiempo el dueño del bar nos echó de allí. Salimos del local literalmente a cuatro patas, pues en la calle nos pusimos a pelearnos, a hacer volteretas, a tirarnos por el suelo, a jugar con las perras y a perseguirnos. En cierto momento se tiraron por el suelo en medio de la carretera y nos pusimos a hacer un montoncito. Hacía tiempo que no me tiraba al montoncito con tanta gente. Pero tuvimos la mala fortuna de que pasaba la policía en ese momento y paró. Algunos llevaban sustancias prohibidas en los bolsillos. Otros tenían mucho más que una pequeña cantidad, pues para pagarse el piso y los estudios tienen que vender cierta cantidad al mes. Pero por suerte eran policías enrollados y cuando les dijimos que estábamos jugando con las perras se tranquilizaron y se subieron al coche, nos dijeron que pensaban que pasaba algo malo porque estábamos por el suelo. Se fueron y, afortunadamente, no registraron a nadie.

Llegamos a otra tasca. La chica a la que había llamado llegó. Seguimos bebiendo. Yo ya estaba muy mareado. Vi que ellos dos no se enrollaban y decidí intervenir. Me acerqué a ellos y les dije: daros un besito. Y ella dijo que no, que nos lo diéramos él y yo. Sin dudarlo nos dimos un pico y le cedimos el testigo. Le tocaba. Así que se dieron un besito y comenzaron a enrollarse.

Mi alcoholismo llegó a tal punto que comencé a beberme las copas que vi en la barra sin dueño aparente. No me importaba mucho, si me hubiesen dicho algo tenía previsto decir que me había confundido de vaso.

Al rato me senté en la terracita con más gente, nos pusimos a hablar de diversos temas intrascendentales como de paellas, cohetes y demás cosas de las que hablamos los valencianos.

No tardamos mucho en irnos. Nos metimos seis personas más dos perras en un coche como pudimos y fuimos a parar a casa de Jorge y Marc. Yo me puse a mirar el correo en sus ordenadores y la gente comenzó a marcharse para seguir la fiesta en otro sitio. Jorge y la chica se metieron en la habitación y entonces decidí largarme con el resto de gente. Pero como estaba cerca de casa preferí subir y acabar la noche en ese momento antes de que tuvieran que llevarme entre dos personas.

Llegué a casa, me puse el pijama, me metí en la cama, me puse a escribir un poco antes de acostarme, y justo cuando iba a conciliar el sueño el timbre comenzó a sonar repetidas veces, parecía que el que llamaba tenía parkinson, eran las 4 de la madrugada y había gente durmiendo en casa. Me levanté extrañadísimo preguntándome quién era. Abrí la puerta y eran Luís y Carlos. Venían borrachísimos y buscaban a María, la chica que se había largado con Jorge. Les dije que lo mejor era no buscarla, que se había perdido por ahí.

– ¡Pero si acabamos de hablar con ella! Dice que está en casa de Jorge y que está cerca de aquí, pero como no sabemos dónde vive pues hemos venido aquí.

Les dije dónde era, llamaron, y por supuesto no contestaron y volvieron a mi casa. Luís comenzó a decirme:

– Fredy, ganas mucho en pijama, que lo sepas.
– Gracias.

En una bolsa llevaban una botella de vodka prácticamente vacía. Me dijeron si tenía algo para mezclar y saqué coca-cola.

– Uy, nos cuidas muy bien, Fredy, eso es que me quieres poner facilón está noche– dijo Luís.
– No creo...
– ¿Pero tú eres gay?
– Yo no soy nada.
– Ay, yo creía que eras gay.
– Pues vaya halago.

Ambos empezaron a beber. La tele estaba apagada.

– Oye, pon porno, ¿No tienes porno? –preguntó Carlos.
– Enciende la tele, suele haber un canal porno por ahí –contesté.

Encendieron y no encontraron nada.

– Menuda mierda, no tienes porno. ¿No tienes porno en el ordenador? ¡Saca el ordenador! –insistió Carlos.
– No, no, paso.
– ¿Pero tienes porno gay o hetero? –preguntó Luís– ¡Anda! ¡Si tienes un póster de Dalí! ¿Sabes que yo soy fan de Dalí? ¿Sabes que mi padre es pintor?

Estuvieron un rato más allí hasta que dieron por imposible sintonizar un canal porno y se cansaron.

– Bueno, ya que no sabemos donde está María pues nos vamos. Ya nos veremos –Dijo Carlos.
– Venga, adiós, que vaya bien.
– ¡Que te vaya bien a ti! –Dijo Luís– Espero que tengas porno en el ordenador... porque si no...

Cerré la puerta de casa. Fui a acostarme y todo me daba vueltas y vueltas y vueltas y más vueltas...

Carta a Daniel Zamora

Carta a Daniel Zamora

Querido Daniel:

Quiero hablarte como siempre, es decir: con ironía, con sentido del humor y con esas expresiones argentinas al estilo del Dr. Tangalanga con las que nos insultábamos. Aunque ahora mismo me resulta muy difícil hacerlo.

¿Sabes? Todavía no me lo creo. El miércoles mismo estaba escribiendo de ti en el diario. Quería comentarte que había conseguido unas biografías de Dalí para que me dieses tu opinión y saber si eran buenas. También quería decirte que tenía un proyecto de libro titulado "El pez alérgico al agua" y quería enviártelo para que lo leyeras y, si querías, hicieras el prólogo. Quería que fuera una sorpresa, pero ahora ya no tiene sentido.

No sabía de ti desde hacía un tiempo, cuando no contestabas pensaba que era porque estabas metido de lleno en tus proyectos que estabas haciendo con tanta ilusión. Te veía muy volcado con tus canciones y por eso no entiendo nada, Dani, no me esperaba esto.

Tú eras de ese tipo de personas con las que siempre se aprende algo cuando hablas con ellas. Contigo me sentía muy pequeño e insignificante, pero a la vez me engrandecías porque me llenabas de conocimiento. Sentía como si yo no pudiera aportarte nada nuevo, pero tú a mí no parabas de aportarme cosas nuevas. Tú fuiste el que comenzó a hablarme de las anécdotas de la vida de Dalí y gracias a ti me despertaste la admiración por el pintor. También me descubriste a Cortázar, me recomendaste que leyera las historias de los cronopios y famas, una fuente de inspiración buenísima. Intentaste, sin éxito, educarme musicalmente tocando canciones de Frank Sinatra, pero ya sabes que soy un paleto de pueblo de la huerta valenciana, como te gustaba decir, y el "mundo me hizo así, no puedo cambiar".

Es imposible enumerar todas las cosas que aprendí contigo, pero lo que más me llamó la atención era la forma con la que te reías de la vida. Fue ejemplar cómo afrontaste el cáncer. Jamás había visto algo igual. Eras capaz de reirte del cáncer en su cara. Te encantaba bromear y decir que el pobre alienígena (así llamabas a tu cáncer) no sabía dónde se había metido. Incluso en los momentos más difíciles, cuando se te cayó el pelo, bromeabas diciendo que tu cabeza parecía una polla y las mujeres asociaban más rápidamente el concepto fálico contigo.

Ahora mismo te imagino leyendo esto y riéndote de mí. Me dirías que soy un maricón mal culeado y que si no dejo de decir pelotudeces me enviarás a un ejército de fornidos senegaleses monotemáticos ávidos de mi culito. De hecho, ahora mismo me viene a la cabeza un comentario que dejaste aquí en el blog que decía así:


"Saludos a todas-os -las damas primero- los desertores que se dan cita en esta web de mierda que capitanea mi amigo Fredy. En efecto, soy el mítico bajista de los Rodríguez, amigo personal de este ser deteriorado, pusilánime, mediocre en grado superlativo y doctorado en Onanismo por Yale, Upsala, Sidney y Carcaixent. Ciertamente nos encontramos frente a un caso de un enorme interés geológico que ha conmocionado los pilares de la comunidad científica internacional, pero Fredy es mi amigo porque como yo, como tantos, sufre la angustia que ocasiona estar tan mal diseñado para transitar por esta cloaca hipócrita y cínica en que los de siempre han convertido al planeta. Comprenderán que tengo otras cosas más interesantes que hacer que perder el tiempo leyendo las elucubraciones de este sujeto, así que aclaro que el motivo de decidirme a dejar un mensaje no es otro que el contribuir todo lo posible, gracias a mi fascinante aureola carismática, a impresionar a las incautas e impresionables doncellas que se dejen caer por estos lares para que estas, al constatar por sí mismas el tipo de personajes de nivel con que se codea este muchacho, se decidan a la mayor brevedad a entregar incondicionalmente el favor de sus encantos (me refiero a los encantos sexuales, no nos vayamos a confundir) a don Federico Pérez, un, tal y como definiera magistralmente Julio Cortázar, entrañable ser verde y húmedo."


:) Siempre estabas con eso de la aureola carismática. Desde entonces siempre empleo ese término para referirme a la gente con carisma. Y es que nos influenciaste hasta en el vocabulario.

No sé qué decirte, Dani, se van a quedar muchas cosas en el tintero. Yo tenía tanta ilusión como tú por para que salieran tus canciones adelante. Recuerdo cuando leíste la letra de "A veces tuy@" y me comentaste que era la letra que necesitabas para el rock and roll que tenías pensado hacer. Luego la modificaste a tu manera y la registramos después de muchos trámites. Una vez me llamaste por teléfono para enseñarme una grabación de la canción y me gustó muchísimo. Ahora se perderá y supongo que nunca podré escucharla entera....

Echaré de menos muchas cosas. Recordaré con cariño todo el tiempo que pasamos los residentes en aquel chat de la isla del mediodía. Las conversaciones surrealistas. Tu sentido del humor. Echaré de menos esos emails cortos que nos mandábamos sólo para darnos por el culo, o los mensajes sin conexión en el messenger cuando perdía el barça o el Valencia. Echaré de menos el libro de visitas de tu web. Recordaré con una sonrisa las conversaciones por messenger y cuando, a veces, me metías en la conversación con Belén y nos pasábamos la noche diciendo tonterías. Recordaremos aquellos momentos en tu isla con una sonrisa. Era la isla de los inadaptados en la que cada uno tenía su cargo, cuanto más disparatado mejor, y tú eras el líder.

Me gustaría reprocharte muchas cosas, pero no serviría de nada. Tus motivos habrás tenido para marcharte así. Supongo que de todo se aprende y todo sucede por algo. Yo todavía no he aprendido esta lección y no sé si la aprenderé, pero espero que me la enseñes tú algún día.

Contigo no sólo se va un gran músico, también se va un gran historiador (pocos conocerán como tú los entresijos de Mauthausen) y se va un amigo y un grande del rock. Y eso lo digo yo, que te conocí desde lejos, así que puedo hacerme la idea de cómo estará tu gente, toda esa que te quería, a los que me gustaría mandarles todo mi apoyo.

Si alguien como tú se ha quitado la vida, siendo tan optimista, tan vital y con tanto sentido del humor... yo ya me puedo creer cualquier cosa. Al final tendrá razón el filósofo rumano que dijo: "sólo se suicidan los optimistas".

Y ahora no me voy a despedir de ti, Daniel, porque para mí nunca te vas a ir, siempre me acordaré de ti cuando mencionen a Dalí, cuando Messi haga una jugada de ensueño que haga enmudecer al Camp Nou, cuando lea a Cortázar y, por supuesto, cada vez que escuche a Los Rodriguez.

Desde que el jueves decidiste quitarte la vida me siento más pequeño y más huérfano. No te extrañes cuando a veces me sorprendas recordando en silencio que una vez tuve un amigo al que admiraba muchísimo, al que consideraba un maestro y una de mis grandes influencias...

Siempre estarás con nosotros.

 


 

Quiero saber que la vida contigo no va a terminar.

Porque sí x 3.

 

Actualización a 10-12-2007

Un amigo colombiano, Javier Galvis, nos escribe para contarnos que ha hecho un video en homenaje a Daniel Zamora en el que lo vemos compartir buenos momentos con Ariel Rot, Andrés Calamaro, Julián Infante y Germán Villena. Les dejo con el video:

Pd: También podemos ver a Daniel en otros vídeos de los Rodríguez como en el de Salud, dinero y amor . Y en otras etapas de su carrera junto con Alejandro Sanz .

El Aleph está en tu nevera y no en lo íntimo de una piedra

El Aleph está en tu nevera y no en lo íntimo de una piedra

Abro la nevera y está vacía. Tengo que ir a comprar.

Subirse a un autobús a las seis y media de una tarde de noviembre es un acto poético. Ya es de noche y la ciudad está iluminada de tristes y cálidos tungstenos. Miras a través del cristal sucio las luces de los coches y escuchas el rumor del tráfico. Los del asiento de atrás mantienen una conversación sobre móviles. El chico cuenta que se cambió de número y le dio el móvil a su novia, el problema es que mucha gente todavía tiene su antiguo número y llaman a su novia cuando quieren dar con él. No sé qué caras tienen, pero trato de imaginármelas.

Dos paradas después ellos se levantan para salir y les veo las caras. No eran como me esperaba. Tenían la cara mucho más demacrada de lo que creía. A la gente siempre se la imagina mejor de lo que es. Nuestra mente, nuestros ojos, nuestras lentes hacen más bellas a las personas. A veces me gustaría quedarme ciego para no poder ver la decrepitud de las personas. Todo sería más bonito y evitaría ver la erosión que el tiempo ejerce sobre nuestras caras. Tan sólo me quedarían las palabras, los gestos y el contacto físico. No vería nunca más una mirada esquiva, una mueca de asco y no vería las calles sucias con esos feos chicles asquerosos incrustrados en el suelo. Todo me lo imaginaría recién pintado y radiante. Toda la gente estaría siempre sonriente aunque sólo perciba de ellos el ruido de sus pasos. Ahora sólo veo a un inmigrante con la mirada perdida y con las manos destrozadas de trabajar.

Existe una fauna en la ciudad. Ratas, cucarachas, hormigas, gorriones, todos ellos se han adaptado a lo urbano. Saben que el árbol en el que viven está en un parque y que no están en plena naturaleza. Con los poetas ha pasado igual, se han tenido que urbanizar, ya no evocan a los lagos, ni a las praderas, ni hablan de la naturaleza. Tienen que hablar de azulejos, ladrillos, paredes o charcos. El Sol ya no se ve entre los edificios y a los pájaros ya no se les escucha cantar.

Hay una chica guapa en el autobús. Ella sabe que es la chica más guapa de todo el autobús porque está todo lleno de viejos. Al levantarse para bajar en su parada un viejo le mira el culo con una expresión que dice: “ojala tuviera 30 años menos”. Yo tengo los años que él desearía tener y no hago nada. El viejo piensa que soy idiota. Todos los viejos dicen lo mismo, que aproveche el momento, es un carpe diem sexual. Seguramente, cuando sea viejo (si no lo soy ya) pensaré lo mismo.

Llego al supermercado. Lleno el carro de la compra con lo primero que veo. Paseo mi cesta-carro entre estantes de tomate cruzándome con más gente con carrito. No nos miramos a las caras porque nos avergonzamos. Sé que todos están pensando lo mismo que yo. Que somos inútiles. No nos miramos por la vergüenza de no estar cazando, como debería ser, para conseguir nuestros alimentos. Nos hemos convertido en una auténtica basura animal. Compramos trozos de filetes ya cortados, ya ni siquiera los criamos para matarlos y comérnoslos, ahora nos los tienen que cortar ellos e, incluso a veces, cocinar. ¿En qué nos hemos convertido? ¿Dónde está mi espíritu guerrero y cazador? Las sociedad da asco. Nacimos así y ni siquiera nos hemos planteado nada. Todo está hecho e inventado. La era digital consiste en meternos los dedos hasta la campanilla para vomitar todo lo que hemos bebido.

Me pongo en la cola de la caja. Hay una empleada del supermercado que ha terminado el turno y se pone delante de mí. Sólo va a comprar una cosa: una caja de condones. La compañera de la caja le pregunta “¿Hoy toca eh?”, ella no dice nada, sólo sonríe con esa sonrisa que sólo puede tener una mujer que sabe que se la van a follar bien follada.

Salgo de allí pensando que todos somos irreales. Que no hay nadie auténtico. La gente de la ciudad se oculta en sus burbujas. Caminan abrigados con sus chaquetas, con sus mochilas llenas de apuntes y con sus ipods. A la gente de ciudad la distingues porque siempre llevan auriculares que resuenan débilmente. A los poetas los distinguirás porque están observando, intentando captar la belleza de las cosas, descubriendo en cada segundo que hasta en la más remota mota de polvo hay belleza. Hoy es de esos días que siento que dentro de mí se anidan los poemas más bellos. Hierven con burbujas y a veces salen por los poros como el vapor, pero la gran mayoría se quedan dentro y nunca ven la luz.

Cada vez que te subas en un autobús estarás escribiendo una poesía urbana. Luego, cuando llegues a casa, recordarás lo triste que es todo y verás que las cosas no son mejores en un autobús o en un supermercado. Te desesperarás yendo y viniendo de un lado a otro, estarás atrapado en casa, abrirás y cerrarás la nevera un millón de veces, como si dentro de esa nevera buscaras una respuesta a una pregunta indefinida, como si allí dentro algún día apareciera el Aleph que llene el estómago de nuestra curiosidad. Como si algún día, al abrir la nevera, apareciera ese algo que te fuera a solucionar la vida.

La mariposa

La mariposa

"Cuando la felicidad es demasiado grande, cuando a uno le curan de una herida demasiado mala, cuando todo es demasiado bonito, sólo hay un presentimiento que un hombre sensato pueda tener: algo está a punto de joderse."

Lorenzo Silva – La flaqueza del bolchevique

Me regalaron el póster cuando estábamos en Valencia. Me acuerdo que caminábamos sin rumbo, nos daba igual a dónde ir, lo único que importaba era estar juntos después de cinco eternos días sin vernos. Caminábamos cogidos de la mano. Cada dos pasos tenía la necesidad de apretarla hacia mí, quería sentirla cerca, quería que su tacto se quedase grabado en mí piel para recordarla cuando no estuviera.

Siempre había odiado a esas parejitas que caminaban encarameladas. Se les veía tan felices que me parecían gilipollas, lo único que deseaba era que cruzasen sin mirar la carretera y que un camión cisterna los atropellara a ellos y a su nube de amor. Pero yo me había convertido en el gilipollas que tanto odiaba y que, en el fondo, envidiaba.

Una vez caminaba con ella y me vi reflejado en el espejo de un escaparate. Fue una de las pocas veces en las que no me reconocí en el espejo. No era por mi cara, ni por mi tipo, tampoco había engordado ni me había salido nada raro. Lo extraño era que tenía una especie de apéndice a mi lado con forma de mujer. Se me hacía tan raro verme con alguien que me asusté. ¿Yo saliendo con una chica? ¿Eso dónde se había visto? Era como si no fuera yo.

Durante el paseo llegamos hasta Nuevo Centro. Allí había una exposición de animales que no me importaba un pimiento porque ella estaba a mi lado y cuando ella estaba conmigo el resto del mundo y el universo era insignificante. En una de las paradas había una azafata con una urna. Era el juego de adivinar qué había dentro de una urna con los ojos vendados. Ella me dijo que no era capaz de meter la mano allí dentro y yo, como soy un orgulloso, le dije que iba a participar en el juego.

Me vendaron los ojos y metí la mano sin miedo. Confiaba en que lo que hubiera dentro no fuese demasiado asqueroso. No creía que algo fuera peligroso porque no iban a poner dentro algún animal hambriento con dientes afilados. Entonces sentí un cosquilleo por mi mano, algo me la recorría, no era muy grande pero se adhería con ligereza en mi mano. No pesaba mucho.

- ¿Es un escarabajo? – pregunté.
- No, casi –dijo la azafata.
- ¿Una cucaracha?
- ¡Acertaste!

Me quitaron la venda y vi que tenía una cucaracha en la mano. Las cucarachas me daban mucho asco pero en mi mano parecía un animal normal e inofensivo. Pasa con todo, cuando una cosa te da miedo o asco lo más difícil es tocarlo por primera vez, luego, cuando te acostumbras, es muy sencillo tocarlas y acercarte a ellas. Ya me pasó con las serpientes y las tarántulas.

No espanté a la cucaracha. Saqué la mano de la urna y observé a la cucaracha. Me dijeron que era una especie de cucaracha de Asia, cosa que me daba igual.

El premio por meter mi mano y jugarme la vida fue el póster que he mencionado antes. Era un póster de una mariposa con las alas extendidas como las que ponen en los museos. Vi que a ella le encantó el póster y decidí regalárselo. Ella decía que no podía aceptarlo porque era muy bonito. Yo le insistí en que se lo quedara, que a mí no me importaba, pero ella se mantenía en sus trece. Entonces, cual Salomón, le propuse que partiéramos el póster por la mitad y nos quedásemos una mitad cada uno y eso le pareció buena idea.

Corté el póster justo por la mitad. A cada lado del póster se quedó un ala de la mariposa y prometimos que nos colgaríamos nuestra mitad de póster en nuestra habitación.

Cuando ella no estaba miraba el póster. Lo tenía enfrente de mi cama. Representaba a la perfección lo que éramos. Nos separaba una distancia no muy lejana pero lo suficiente como para no poder vernos todos los días. Las clases, la rutina hizo que lo nuestro se reducía tan sólo a los fines de semana.

“Me falta un ala para volar” Escribí una vez en el póster.

Juntos volábamos. Pero separados sólo éramos un ala inútil e inservible. Éramos como esos aviones de guerra a los que un misil les ha alcanzado en el ala y que caen abatidos dibujando espirales de humo hacia el suelo.

Un día llegó el frío.

Llegué a su casa ilusionado por verla, tenía ganas de estar con esa persona que me hacía sentir bien. Pero la besé y sentí el frío. No sé cómo lo supe, pero esas cosas se saben. Noté que ese beso no lo sintió, que me lo dio por compromiso, que era falso.

No le dije nada pero notaba que le pasaba algo conmigo. Estaba distante y me esquivaba, era incapaz de mirarme a los ojos. Aguanté eso durante tres días hasta que un día fui en bicicleta hasta donde ella veraneaba. Necesitaba hablar con ella y saber qué le pasaba. No me importaban los kilómetros de distancia, la necesidad superaba el cansancio que me podría ocasionar recorrer la distancia en bici.

Cuando llegué le dije que fuéramos al lago. El mismo lugar en el que pasamos nuestros mejores momentos. Allí era donde le leía las cartas que le escribía. Algunas de esas cartas que le escribía tenían más de 20 folios mecanografiados. Creo que desde entonces se me desató la pasión por escribir.

Le pregunté qué le pasaba. Y ella dijo que no me lo quería contar, que era una cosa que le había pasado y que no podía contármela. Le dije que necesitaba saberlo, que me estaba afectando a mí también y tenía derecho a saberlo. Tras media hora intentando convencerla accedió. Me lo contó todo.

Hubieron muchas palabras, pero era fácil resumirlo: el chico que le gustaba antes de conocerme se le declaró hacía unos días y tenía dudas.

Permanecí callado durante un tiempo escuchando. No pronuncié palabra, estaba procesando y digiriendo lo que me contaba.

- Pero yo te quiero a ti –concluyó ella.
- ¿Y si me quieres por qué tienes dudas?

En el lago se deslizaban los patos y el silencio. El sol se reflejaba en el agua.

- Será mejor dejarlo –dije yo– y cuando se te quiten las dudas me avisas.
- ¡No! ¡Eso no! Si no quería contártelo era para que esto mismo no sucediera. Te necesito, necesito que estés a mi lado, no quiero que te vayas.

Silencio y más silencio.

- ¿Para qué quieres que esté a tu lado? ¿Para que te ayude a decidirte entre otro tipo y yo? ¿Necesitas que te dé palmaditas a la espalda mientras decides si me cortas la cabeza o no?
- ¡No! ¡Eso no es! ¡Yo te quiero!
- Me voy, yo no voy a estar a tu lado para que te decidas.

Cogí la bici y me senté en ella. Antes de comenzar a pedalear me giré para verla por última vez. Estaba acurrucada mirando al lago y llorando. Yo no lloraba por fuera, pero sí por dentro.

Comencé a pedalear hacia casa. Iba a oscurecer y no tenía luces en la bici así que aceleré el vertiginosamente el ritmo de mis pedaleos. No me importaba el cansancio, estaba hecho una furia, no quería quedarme parado, necesitaba que me dolieran las piernas para no pensar en nada. Hasta que llegué a un camino de huertos donde no había nadie, tiré la bici al suelo y di el grito que necesitaba dar, un grito que venía desde el estómago con el que expulsé toda la rabia que contenía dentro. No me quedé mejor, pero era mi única forma de estallar.

Pasé unos días encerrado. No sabía qué hacer. Me ahogaba en su mar de dudas. Necesitaba saber qué pensaba, dónde estaba, qué hacía. Sentí que yo no dependía de mí sino de ella.

Y en medio de ese naufragio estaba el ala de mariposa colgada en la pared. Ella era la única testigo de lo que ocurría. Al fin y al cabo era la más afectada de todas.

En un arrebato le escribí una carta. En un sobre funerario metí a un amor agonizando y a un loco desolado. Le pregunté por dónde volaba nuestra mariposa.

Nunca recibí una respuesta.

Ella comenzó a salir con otro chico al cabo de unos meses. Se olvidó de mí, dejé de existir para ella. Lo último que supe de ella es que después de leer mi carta sólo tenía una cosa clara: que jamás volvería conmigo, que no debía haberle preguntado por qué tenía dudas entre un tío que sólo sabía hablar de porros y yo, y que nunca había dejado de ser egocéntrico que conoció.


Había una estela de ausencia en mi habitación cuando miraba el medio póster de la mariposa. Estaba enfrente de mi cama y todos lo días, antes de apagar la luz de la mesita era lo último que veía. El recuerdo que no podía volar me acompañaba en las pesadillas, el recuerdo de que yo era un avión abatido cayendo espiral me azotaba las pupilas.

Pensé que el único final posible era que las alas se volvieran a unir con una cinta de celo. O al menos que se juntaran y se enterrasen en algún lugar fértil en el que plantar una flor en un acto completamente psicomágico.

Un día de Noviembre todo cambió.

Me levanté como esos gatos que siempre caen de pie. Mis nudillos estaban destrozados de pelearme contra las paredes y los espejos. Mi hígado se resintió. Con valor, con rabia y sin pensar arranqué el póster de la pared. Lo aparté de mi vista. Estaba harto de él. Yo ya sabía que no podía volar, pero no quería que un póster me lo recordase como si fuera una maldición insultante.


Años más tarde hablé con ella. Fue una conversación formal. Nos pusimos al día, vimos los avances de uno y de otro. Fue una conversación repleta de “Yo sabía que tú llegarías a eso”, “yo sabía que tú podías hacerlo”, “Nunca dudé de que conseguirías tus sueños”, “siempre confié en ti”.

Y ya en el rellano, el lugar en el que se dicen las cosas importantes, antes de despedirnos con un “hasta pronto” que se traduciría en un “hasta tarde” quise preguntarle una cosa.

- ¿Te acuerdas de la mariposa?
- Sí, claro que me acuerdo. Durante mucho tiempo la tuve colgada en mi habitación y al verla siempre me acordaba de ti. Nunca quise quitarla y siempre la tuve allí. Pero el año pasado, cuando me mudé de casa, la quité. Desde entonces la guardo en una caja. ¿Tú qué hiciste con la tuya?
- También la guardo en una caja.

Nos quedamos mirándonos.

- Oye –dijo ella– tengo el estómago vacío, podríamos ir a comer algo.
- Es buena idea, yo también tengo el estómago vacío.

Y llenamos nuestros estómagos de comida para paliar algo más que el hambre. Y entonces, después de eso, ya pudimos decirnos un falso hasta pronto.

La triste y maravillosa historia del dinosaurio-galleta suicida

La triste y maravillosa historia del dinosaurio-galleta suicida. Una superproducción casera que conjuga la fuerza del amor a las galletas con el deseo irrefrenable de un dinosario que nació encarnado en galleta que quería quitarse la vida. ¿Por qué se extinguieron los dinosaurios? Quizá este demoledor relato pueda darles la respuesta.
 

El mar se derrama ahogándome

El mar se derrama ahogándome

Escribo desde el caos y embriagado, acabo de volver de un concierto de Héroes del silencio.

La música me abre secretos que ahora están dentro de mí.

Llorar de emoción al ver Héroes del silencio. No puedo dormir con estas lágrimas goteando encima de mí.

 

 

Vivir el concierto que soñé desde mi adolescencia. 11 años de espera han valido la pena. Aún me queda la duda de un futuro mejor. ¿Estás dispuesto a devorar? La escena no es de William Blake.

Héroes, Héroes del silencio. El héroe de leyenda, pertenece al sueño de un destino.

Sin duda una de las mejores canciones ha sido con los brazos de la fiebre, que aún abarca mi frente, lo he pensado mejor y desataré las serpientes de la vanidad. El paraíso es escuchar, el miedo es un ladrón al que no guardo rencor y el dolor es un ensayo de la muerte. El paraíso deviene de infierno y luego se queja... y sin que nadie se mueva ¿Quién lo arregla? Gestado en mis escombros de pastoso paladar, el disparate del caos me derrotó con palabras de alabanza.

Ocultarme como un río subterraneo. Gritaba como un niño, inevitable temor. Una mala borrasca, me dedico a buscar un poco de calma en un sueño a escondidas. Siempre buscando una fuente para poder respirar, cuando diviso el pasadizo a lo lejos creo enloquecer.

Dieron sentido a mi vida, yo no sería el mismo sin haber conocido a héroes. Son una deidad en parte del mundo. En América latina le piden a Bunbury que les firmen libros de Nietzsche porque saben que se los ha leído.

¿Por qué Héroes del silencio ha triunfado tanto? Simplemente es la autenticidad, se dicen que todos los grupos son diferentes, pero en el panorama musical español hay un denominador común que héroes rompió. No hay nadie que se asemeje a héroes; ni en las letras, ni en la música, ni en el ritmo, ni en la estética y tampoco existe ningún líder con una personalidad tan fuerte como la de Bunbury, un hombre que fue capaz de llevar hasta el límite el concepto de nadar contracorriente. Cuando dijo a sus padres que quería dedicarse a la música estos lo apuntaron a un colegio del Opus Day para que se le quitara esa espantosa idea de la cabeza y le dijeron que ni lo soñara. Bastó que lo apuntaran allí para que aprendiera a tocar la guitarra, el bajo, la batería y se pusiera a cantar. Salió de la escuela pudiendo hacer un grupo él solo. Comenzó a tocar en los bares de Zaragoza y todo el mundo les decía que no eran nadie, que tenían que irse a Madrid o a Barcelona para triunfar. Por sus santos cojones él comenzó a triunfar y a salir en el panorama nacional desde Zaragoza. Se hicieron famosos en España y le dijeron que no podía cantar en español para triunfar en el extranjero. Acabó haciendo una gira internacional después de haber sido disco de platino en Alemania, donde miles de alemanes chapurrearon el castellano para cantar las canciones de héroes. Ni que decir tiene que ha sido el grupo español más internacional de la historia. Luego le dijeron por dónde tenía que ir, entonces dijo que ya no quería seguir, que iba a sacar un disco en solitario. Se pegó el batacazo con radical sonora, y la productora ya estaban diciendo que los héroes iban a volver. Entonces reapareció Bunbury con un disco de cantautor que la discográfica no sabía por dónde cogerlo. Contra todo pronóstico triunfó y se consolidó en el panorama nacional. Luego, después de dejar abandonados a los fans en un concierto, y después de haber dicho que los héroes jamás volverían, que existían las mismas posibilidades que Franco resucitará que los héroes volvieran, pues va y anuncia una gira mundial para “acabar bien lo que terminó fatal”. ¿Quién sabe lo que puede ocurrir en el futuro? Lo más probable es que Bunbury termine haciendo lo contrario de lo que le dicen. Es de esas personas que tiene la necesidad de sentir que hace lo que le da la gana, en cuanto siente que le controlan rompe radicalmente con eso que le ata. Eso le llevó a hacer un disco como Radical Sonora, quiso oponerse tanto a héroes que acabó haciendo un disco de música electrónica que incluso no coincidía con su propio estilo. De hecho, hasta se cortó el pelo, hecho que fue un trauma para las fans de Bunbury. Por lo tanto lo mejor ahora sería no meter presión y dejar que Bunbury haga lo que tenga que hacer, aunque ya ha anunciado que tiene canciones para sacar un nuevo disco en solitario y ese será su nuevo proyecto.

Todo arde si le aplicas la chispa adecuada.

 



No queda otra alternativa y rápidamente que decidir, no hay oración capaz de decidir por mí.

 

 



La locura nunca tuvo maestro para los que vamos a bogar sin rumbo perpetuo. En cualquier otra dirección... con tal de no tocar los caballos de la exaltación. La rutina hace sombra a las pupilas, que se cierran a los disfrutes que nos quedan.

Maldito duende es y ha sido el himno de mi vida. Me acompañó tanto tiempo esa canción que la llevo como bandera, es la canción que mejor define a mi persona y mi mundo. Mucha gente no sabe de qué habla esa canción, pero lo importante es lo que transmite y que con esa canción puedes ver las estrellas brillar en una noche solitaria sin salir de casa. He oído que la noche es toda magia ¿y tú? Y que un duende te invita a soñar. Y sé que últimamente apenas he parado y tengo la impresión de divagar... Amanece tan pronto y yo estoy tan solo que no me arrepiento de lo de ayer. Las estrellas te iluminan o te sirven de guía. Te sientes tan fuerte que piensas.... que nadie te puede tocar. Las distancias se hacen cortas, pasan rápidas las horas y este cuarto no para de menguar.

 

 



Tantas cosas por decir, tanta charla por aquí, si fuera posible escapar de este lugar...

Yo creo que ya puedo morir tranquilo... y lo digo en serio. Al fin y al cabo plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro lo puede hacer cualquier subnormal, pero ver un concierto de Héroes del silencio y vivirlo como yo y muchos lo vivimos no lo puede hacer cualquiera.

Al final, después de todo, no somos tan distintos.